La piedra de Palermo uno
de los primeros manuscritos de la historia
Un manuscrito (del latín
"manu scriptus", que significa escrito a mano) se trata de un documento
que contiene información escrita a mano sobre un soporte flexible y manejable
(por ejemplo: el papiro, el pergamino o el papel), con materias como la tinta
de una pluma, de un bolígrafo o simplemente el grafito de un lápiz. El
manuscrito no tiene que ser necesariamente antiguo; una carta es un ejemplo de
manuscrito moderno. Generalmente, con ese nombre se hace referencia a escritos
realizados por la mano de escritores importantes en cualquier campo del saber.
Se denomina inscripción al
texto que se graba en piedra, metal u otro material duro.
La Historia de los manuscritos es muy antigua
siendo parte fundamental de las grandes culturas. Su misión era transmitir
conocimientos, relatos o creencias a sus coetáneos, a las siguientes
generaciones o a otras culturas. Los escribas del Antiguo Egipto son uno de los
más antiguos creadores de manuscritos. El fragmento más antiguo de papiro se
descubrió en la tumba de Hemaka, alto oficial del faraón Den (c. 2914-2867 a. C.), en la
necrópolis de Saqqara, aunque no han perdurado los posibles signos jeroglíficos
escritos en él.
Saqqara es el
emplazamiento de la necrópolis principal de la ciudad de Menfis, en la ribera
occidental del Nilo, situada a unos treinta kilómetros de El Cairo y 17 de la
ciudad de Guiza. Estuvo en uso desde la dinastía I (ca. 3050 a. C.)
hasta época cristiana (ca. 540).
Den, o Udimu, fue el
quinto faraón de la dinastía I de Egipto de c. 2914-2867 a. C. (von
Beckerath)
Manetón le denomina Usafais,
según Julio Africano y Eusebio de Cesarea y le atribuyen 20 años de reinado.
Aunque Kaplony cree que pudo llegar hasta 45 años.
Alli se encontro
La Piedra de Palermo es el mayor fragmento de una
losa de piedra negra (diorita) que tiene grabados un conjunto de
acontecimientos desde la época predinástica hasta la dinastía V de Egipto,
tales como ceremonias, censos de ganado, nivel anual de la crecida del Nilo, y
el nombre de los faraones. Debe su nombre a la ciudad de Palermo, (Italia), ya
que está custodiada en el Museo Arqueológico de Palermo.
la Piedra de Palermo, un registro anual de los
reyes de Egipto hasta la V
Dinastía, momento en que fue elaborada.
Menciona una serie de faraones predinásticos con la corona roja del Bajo Egipto, a la que sigue otra con faraones tocados con la doble corona del Egipto unificado. De los faraones anteriores a la primera dinastía sólo se conserva el nombre. A partir de la Dinastía I la Piedra de Palermo proporciona una crónica anual de los reinados.
Esta información coincide sustancialmente con otras dos fuentes que nos hablan de la época:
El papiro de Turín y la Lista de Maneton.
Menciona una serie de faraones predinásticos con la corona roja del Bajo Egipto, a la que sigue otra con faraones tocados con la doble corona del Egipto unificado. De los faraones anteriores a la primera dinastía sólo se conserva el nombre. A partir de la Dinastía I la Piedra de Palermo proporciona una crónica anual de los reinados.
Esta información coincide sustancialmente con otras dos fuentes que nos hablan de la época:
El papiro de Turín y la Lista de Maneton.
Los egiptólogos han manejado diversas teorías respecto a su interpretación, que vamos a citar sucintamente a continuación:
Kurt Heinrich Sethe
defendió que en un principio apareció un reino en el Delta que habría unificado
todo Egipto. El registro arqueológico (a excepción de la Piedra de Palermo) no avala
esta tesis, pues la cultura Guerzeense, seguidora de las tradiciones del Alto
Egipto, es la que acaba imponiéndose a lo largo de todo el Nilo.
Este problema es salvado
por algunos egiptólogos defendiendo dos fases: una primera conquista por parte de
los reinos del Bajo y una posterior independencia y reunificación por parte de
los reinos del Alto.
Otros egiptólogos han
visto en estos primeros reyes a figuras míticas sin existencia real. Esto les
ha llevado a considerar que el Nilo estaba dividido en una serie de pequeños
reinos, muy similares a lo que serían os Nomos (Provincias) de época histórica.
Estos se unificaron en dos grandes reinos: Alto y Bajo Egipto. Finalmente el
Alto conquistó al Bajo, atribuyendo este hecho al rey Escorpión o a su sucesor
Narmer. Uno de los defensores de esta tesis fue Iorwerth Eiddon Stephen Edwards
(conocido como I.E.S. Edwards).
Henri Frankfort pone en
duda la realidad del reino del Bajo Egipto. En su opinión nunca llegó a haber
un reino unificado. El paralelismo permanente entre el Bajo y el Alto Egipto,
en toda la iconografía del Antiguo Egipto, es demasiado consistente para ser
real. Lo interpreta como parte de la visión mítica egipcia que interpreta la
realidad como un todo formado por opuestos.
Martin Kaiser defiende sin
embargo la existencia de un Egipto Unificado con anterioridad a la existencia
de Narmer. Se apoya en la difusión de la cultura Guerzeense a lo largo de todo
el valle del Nilo, desde Asuán hasta las desembocaduras del Delta. Esto no hizo
desaparecer las tradiciones culturales del Delta, conviviendo muy próximos los
asentamientos Guerzeenses con la cultura de Maadi. Tras la unificación política
se produce la unificación cultural, en la que, si bien predominan los elementos
del Alto, no hay que despreciar la aportación cultural del Bajo. Esto
explicaría que cuando se inicia la Dinastía I (inicio del Protodinástico) el grado
de unificación cultural en Egipto era ya muy elevado.
El Canon Real de Turín,
también conocido como Canon de Turín o Lista de Reyes de Turín, es un papiro
con textos en escritura hierática, custodiado en el Museo Egipcio de Turín, al
que debe su nombre.
El texto se fechó en la
época de Ramsés II (aunque pudiera estar escrito posteriormente) y menciona los
nombres de los faraones que reinaron en Egipto, precedidos por los dioses que
gobernaron antes de la época Faraónica. A diferencia de otras listas, no se ha
hecho para celebrar un faraón en comparación a otros, por lo que contiene los
nombres de todos los gobernantes, incluso los considerados menores y los
usurpadores.
No sabemos qué fuentes
utilizó el escriba para organizar la lista, si la copió simplemente de un
papiro ya existente o la compuso teniendo acceso a los archivos de los templos,
compilando la lista utilizando antiguas notas de impuestos, decretos y
documentos; la primera posibilidad parece la más probable e implicaría que la Lista Real de Turín es
realmente un documento de extraordinario valor histórico.
Manetón fue un sacerdote e
historiador egipcio de expresión griega. Nació en Sebennitos (actualmente
Samannud) en el siglo III a. C.
Manetón vivió durante el
reinado de Ptolomeo I y Ptolomeo II. Compuso la Aigyptíaka (‘Historia
de Egipto), en la que organizó la cronología de su larga historia en forma de
dinastías desde los tiempos míticos hasta la conquista de Alejandro Magno. Esta
división ha sido generalmente aceptada por la Egiptología moderna.
La obra se ha conservado a través de las citas de otros escritores antiguos
como Flavio Josefo (siglo I), Sexto Julio Africano (siglo III) y Sincelo (Siglo
VIII o IX). No hay fuentes que indiquen las fechas del nacimiento y muerte de
Manetón, pero su obra se asocia frecuentemente a los reinados de Ptolomeo I
Sóter(323-283 a. C.)
y Ptolomeo II Filadelfo (285-246 a. C.).
En el Papiro Hibeh, datado en 240 o 241 a. C., se menciona a un Manetón
y, si se trata del mismo personaje, habría vivido también durante el reinado de
Ptolomeo III Evergetes (246-222 a. C.)
Manetón fue probablemente
un sacerdote del dios sol Ra en Heliópolis (Sincelo asegura que era el sumo
sacerdote) y se le consideraba también una autoridad en el culto de Serapis,
una derivación greco-macedónica del culto egipcio de Osiris-Apis iniciada con
la conquista de Alejandro Magno. Uno de los dos primeros Ptolomeos importó una
estatua del dios entre 286 y 278 a. c.
proyecto supervisado por Timoteo de Atenas (autoridad en Démeter en Eleusis) y
Manetón.
Manetón utilizó las Listas
Reales egipcias para estructurar su Historia. Existían precedentes de esta
disposición en Egipto y algunos se han preservado hasta hoy. Josefo afirma que
utilizó una "tradición oral anónima" y "mitos y leyendas",
lo cual es perfectamente plausible para la época. En algunos casos, Manetón
intentó sincronizar la historia egipcia con la griega, como cuando hace
corresponder a Memnón con Amenofi III (Amenhotep III) y a Armesis (Horemheb)
con Danao. Se supone por tanto que estaba familiarizado con el Ciclo Épico
Griego y con la historia de Argos; es más, se ha sugerido que éstas son
interpolaciones posteriores. En cualquier caso, Manetón utilizaba una koiné
fluida.
Estas tres fuentes encajan
correctamente, y demuestran la sucesión de
los distintos faraones
Fuentes:
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