martes, 12 de julio de 2011

Un auténtico Miguel Ángel, es encontrado en la universidad de oxford


Un auténtico Miguel Ángel, es encontrado en la universidad de oxford



Un respetado erudito del arte italiano afirma haber identificado una pintura desconocida de Miguel Ángel en la Universidad de Oxford.

Antonio Forcellino, un conservador veterano italiano, fue noticia internacional el mes pasado cuando se retractó reclamar una rica familia de Nueva York que un cuadro que había guardado detrás de su sofá era el maestro del Renacimiento. Ahora dice Forcellino nuevas técnicas de investigación aplicada a una pieza de propiedad de Campion Hall, una institución que permite a los estudiosos de la religión para estudiar en Oxford, ha revelado que es un auténtico Miguel Ángel.



La obra  Crucifixión con la Virgen, San Juan y dos ángeles, colgada en la pared de la residencia Campion Hall, representa una crucifixión y, hasta ahora, se atribuía a Marcello Venusti (1515-1579), un artista del círculo de Miguel Ángel Buonarotti (1475-1564).
Crucifixión con la Virgen, San Juan y dos ángeles

"Usted puede ver inmediatamente la diferencia entre este trabajo y el de Venusti", dijo Forcellino, que utiliza técnicas de rayos infrarrojos para estudiar las capas por debajo de la pintura de acabado. Él escribe en su nuevo libro, El Miguel Ángel Lost, que "nadie más que Miguel Ángel podría haber pintado una obra maestra".

Mientras que la mayoría de los titulares que acompañan el libro del señor Forcellino se han centrado en el descubrimiento en los EE.UU., ninguno ha mencionado su hallazgo británico.


"La figura de Cristo se encontraba en una liga totalmente diferente... el modelo era más fuerte, y la pintura y la expresión facial había una claridad que daba la impresión de un artista de prestigio mucho mayor", escribe el Sr. Forcellino.

La sala compró la pintura en una subasta de Sotheby en la década de 1930. De acuerdo con maestro de la sala, Brendan Callaghan, de becas hasta ahora se había atribuido la obra a Venusti. Sr. Callaghan, dijo: "Si es verdad, la pintura pasaría de ser un miembro de nuestra colección de multa a la parte más emocionante de lo que no podía permanecer dentro de nuestras cuatro paredes...” El trabajo está siendo atendido por el Ashmolean de Oxford, el Museo de Arte y Arqueología.


Sr. Forcellino afirmó National Gallery de Londres siguió a atribuir la obra a Venusti "por vergüenza" que no lo habían identificado. Una portavoz de la Galería Nacional dijo que la galería no hizo comentarios sobre las obras que no tengan en su colección.

La pintura de Miguel Ángel de Jesús y María identificada en Nueva York se había colocado detrás de un sofá después de haber sido derribado el muro de una pelota de tenis.


Antonio Forcellino es una de las principales autoridades mundiales sobre Miguel Ángel y un historiador experto en arte y restaurador. Ha estado involucrado en la restauración de numerosas obras de arte, incluyendo a Moisés de Miguel Ángel. En 2009 escribió una biografía sobre el artista y su obra - Miguel Ángel: una vida atormentada narra el viaje del señor de Roma a Florencia, expone sus puntos de vista religiosos cambiando y se examina la complicada política de mecenazgo en la Italia del Renacimiento. También ha escrito La perdida de Miguel Ángel, que utiliza la investigación histórica, la restauración y análisis radiográfico para trazar dos pinturas al estudio de Miguel Ángel.


Marcello Venusti (n. en Mazzo di Valtellina, cerca de Como, entre 1512 y 1515 - f. en Roma, el 14 de octubre de 1579) fue un pintor italiano del renacimiento cercano al círculo artístico de Miguel Ángel.

Es probable que su formación haya comenzado en Mantua, pero las primeras noticias que tenemos de Venusti lo sitúan como miembro del taller de Perino del Vaga  en los años 1540. Su primer encargo importante consistió en copiar a pequeña escala de El Juicio Final de Buonarroti para el cardenal Alessandro Farnese, obra que terminó en 1548. Conservada en el Museo di Capodimonte, la versión de Venusti es hoy un valioso documento, pues muestra el aspecto del gran fresco de Miguel Ángel antes de la alteración de Daniele da Volterra.
La réplica obtuvo la aprobación de Miguel Ángel, con quien Venusti mantuvo una larga relación de amistad, de la que obtuvo beneficios artísticos. En efecto, se especializó en la facturación de copias en pequeño tamaño de las obras de su colega y maestro, para la que muchas veces pudo obtener diseños originales, muchas veces inéditos hasta el momento.

Venusti al parecer buscó divulgar la obra sacra de Miguel Ángel. Sin embargo, sus pinturas son más planas que las originales, con un detallismo miniaturista lejano a la grandeza de sus fuentes. El sentimiento que imprime Venusti a su producción es más sencillo y literal que el de Buonarroti, más profundo y filosófico. A pesar de ello, ambos artistas se sintieron siempre muy cercanos, y prefiguran lo que los expertos denominarán posteriormente como contramaniera.
Venusti también produjo obras de inspiración propia. No se interesó por la estética manieristas, decicándose por el contrario a composiciones sencillas, de carácter naturalista. Su pintura es literal y atenta al detalle, impregnada de un sentimiento religioso de tipo didáctico, que no busca resolver grandes desafíos artísticos. No busca la belleza, al menos de manera evidente, sino que su intención es ilustrar al observador. Su ideología religiosa es afín a la contrarreforma.


Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni (Caprese, 6 de marzo de 1475 – †Roma; 18 de febrero de 1564), también conocido en castellano como Miguel Ángel, fue un escultor, arquitecto y pintor italiano, considerado uno de los más grandes artistas de la historia. Miguel Ángel (llamado Michelangelo), fue uno de los artistas más reconocidos por sus esculturas, pinturas y arquitectura.

Biografía

Nació en Caprese, cerca de Arezzo, hijo de Ludovico di Leonardo Buonarroti Simone, podestà en el Castillo de Chiusi y de Caprese, y de Francesca di Neri del Miniato del Sera. La familia era florentina, pero el padre se encontraba en Caprese al desempeñar el cargo político de podestà.



El padre le hizo estudiar gramática en Florencia con el maestro Francesco da Urbino. Desde muy temprano mostró sus dotes no solo artísticas para la escultura, en la que empezó a despuntar; a pesar de la oposición familiar, para quien un hijo artista suponía una deshonra, entró el 28 de junio de 1488 en el taller de Ghirlandaio, donde permaneció como aprendiz durante ocho años, pasados los cuales, bajo la tutela de Bertoldo di Giovanni, comenzó a frecuentar el Jardín de los Médicis de San Francisco, donde estudió las esculturas 
antiguas allí reunidas. 




Sus primeras obras artísticas suscitaron la admiración de Lorenzo el Magnífico que lo acogió en su Palacio de la Vía Larga entre 1489 y 1492, donde Miguel Ángel se encontró con Poliziano y otros realistas del círculo mediceo, poniéndose en contacto con las teorías absolutistas de Platón, que acabarán por convertirse en uno de los pilares fundamentales de su vida, que se plasmará tanto en sus obras artísticas como en su producción como poeta. 



Se cuenta una anécdota en Florencia sobre su estancia en el Jardín de los Médicis y la admiración que sentía por él Lorenzo el Magnífico, que dice así: un día de estos en los que el joven escultor trabajaba con ahínco en su escultura llegó de pronto Lorenzo, con gesto más que arrogante, y ante el trabajo que el Buonarroti realizaba, un busto de un Baco viejo, le dijo casi con desdén que le vendría mejor a ese rostro la carencia de algún que otro diente, que con ello lograría la expresividad del rictus y ratificaría su presunta vejez. Miguel Ángel se sintió tan contrariado ante lo dicho por el Magnífico, que no vio la hora de que se marchase el príncipe, para saltarle un diente a la estatua.

Entre 1490 y 1502 realiza sus primeros dibujos, estudios sobre los frescos góticos de Masaccio y Giotto y los primeros relieves, La Virgen pontificada («La Virgen de la escalera») y la Batalla de los Centauros, conservados en la casa Buonarroti de Florencia, y en los que existe ya una clara definición de su estilo. En ellos se muestra como el claro heredero del arte florentino de los siglos XIV y XV, al tiempo que establece una vinculación más directa con el arte clásico.



Tras la muerte de Lorenzo el Magnífico, en 1492, Miguel Ángel huye de Florencia y pasa por Venecia, instalándose después en Bolonia. Allí esculpe diversas obras tomando su influencia de la labor de Jacopo della Quercia; en el invierno de 1495 regresa a Florencia, entonces dominada por Savonarola. Al contrario que Leonardo da Vinci, que ve en el fraile a un fanático, Miguel Ángel resulta profundamente afectado por la predicación y del rigor moral del fraile, preguntándose si la iglesia debe ser reformada y suscitando sus primeras dudas sobre el valor ético que ha de darse al arte. 



 En 1496 decide marcharse a Roma, ciudad que le vio triunfar, iniciando una década de intensísima actividad generadora de arte, al término de la cual, sin haber alcanzado apenas los treinta años, se consagra como un artista puntero. 

Antes de 1501 ya había esculpido La Piedad del Vaticano y el Baco de Bargello. En mayo de 1501 vuelve a Florencia. Realiza el Tondo Pitti. En 1504 recibe el encargo de pintar un fresco en el Palacio de la Señoría: La batalla de Cascina; no se llegó a ejecutar, pero sí el cartón, hoy perdido. Realiza entonces el David, obra cumbre de la escultura y de una gran complejidad por lo estrecho que es el mármol, colocado delante del palacio del Ayuntamiento de Florencia (actualmente en la Galería de la Academia), convirtiéndose en la expresión de los supremos ideales cívicos del Renacimiento. La piedad es su única obra firmada.



Miguel Ángel permanece impresionado por las nuevas ideas pictóricas de la envoltura atmosférica y de la indeterminación espacial y psicológica presentes en los cartones o en los estudios de Leonardo para el grupo de Santa Ana con la Virgen, el Niño y san Juan. El cartón, disperso, dado que el conservado en la National Gallery de Londres no se corresponde con las descripciones iconográficas de Vasari y Pietro da Novellara, fue expuesto, en 1500, en la iglesia de la Santissima Annunziata. Y es casi seguro que Miguel Ángel lo estudió, y de ello son prueba los tres tondi que realizó. Entre 1500 y 1501 realiza el temple sobre tabla con Sepultura de Cristo conservado en la National Gallery de Londres.

Entre agosto y septiembre de 1504 le encomiendan el fresco con la Battaglia di Cascina.



En marzo de 1505, Julio II le llama a Roma y le encarga la realización de su monumento fúnebre, proyectando un complejo de arquitectura y escultura monumental, donde se celebrase el triunfo de la Iglesia más que el prestigio del Pontífice. Miguel Ángel, entusiasmado con esta obra, permanece en Carrara durante ocho meses para ocuparse personalmente de la elección y de la extracción de los mármoles necesarios, pero al volver a Roma el Pontífice, absorbido por los planos de Bramante para la reconstrucción de San Pedro, había archivado los planos del mausoleo.

El 17 de abril de 1506 Miguel Ángel, enfadado, abandona Roma y se dirige a Florencia, pero a finales de noviembre, tras los numerosos llamamientos del Pontífice que le amenazó con excomulgarle, se reúne con él en Bolonia. El papa le asignó un trabajo en Bolonia: una colosal estatua de bronce del papa Julio, que entrega en febrero de 1508, en la iglesia de San Petronio. Esta escultura fue destruida en diciembre de 1511 por rebeldes boloñeses.



Entre marzo y abril de 1508, el artista recibe de Julio II el encargo de decorar la bóveda de la Capilla Sixtina, en mayo acepta y los frescos los concluye cuatro años más tarde, tras un solitario y tenaz trabajo. Idea una grandiosa estructura arquitectónica pintada, elaborando esculturas de potentes musculaturas en dos dimensiones, inspirada en la forma real de la bóveda. Al tema bíblico general de la bóveda, Miguel Ángel interpone una interpretación neoplatónica del Génesis, dando forma a la interpretación de las imágenes que se van a convertir en el símbolo mismo del arte del Renacimiento. La obra se presentó públicamente el 31 de octubre de 1512.

Sin embargo, Miguel Ángel padecería trastornos ocurridos por este largo tiempo en el que permaneció acostado. Al lo largo de su vida, vivió con problemas en la espalda y la postura, también generados por una caída desde el andamio que el artista sufrió.

Después de la muerte de Julio II en mayo de 1513, el artista acomete un segundo intento de llevar a cabo la obra del mausoleo del Pontífice. Durante tres años (1513-16), Miguel Ángel trabajó sin interferencias en la tumba, concluyendo entonces la gran estatua sedente de Moisés con las Tablas de la Ley, así como el Esclavo agonizante y el Esclavo rebelde, ambos en el Museo del Louvre, París, que reflejan, con atormentada energía, la terribilità michelangiolesca. Pero este segundo intento tampoco prosperó.



En 1516, por encargo de León X, inicia la fachada de San Lorenzo, trabajo que tendrá que abandonar con gran amargura en 1520. Del proyecto original se conservan numerosos dibujos y una maqueta de madera. A partir de 1520 y hasta 1530, Miguel Ángel se dedica en Florencia a la construcción de la Sacristía Nueva de San Lorenzo y de la Biblioteca Laurenciana, en especial la escalera. Después del saqueo de Roma en 1527 y la expulsión de los Médicis en Florencia, y como hecho meramente anecdótico, Miguel Ángel formó parte del gobierno de esta República, siendo nombrado "gobernador y procurador general de la fabricación y fortificación de las murallas", participando en la defensa de la ciudad asediada por las tropas papales. Con la caída de la República en 1530, el perdón de Clemente VII le salvó de la venganza de los partidarios de los Médicis. A partir de ese año retoma los trabajos de la Sacristía Nueva y del sepulcro de Julio II.

En 1534, a disgusto con la nueva situación política de Florencia, abandona la ciudad estableciéndose definitivamente en Roma, donde acepta el encargo de Clemente VII, para el altar de la Capilla Sixtina, donde realiza el Juicio Final, entre 1536 y el otoño de 1541.

Hacia 1539 entabló una apasionada amistad con Vittoria Colonna, a quien estimó enormemente, y quien tuvo sobre él una gran influencia. Miguel Ángel le dedicó varios de sus sonetos y la retrató en numerosos dibujos.

En 1540 Vittoria le pidió un pequeño cuadro de la Crucifixión que le ayudara en sus oraciones privadas. Tras presentarle varios bocetos, que se conservan en el British Museum y en Louvre, el artista gustoso le pintó un pequeño Calvario quedando Vittoria muy complacida por la espiritualidad de las figuras. En ese momento sólo eran Cristo, la Virgen y la Magdalena.



En 1547 falleció Vittoria y tal era el afecto que Miguel Ángel le profesaba que recuperó el cuadro y la incluyó como María Magdalena abrazando la cruz de Cristo y portando sobre los hombros un pañuelo símbolo de su viudez. A pesar de que se perdió el cuadro original, tenemos muchos dibujos y copias hechas por discípulos de Miguel Ángel. Una de esas copias, que algunos históricos atribuyen a Miguel Ángel, se encuentra en España en la Concatedral de Santa María de la Redonda de Logroño.

Terminado el Juicio Final, el papa Pablo III le encarga la pintura de dos grandes frescos en la nueva Capilla Paulina del Vaticano, pero antes tenía que acabar la tumba de Julio II, lo que motivó un nuevo contrato en 1542, quedando saldado el encargo entre 1544 y 1545 con las dos nuevas figuras: Lía y Raquel. De 1542 a 1550 trabajó en los frescos de la Capilla Paulina: La conversión de san Pablo y El Martirio de San Pedro.



En 1546, a la muerte de Antonio de Sangallo, le sucede en el cargo de arquitecto jefe de San Pedro y se dedicó, de ahí hasta su muerte 18 años más tarde, a la arquitectura y al dibujo. Entre sus trabajos de arquitectura, cabe citar que dirigió las obras de la Biblioteca Laurenciana, que todavía continuaba, la remodelación de la plaza del Capitolio; la capilla Sforza de Santa María la Mayor; la finalización del palacio Farnesio; y, sobre todo, la finalización de la Basílica de San Pedro del Vaticano. De esta época son las últimas esculturas como la Piedad Palestrina o la Piedad Rondanini, así como numerosos dibujos, y poesías de inspiración religiosa.

El 18 de febrero de 1564, falleció Miguel Ángel, a la edad de ochenta y ocho años. Fue enterrado en la iglesia de los Santos Apóstoles de Roma. Más tarde, su cuerpo fue robado y llevado a Florencia, donde está enterrado actualmente en la iglesia de Santa Croce. Fue Giorgio Vasari el encargado de diseñar el monumento que está sobre su tumba y comprende tres figuras llorosas que representan la pintura, la escultura y la arquitectura.

Según Cellini, en una disputa con Miguel Ángel, Torrigiano le dio un puñetazo en la nariz, causándole una desfiguración.

Miguel Ángel, quien frecuentemente era arrogante hacia los demás y estaba continuamente insatisfecho consigo mismo, pensaba que el arte se originaba en la inspiración interior y en la cultura. En contradicción a las ideas de su rival Leonardo da Vinci, Miguel Ángel vio a la naturaleza como un enemigo al que hay que superar. Las figuras que creó están de ese modo en movimientos forzados, cada una en su propio espacio aparte del mundo externo.

Para Miguel Ángel, el trabajo del escultor es liberar la forma que, según él creía, ya se encontraba dentro de la piedra. Esto puede verse de manera más vívida en sus figuras sin terminar, las cuales para muchos parecen estar luchando por liberarse a sí mismas de la piedra. La falta de acabado en sus esculturas se debe a que le desagradaban a medio trabajo y las dejaba sin terminar.



También instiló en sus figuras un sentido de causa moral para la acción. Esto puede verse en la expresión facial de su estatua de mármol, el David. Posiblemente, su segundo trabajo más famoso (después del David) es el fresco del techo de la Capilla Sixtina, la cual es síntesis de arquitectura, escultura y pintura. Su Juicio Final, también en la Capilla Sixtina, es la descripción de una extrema crisis.

Varias anécdotas revelan que las habilidades de Miguel Ángel, especialmente para la escultura, eran profundamente apreciadas en su tiempo. Se dice que siendo aún un aprendiz había hecho un pastiche de una estatua romana (Il putto dormiente o un Cupido dormiente, el niño durmiente) de tal belleza y perfección que luego fue vendida en Roma como un modelo original romano al cardenal Raffaele Riario; descubierto el engaño y rechazada la obra, el cardenal invitó a Miguel Ángel a Roma donde llegó el 25 de junio de 1496.





Otra conocida anécdota dice que cuando terminó el Moisés (San Pietro in Vincoli, Roma), Miguel Ángel golpeó violentamente la rodilla de la estatua con un martillo gritando «¿Por qué no me hablas?». Le influyó en gran medida la escultura del Laoconte, descubierta en su época en las termas del foro. Dice la historia que fue él quien dijo: «Éste es el Laoconte del que habla Plinio». Le impresionó de él la medida monumental del conjunto, la torsión de los cuerpos y la expresividad de los rostros.
La obra de Miguel Ángel, celebrada por sus contemporáneos como el punto culminante del arte renacentista, fue también su dramática conclusión. Sus esculturas, sus pinturas y su arquitectura, fueron admiradas más allá de todo límite, consideradas como creaciones superiores a las de los antiguos y por encima de la naturaleza misma. Pero Miguel Ángel estaba todavía vivo cuando se inició la polémica, entre los apasionados exaltadores de su arte y sus detractores, que condenaban la falta de medida y de naturalidad, contraponiendo su fuerza a la gracia y la elegancia del arte de Rafael.


El carácter profundamente religioso de Miguel Ángel, su genial cabeza le llevaron a ser considerado como un mito lo que le acarreó, como antes se ha apuntado, algunas críticas ya que su dominio de las técnicas clásicas llevaron a que, en cierta medida, jugara con ellas y las sobrepasara. Su modo de ser impulsivo le llevó a dedicarse en su juventud a manifestaciones artísticas principalmente escultóricas en donde el artista tiene una mayor cercanía con su obra, la lleva a cabo él mismo, cosa que se pierde con la arquitectura que por encargo papal acepta en muchas ocasiones principalmente en el segundo tramo de su vida. 


Su proyecto de la basílica Vaticana en la que trabajó durante casi veinte años de su vida simplifica el proyecto que ideó para la misma Bramante, si bien mantiene la estructura en cruz griega y la gran cúpula. Miguel Ángel creaba espacios, funciones englobadoras de los elementos principales sobre todo la cúpula, elemento director del conjunto. A pesar de todo no consiguió ver su idea acabada, para lo cual otro arquitecto debería sustituirle, que fue Maderno en última instancia.



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