El quino. Arbol que ayuda a la cura de la malaria,
La malaria es una enfermedad producida por parásitos del género Plasmodium,
que es probable que se haya transmitido al ser humano por los gorilas
occidentales. Es la primera en importancia de entre las enfermedades
debilitantes. Entre 700.000 and 2,7 millones de personas mueren al año por
causa de la malaria, de los cuales más del 75% son niños en zonas endémicas de
África. Asimismo, causa unos 400–900 millones de casos de fiebre aguda al año
en la población infantíl (menores de 5 años) en dichas zonas.
El término malaria proviene del italiano medieval mala aria (mal
aire); en español se le llama también paludismo, del latín palus,
«pantano».
La enfermedad puede ser causada por una o varias de las diferentes especies
de Plasmodium: Plasmodium falciparum, Plasmodium vivax, Plasmodium
malariae, Plasmodium ovale o Plasmodium knowlesi, siendo las
tres primeras reportadas en el continente americano. Los vectores de esta
enfermedad son diversas especies del género Anopheles. Como es sabido,
tan sólo las hembras de mosquitos son las que se alimentan de sangre para poder
madurar los huevos, y por tanto los machos no pican y no pueden transmitir
enfermedades ya que únicamente se alimentan de néctares y jugos vegetales.
La malaria ha infectado a los humanos durante más de 50.000 años, y puede
que haya sido un patógeno humano durante la historia entera de nuestra especie.
De cierto, especies cercanas a los parásitos humanos de la malaria se han
encontrado en los chimpancés, pariente ancestral de los humanos. Se encuentran
referencias de las peculiares fiebres periódicas de la malaria a lo largo de la
historia, comenzando desde 2700
a. C. en China.
Los estudios científicos sobre la malaria hicieron su primer avance de
importancia en 1880, cuando el médico militar francés Charles Louis Alphonse
Laveran, trabajando en Argelia, observó parásitos dentro de los glóbulos rojos
de personas con malaria. Propuso por ello que la malaria la causaba un protozoario,
la primera vez que se identificó a un protozoario como causante de una
enfermedad. Por este y otros descubrimientos subsecuentes, se le concedió el Premio
Nobel en Fisiología o Medicina en 1907. Al protozoario en cuestión se le llamó Plasmodium,
por los científicos italianos Ettore Marchiafava y Angelo Celli. Un año
después, Carlos Finlay, un médico cubano que trataba pacientes con fiebre
amarilla en la Habana,
sugirió que eran los mosquitos quienes transmitían la enfermedad de un humano a
otro.
Posteriormente, fue el británico Sir Ronald Ross, trabajando en la India, quien finalmente
demostró en 1898 que la malaria era transmitida por los mosquitos. Lo probó al
mostrar que ciertas especies del mosquito transmitían la malaria a pájaros y
aislando los parásitos de las glándulas salivales de mosquitos que se
alimentaban de aves infectadas. Por su aporte investigador, Ross recibió el
premio Nobel de Medicina en 1902. Después de renunciar al Servicio Médico de la India, Ross trabajó en la
recién fundada Liverpool School of Tropical Medicine y dirigió los esfuerzos
por controlar la malaria en Egipto, Panamá, Grecia y Mauricio. Los hallazgos de
Finlay y Ross fueron confirmados luego por un comité médico dirigido por Walter
Reed en 1900, y sus recomendaciones implementadas por William C. Gorgas en
medidas de salud adoptadas durante la construcción del Canal de Panamá. Este
trabajo salvó la vida de miles de trabajadores y ayudó a desarrollar los
métodos usados en campañas de salúd pública contra la malaria.
El primer tratamiento eficaz para la malaria fue la corteza del árbol Cinchona,
que contiene el alcaloide quinina. Este árbol crece en las colinas de los Andes,
en particular en Perú. Los habitantes del Perú usaban el producto natural para
controlar la malaria, y los Jesuitas introdujeron esta práctica en Europa durante
los años 1640, donde fue aceptada con rapidez. Sin embargo, no fue sino hasta 1820
cuando la quinina, el ingrediente activo, fue extraída de la corteza y nombrada
por los químicos franceses Pierre Joseph Pelletier y Jean Bienaime Caventou.
A comienzos del siglo XX, antes de los antibióticos, los pacientes con sífilis
eran intencionalmente infectados con malaria para crear una fiebre, siguiendo
las investigaciones de Julius Wagner-Jauregg. Al controlar la fiebre con
quinina, los efectos tanto de la sífilis como la malaria podían ser
minimizados.
Algunos de los pacientes murieron por la malaria, pero el riesgo
era preferible por encima de la casi segura muerte por sífilis.
A pesar de que en el estadio sanguíneo y en el mosquito del ciclo de vida de
la malaria se estableció en el siglo XIX y a comienzos del siglo XX, solo en
1980 se observó la forma latente hepática del parásito. Este descubrimiento
explicó finalmente por qué daba la impresión de que algunas personas se curaban
de la enfermedad, para recaer años después de que el parásito hubiese
desaparecido de su circulación sanguínea.
La quinina o chinchona, C20H24N2O2
es un alcaloide natural, blanco y cristalino, con propiedades antipiréticas, antipalúdicas
y analgésicas. Tiene un sabor muy amargo. Es un estereoisómero de la quinidina.
La quinina era el principal compuesto empleado en el tratamiento de la malaria
hasta que fue sustituido por otros medicamentos sintéticos más eficaces, como
la quinacrina, cloroquina y primaquina. La quinina se puede utilizar todavía en
el tratamiento de la malaria resistente. También se intentó utilizar para
tratar pacientes infectados con priones, pero con un éxito limitado. Es un
compuesto empleado frecuentemente en la adulteración de la heroína
La corteza del quino, que contiene quinina, era conocida por sus propiedades
curativas por los nativos americanos, pero no se incorporó al acervo cultural
europeo hasta que no fueron descubiertas sus propiedades antimaláricas. La
fecha exacta de este descubrimiento es polémica: la malaria no existía en
Sudamérica, así que los nativos no podían conocer sus propiedades antimaláricas.
En 1638, las propiedades de la corteza de la quina fueron descubiertas por la Condesa de Chinchón (esposa del Virrey, Luis
Fernández de Cabrera), en Perú, cuando observó que los curanderos nativos la
empleaban para tratar las fiebres, pero las referencias a las propiedades
curativas de la quinina y su exportación habían comenzado tiempo atrás. El
nombre científico cinchona se refiere directamente a la Condesa (Linneo transcribió el sonido español 'chi'
a la manera italiana: 'ci', lo cual era frecuente en la época)
El uso a gran escala de la quinina como profiláctico tiene su origen en 1850,
aunque su uso se remonta, en Europa, y sin aislar ni purificar, al siglo XVII.
El quino sigue siendo la única fuente útil de quinina. Sin embargo, en
tiempos de guerra, se intensificaron los esfuerzos para lograr su síntesis
total. Los químicos americanos R.B. Woodward y W.E. Doergin consiguieron
sintetizarla en 1944. Desde entonces, se han conseguido otras síntesis totales
más eficaces, pero ninguna de ellas puede competir a nivel económico con las
técnicas de aislamiento y purificación del alcaloide a partir de fuentes
naturales.
El uso de la quina a dosis terapéuticas puede provocar cinchonismo;
en dosis altas o casos raros, puede ser incluso letal, provocando un edema
pulmonar agudo y fulminante. En dosis muy elevadas puede provocar aborto
espontáneo. Además, la quinina es considerada un teratógeno de categoría X por la FDA estadounidense, lo cual
significa que puede causar defectos de nacimiento (especialmente sordera) si es
tomada por mujeres durante el embarazo.
La quinina se usa como potenciador del sabor en el agua tónica,
confiriéndole su característico sabor amargo. Debido a los efectos secundarios
de altas dosis de quinina, su concentración se ha limitado por la FDA estadounidense a un máximo
de 83 ppm. Este valor es aproximadamente un cuarto del empleado
terapéuticamente. Los colonos británicos presentes en la India, según la tradición,
mezclaron el agua tónica empleada por los hindúes con ginebra, para compensar
con su sabor dulce el amargor del agua tónica, dando lugar al conocido cóctel gin-tonic.
Sir Ronald Ross (Almora, India, 13 de mayo de 1857 - Londres, 16 de
septiembre de 1932) fue un naturalista, médico, matemático, zoólogo, entomólogo
escocés, quien relacionó la malaria con los mosquitos.
Estudió medicina en el Hospital de St. Bartholomew de Londres. Médico
militar en 1881, once años después comenzó a investigar la transmisión y el
control de la malaria. Mientras dirigía una expedición por África Occidental en
1889, identificó la presencia de mosquitos portadores de la enfermedad y
organizó su exterminio a gran escala.
En 1895 Ross puso en marcha una serie de experimentos que demostraron que la
malaria es transmitida por mosquitos; descubrió también el ciclo vital del
parásito de la malaria en el mosquito Anopheles. Por este descubrimiento fue
galardonado en 1902 con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina.
En 1913 fue nombrado médico de enfermedades tropicales del King's College
Hospital, en Londres. Poco después fue nombrado director jefe del Instituto y
Hospital para Enfermedades Tropicales Ross de Londres. Ross fue elegido miembro
de la Royal Society
en 1901 y nombrado sir en 1911.
Pero cual es este arbol
tan bueno para la salud,
El quino, kina, quinina
roja o cascarilla (Cinchona pubescens) es un árbol de
la familia de las rubiáceas, originario de Ecuador, Colombia, Venezuela, Perú y
Bolivia. Está incluido en la lista 100 de las especies exóticas invasoras
más dañinas del mundo de la Unión Internacional
para la Conservación
de la Naturaleza.
La corteza del quino contiene varios alcaloides,
el principal de los cuales es la quinina, de propiedades medicinales
ampliamente reconocidas; además quinidina, cinconina y cinconidina. La corteza
recopilada y molida se usa para tratar el paludismo y es denominada en la farmacia
como Cinchonae cortex. La medicina tradicional le atribuye también
propiedades como antiséptico, preparada en infusión. Las cortezas de otras
especies del género Cinchona, como C. calisaya y C.
officinalis, también contienen quinina y tienen similares aplicaciones.
Las propiedades medicinales de la corteza de los quinos eran conocidas por
los indígenas. En 1638 la condesa de Chinchón, esposa del Virrey del Perú, fue
curada del paludismo con una preparación de esta corteza lo que comenzó a
extender su uso. Fue conocida por los europeos como "cascarilla de la
condesa" o como "cascarilla de los jesuitas" por haber sido
difundida por esa comunidad religiosa y más tarde en el resto del mundo como
"cascarilla del Perú".
En 1753 Linneo describió por primera vez una especie de este género (C.
officinalis). La expedición de los botánicos Ruiz y Pavón que llegó al Perú
en 1778 por orden de Carlos III de España enfatizó la recolección de plantas
medicinales y entre ellas los quinos. En 1790 Vahl describió Cinchona
pubescens y entre 1778 y 1779 Ruiz y Pavó publicaron descripciones de los
especímenes que recoelctaron. La expedición botánica de José Celestino Mutis en
la Nueva Granada
también recolectó especímenes de quino.
Durante el siglo XIX la tumba de árboles para la recolección de corteza de
quino adquiró caracteres desenfrenados causando daños ecológicos y escasez del
preciado medicamento. En 1852 los holandeses llevaron semillas de quino a Java
y establecieron plantaciones de alta productividad y lograron obtener cortezas
con mayor concentración de quinina. La actual Indonesia se convirtió en el
mayor productor de quina del mundo. Los británicos establecieron también
plantaciones, en la India
y Ceilán.
Durante la fase final de la construcción del Canal de Panamá un pequeño
grupo de médicos tradicionales indígenas Kallawaya viajó desde Bolivia a
atender a los trabajadores, muchos de los cuales estaban afectados por el
paludismo y entre los medicamentos naturales que ponían a disposición de sus
pacientes. Entre tanto, la agroindustria y la industria farmacéutica alrededor
de la quina alcanzaron dimensiones considerables en el mundo.
Al comenzar la II Guerra
Mundial la producción de quina se convirtió en objetivo militar. Los japoneses
se apoderaron de Indonesia, por lo que los aliados decidieron fomentar las
plantaciones en Suramérica, en Puerto Rico y en lugares donde se convirtieron
en problemas ecológicos, como las islas Galápagos Las bonanzas de la quina
terminaron cuando el desarrollo de medicamentos sintéticos sustituyó el uso
masivo de la quina en el tratamiento del paludismo, a pesar de lo cual en
varios lugares sigue siendo tratamiento de elección o en algunos casos, el
único disponible.
Fuentes:
magnifico tu blog, felicitaciones y muchas gracias por tanta y tan buena informacion.
ResponderEliminarlo mejor para ti
ricardo