Hiram
Bingham se convirtió en un héroe por su hallazgo de la ciudad
sagrada de los
incas
Hace cien
años, el estadounidense Hiram Bingham se convirtió en un héroe
por su hallazgo
de la ciudad sagrada de los incas. Sin embargo, terminó sus
días tildado de
mitómano y saqueador de tesoros.
Cuando George Lucas y Steven Spielberg
llevaron hace
treinta años al cine la historia de Indiana Jones, un profesor de
Arqueología
que en sus ratos libres se dedicaba a viajar por el mundo en busca
de reliquias
y ciudades perdidas, a muchos les pareció familiar la figura de
este hombre
apuesto, de contextura alta y sombrero de explorador. Hiram
Bingham, un
profesor estadounidense de la Universidad de Yale que saltó a la
fama por haberle mostrado
al mundo Machu Picchu, tenía las mismas características y, aunque
Lucas y
Spielberg nunca afirmaron que les sirvió de inspiración para crear
a uno de los
personajes más grandes de Hollywood encarnado por Harrison Ford,
cuesta trabajo
pensar en otro más parecido.
Por estos días, el nombre de
Bingham vuelve a
cobrar protagonismo, pues el 24 de julio se conmemoran cien años
de su llegada
a Machu Picchu, la ciudadela inca declarada una de las Siete
Maravillas del
Mundo Moderno. Este lugar es uno de los destinos turísticos más
visitados de
Latinoamérica y la principal muestra arqueológica de la grandeza
del Imperio
inca. Aunque cerca de un millón de personas celebrarán allí por
todo lo alto el
aniversario, muchos no recuerdan al explorador norteamericano como
un héroe,
sino como un mitómano y una figura mediática que quiso ganar fama
con el
hallazgo y saquear las reliquias que encontró en su camino. Esos
críticos
sostienen que se trataba de un personaje fatuo y presuntuoso, que
buscaba más
su figuración personal que el éxito científico.
Hijo de una familia protestante, Bingham no quiso seguir los pasos de su padre y su abuelo, misioneros religiosos en el antiguo Reino de Hawái durante el siglo XIX. Por el contrario, dedicó su vida a estudiar y obtuvo un PhD en la Universidad de Harvard, donde dictó clases de Historia y Ciencia Política. La Universidad de Yale lo nombró profesor de la cátedra de Historia de América del Sur, motivo por el cual empezó a viajar a ese subcontinente.
Hijo de una familia protestante, Bingham no quiso seguir los pasos de su padre y su abuelo, misioneros religiosos en el antiguo Reino de Hawái durante el siglo XIX. Por el contrario, dedicó su vida a estudiar y obtuvo un PhD en la Universidad de Harvard, donde dictó clases de Historia y Ciencia Política. La Universidad de Yale lo nombró profesor de la cátedra de Historia de América del Sur, motivo por el cual empezó a viajar a ese subcontinente.
Primero fue a Santiago de Chile, donde representó a su país en el Congreso Científico Panamericano de 1908. Un año después, decidió regresar para recorrer a caballo el antiguo camino real de Buenos Aires a Lima, pero su idea era partir desde Cuzco. Cuando llegó allí, contactó al prefecto de dicha localidad, quien lo invitó a unirse a una expedición hacia las ruinas de Choquequirao, una ciudadela construida aproximadamente en el siglo XV. La mayoría creía que esa era la mítica Ciudad Perdida de los Incas, donde el último emperador enfrentó a los conquistadores españoles en el siglo XVI y cuya localización se había olvidado con el paso de los años. Pero Bingham no se dejó impresionar, pues según sus investigaciones debía quedar en otra región.
El explorador entonces viajó a Estados Unidos en plan de conseguir
recursos
para organizar una nueva expedición que le permitiera confirmar su
teoría. Se
desplazó hacia Cuzco nuevamente a mediados de 1911, y luego de
recorrer durante
dos semanas el cañón del Urubamba, en la mañana del 24 de julio
llegó al puente
de Mandor. Allí, un niño nativo, hijo de un residente de la zona
llamado
Melquíades Richarte, lo condujo a través de la espesa vegetación y
le mostró
las ruinas de Machu Picchu, que significa 'montaña vieja' en
lengua quechua.
Deslumbrado, Bingham describió el lugar en su bitácora como "un
laberinto
de muros y edificaciones recubiertas por selva verde".
A pesar de que no quedaba donde el explorador creía,
inmediatamente pensó que
había encontrado lo que buscaba. Y fiel a su costumbre de inflar
sus hazañas,
fue mucho más allá. "Bingham no solo consideró que era la Ciudad
Perdida,
sino también la cuna de la civilización inca. Él era un romántico,
y a pesar de
que no había suficiente evidencia científica, lo consideró así
porque hacía de
su viaje una historia fantástica y digna de contar", le explicó a
SEMANA
Christopher Heaney, autor de una biografía sobre el explorador
titulada Cradle
of Gold: The Story of Hiram Bingham, a Real-Life Indiana Jones,
and the Search
for Machu Picchu. Bingham siempre estuvo convencido de que tenía
la razón y dio
testimonio de ello en La Ciudad Perdida de los Incas, un libro que
se convirtió en
best-seller en 1948 y que posteriormente fue rebatido por
expertos.
Hoy los historiadores coinciden en que Machu Picchu no es la
famosa Ciudad
Perdida y que en realidad fue construida alrededor del año 1450,
es decir, en
el periodo tardío del Imperio inca, como un sitio exclusivo para
las élites.
Allí se reunían entre 500 y 800 personas, principalmente mujeres,
a descansar y
realizar ritos religiosos. Además de ser una obra maestra de la
ingeniería
civil, los especialistas afirman que fue construida en una zona
geográfica
sagrada. De hecho, en los días del equinoccio de invierno y
verano, los rayos
del sol entran por la ventana central del observatorio astronómico
de la
ciudadela, lo cual demuestra que esta civilización, al igual que
muchas de la
era precolombina, era muy avanzada en astronomía, geología e
ingeniería.
Un año después, Bingham organizó una expedición más grande con
el apoyo
financiero de la Universidad de Yale, de la National Geographic
Society de Washington y de su esposa, Alfreda Mitchell, dueña de
la joyería
Tiffany de Nueva York. En esa ocasión lo acompañó un equipo
conformado por
geólogos, arqueólogos, ingenieros y topógrafos, para terminar de
quitar la
maleza y así estudiar mejor las ruinas. Como dato curioso, la
revista National
Geographic, bajo la dirección del inventor del teléfono,
Alexander Graham Bell,
celebró su vigésimo quinto aniversario en 1913 con una edición
especial
dedicada al hallazgo, que incluía las primeras fotos de la
ciudadela.
El interés que generó entre la comunidad científica le permitió
a Bingham
reunir recursos para realizar una tercera expedición, en 1915.
Ya desde el
viaje anterior había acordado con el presidente peruano Augusto
B. Leguía
llevarse algunas piezas del lugar para examinarlas en Estados
Unidos y
devolverlas 18 meses más tarde.
Pero cuando se cumplió el plazo,
no las retornó
porque, según él, acababa de enlistarse en la Fuerza Aérea y no
le
había quedado tiempo de revisarlas. Al final, el trato se enredó
y las cerca de
46.000 reliquias, entre vasijas, huesos y artículos de cerámica
y metal,
permanecieron durante casi un siglo en los estantes de Yale.
Con el paso del tiempo, el gobierno peruano demandó a esa
institución porque
los objetos hacían parte de su patrimonio cultural, pero las
directivas de Yale
se negaron a devolverlos. Tras una larga batalla legal, la
justicia les dio la
razón a los peruanos y el año pasado llegaron las primeras
piezas al país. Se
espera que la colección esté completa a finales de 2012 y que
sea exhibida en
un museo de Cuzco de forma permanente.
La polémica por el tesoro acabó con la reputación de Bingham en
Perú, pero no
es la única que afecta su imagen. Poco después de su hazaña, el
misionero
británico Thomas Payne afirmó que había estado en Macchu Picchu
antes que el
estadounidense y que había cometido la ingenuidad de darle
pistas de su
ubicación. Y recientemente se supo también que el ingeniero y
comerciante
alemán Augusto Berns arribó a ese lugar alrededor de 1860, es
decir cuarenta años
antes que Bingham. De hecho, hay registros históricos que
prueban que vivió
allí y además diseñó los primeros mapas de esas tierras y obtuvo
un permiso
para remover algunos de los tesoros que había en esa área. Hoy
varios
académicos coinciden en que el norteamericano estaba al tanto de
las
actividades de sus antecesores, y que era una exageración
proclamarse su
descubridor.
Si se trata de ahondar aún más en el debate sobre el verdadero
descubridor,
basta recordar las evidencias que existen de la época de la
Conquista. "Este
sitio arqueológico está mencionado en documentos del siglo XVI
-dijo a SEMANA
el reconocido antropólogo peruano Jorge Flores Ochoa-. Se sabe,
por ejemplo,
que Machu Picchu estaba entre los lugares que Francisco Pizarro
recorrió, y que
para finales del siglo XIX había gente que conocía y vivía cerca
de las
ruinas". Por eso, según él, es importante aclarar que el evento
que se
conmemora este mes es el hallazgo científico.
Para quitarse de encima la fama de ladrón de tesoros e ideas, Bingham trató de reinventarse en el mundo de la política. Luego de luchar como piloto en la Primera Guerra Mundial, fue elegido vicegobernador de Connecticut y más adelante, gobernador. En este último cargo solo duró un día, pues tras la sorpresiva muerte de un senador republicano, ganó una elección especial para ocupar esa vacante en el Congreso. Pero su carrera de legislador también terminó mal, al ser hallado culpable de corrupción en la década de los treinta. No pudo volver a aspirar a un cargo público y pasó los últimos años de su vida en puestos administrativos menores. Paradójicamente, el hombre que alguna vez afirmó que su descubrimiento era comparable con el de Cristóbal Colón murió en 1956, a los 80 años, completamente desprestigiado.
Independientemente de la controversia que rodeó a Bingham, la
mayoría de los
historiadores admiten que solo gracias a su trabajo el mundo se
percató de la
existencia de Machu Picchu. Desde que la noticia salió a la luz,
se convirtió
en un sitio de peregrinación obligado y hoy alrededor de 800.000
personas lo
visitan cada año. "Más que un homenaje, el centenario debe ser
una
oportunidad para que los peruanos reafirmen su compromiso de
preservar este
lugar sagrado", explicó a esta revista David Ugarte, antropólogo
y exdirector
del Instituto Nacional de Cultura de Cuzco. Porque, aunque lo de
Bingham fue
más un show mediático muy al estilo de Indiana Jones, no hay que
desconocer que
Machu Picchu es ciertamente una maravilla que la humanidad tenía
derecho a
conocer.
Hiram Bingham (19 de noviembre de 1875 - 6 de junio de 1956) fue
un explorador y
político de los Estados Unidos. Se le conoce debido a que le
hizo saber al
mundo, mas no descubrió la existencia del asentamiento inca de
Machu Picchu en
el año de 1911. Más tarde, fue gobernador de Connecticut y
miembro del Senado
de su país
Bingham nació en Honolulu,
Hawái y era hijo
y nieto de los primeros misioneros protestantes del reino de
Hawái. Cuando era
adolescente se estableció en los Estados Unidos con el propósito
de completar
sus estudios. Entró en la Phillips Academy en Andover, en el
estado de Massachusetts,
de donde se graduó en 1894. Obtuvo la licenciatura en
Adminisitracion de
Empresas por la Universidad
de Yale en 1898, un título de grado de la Universidad de
California en Berkeley en 1900, y el de doctor en la Universidad
de Harvard
en 1905. Trabajó como profesor de historia en esta última
universidad y luego
en la de Universidad de Princeton.
Era profesor en Yale cuando encabezó una exploración por América del Sur en donde gracias a las indicaciones de un indígena, descubrió las ruinas incaicas de Machu Picchu desde donde sustrajo cincuenta mil piezas arqueológicas que hoy se encuentran en la Universidad de Yale siendo reclamadas desde hace décadas por el gobierno peruano, que hace poco logro repatriar tan sólo 300.
Su descubrimiento costó mucho tiempo y dinero. Tras dos expediciones, logró encontrar las ruinas. En 1908 se desempeñó como delegado del Primer Congreso Panamericano Científico en Santiago de Chile. Un artículo del semanario Los Angeles Times manifestó que la vida de Bingham como profesor y explorador fue usada como inspiración para los fundamentos del personaje de Indiana Jones. Aunque también, se pueda decir que esto se haya inspirado en la vida del malogrado explorador inglés Percy Fawcett.
El hacendado cusqueño Agustín Lizárraga descubrió la llamada "ciudad perdida de los Incas" en un viaje que realizó a la zona selvática del departamento sureño del Cusco el 14 de julio de 1902, nueve años antes que Bingham, reveló el diario limeño "La República". La historiadora peruana Mariana Mould de Pease mantuvo, por su parte, que el propio Bingham aceptó que el hacendado cusqueño fue el primero en visitar la ciudadela Inca.
Mould señaló que el testimonio se puede encontrar en la biografía del investigador que escribió su tercer hijo, Alfred M. Bingham, titulada "Retrato de un explorador: Hiram Bingham descubridor de Machu Picchu". Según esa versión, Alfred M. Bingham descubrió en la libreta de su padre una inscripción que decía "Agustín Lizárraga es el descubridor de Machu Picchu y vive en el pueblo de San Miguel". Además, señaló que en una de las paredes del templo de las Tres Ventanas de la ciudadela figuraba una inscripción hecha a carbón que decía "Lizárraga 14 de julio de 1902".
La historiadora añadió que años después de su primer viaje, Lizárraga intentó retornar a Machu Picchu por el mismo trayecto de la expedición de 1902. "Esta vez lo hizo durante la temporada de lluvias y cuando pretendió cruzar el río Urubamba para trepar hasta las alturas de Machu Picchu, las turbulentas aguas lo arrastraron y nunca se pudo encontrar su cuerpo", afirmó. El propio hijo de Bingham remarcó que su padre fue "modificando" su historia del descubrimiento hasta eliminar totalmente la mención a Lizárraga en su libro "La ciudad perdida de los Incas".
Augusto Bernardino Leguía y Salcedo (* Lambayeque, 19 de febrero de 1863 - † Lima, 6 de febrero de 1932), fue un político peruano que ocupó la Presidencia del Perú en dos ocasiones: de 1908 a 1912 y de 1919 a 1930. En total gobernó 15 años, siendo el mandatario peruano que más tiempo ha gobernado.
Hombre de negocios muy hábil, hizo fortuna con la industria azucarera y en el rubro de la venta de seguros.
Un misionero bautista Inglés, Thomas Payne, que vivió en el Perú desde 1903 hasta 1952, también afirmó que no sólo han encontrado Machu Picchu en primer lugar.
Augusto Berns, un buscador de oro y empresario maderero alemán, el primero que localizó las ruinas, en 1867, y quien las saqueó durante años, con la anuencia del Gobierno peruano, según concluye una investigación liderada por el cartógrafo estadounidense Paolo Greer.
Berns se habría adelantado a Bingham en casi 40 años, según la nueva investigación. El alemán se instaló en la región de Cuzco y creó una empresa maderera y de explotación minera en la segunda mitad del siglo XIX, desde donde comenzó a saquear las reliquias de Machu Picchu con el conocimiento del gobierno. "Hay documentos que señalan textualmente que Berns tenía que entregar el 10% de las alhajas y joyas de oro y plata que salen de las ruinas incaicas", afirmó Carcelén.
El historiador denuncia que existen importantes colecciones de piezas incaicas en Europa, sobre todo en Alemania, que empezaron fueron recibidas a finales del siglo XIX sin que nadie sepa su origen. Carcelén lamentó que estas reliquias saqueadas nunca se hayan reclamado, como sí sucede con las que Bingham se llevó en 1912 a EE UU. De hecho, Perú mantiene un contencioso con la Universidad de Yale por la devolución de más de 40.000 piezas procedentes de la ciudadela, conservadas en la universidad desde hace casi un siglo.
Lima solicita la devolución de todas las piezas, pero Yale pretende devolver a Perú tan sólo 384 piezas en un plazo de dos años. Eso sí, tendrán que ser exhibidas en un museo que se construirá en Cuzco bajo las condiciones dictadas por la institución estadounidense.
Todo este halo de misterio rodea a Machu Pichu , lo hace mas que interesante,
Fuentes:
Extraordinario hallazgo quien no desearía conocer tan importantes y veradas reliquias de nuestro pasado
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