sábado, 1 de octubre de 2011

La lucha por el galeón san José,


La lucha por el galeón san José, 


Miles de millones de dólares (en forma de tesoros) se encuentran en el fondo del mar a la espera de rescate. Una empresa que atrae a varias firmas especializadas en la localización y rescate de barcos hundidos hace cientos de años.
El monto de los tesoros parece justificar el que las empresas privadas de rescate entablen larga batallas legales -que pueden durar décadas- con los gobiernos que reclaman la propiedad de los barcos o sus derechos sobre las aguas territoriales.
Además de que expertos en arqueología los señalen bajo sospecha de "saqueo".
Tal es el caso de la firma estadounidense Odissey Marine Exploration con el gobierno de España, o el de la empresa Sea Search Armada con el de Colombia, entre otros.

Uno de estos casos es el galeón San José,
El San José fue un galeón del imperio español, construido en 1698. En 1706 el galeón San José zarpó junto con otros barcos para el Mar Caribe y llegó a Cartagena de Indias después de un mes de navegación. En 1708 el galeón San José junto con el San Joaquín y otros barcos de la flota imperial zarparon de Portobelo hacia Cartagena de Indias. En el San José fueron cargadas 11 millones de monedas de oro. La flota fue atacada por barcos ingleses y el galeón San José se hundió con sus tesoros en frente a la Península de Barú, (actual mar de Colombia)

A partir del 1980 varias empresas de buscadores de tesoros intentaron sacar del mar el más grande tesoro sumergido de todos los tiempos valorado en 6.000 millones de dólares estadounidenses

Construido con las especificaciones de Francisco Antonio Garrote por Pedro de Aróstegui en los astilleros de Mapil, Usurbil, cerca de San Sebastián, aunque en un principio pensó en construirlos en los astilleros de Basanoaga de Rentería. En 1696 firmó un contrato con la Corona para la fabricación de dos buques gemelos de 1.200 toneladas, la capitana y almiranta de la Armada de la Guarda de la Carrera de Indias, conocida como Armada de Avería, que serían llamados San José y San Joaquín. Pedro de Aróstegui subcontrató al asentista Miguel de Echebeste para la fabricación del San José.
Comenzaron a construirse en 1697, año de la muerte de Pedro, siendo acabados en 1698 y entregados por su hijo Pedro Francisco de Aróstegui al año siguiente. Disponían de dos cubiertas y castillo y portas para setenta cañones, aunque nunca llegó a embarcarlos, contando en su salida para América con 26 cañones de 18 libras, 26 de 10 libras y 8 ó 10 cañones de seis libras. Sus medidas les daban una eslora de 71 codos, 22 de manga y 10 de puntal en la bodega (el resto de sus medidas se pueden consultar en A. G. I., Indiferente, folio 578-81v).

Desde su entrega en 1699 hizo la travesía de Pasajes a Cádiz con su gemelo San Joaquín para alistarse en su viaje de escolta con la flota de Galeones a Tierra Firme. La guerra de Sucesión en la que España estaba inmersa fue retrasando año tras año este viaje haciendo que los gastos se disparasen. Los víveres embarcados en 1701 y años sucesivos tuvieron que ser arrojados al mar al estar podridos. Lo mismo ocurría con las tripulaciones, que tenían que ser licenciadas y vueltas a embarcar en las varias ocasiones en que la flota tuvo órdenes de zarpar; marzo 1700, enero 1701, mayo 1702, septiembre 1703, marzo 1704, febrero 1705 y febrero de 1706. Durante estos años hubo de dejar una mínima tripulación para el mantenimiento y vigilancia de los buques.

 

A finales de agosto de 1702 la flota se vio inmersa en un ataque inglés a Cádiz, atacada por la escuadra del almirante sir George Rooke, siendo el general José Fernández de Santillán, comandante de la Armada de Avería, el encargado de la defensa de la bahía y ciudad de Cádiz, auxiliado en el mar por las galeras del conde de Fernán Núñez. Rooke y sus fuerzas de desembarco, al mando del general duque de Ormond, son rechazados, siendo el anciano general español nombrado en 1704 conde de Casa Alegre por el rey Felipe V, donde se habían distinguido sus galeones en el fuerte de Matagorda. Rechazado en Cádiz partió Rooke al norte el 30 de septiembre para regresar a Inglaterra, donde en la costa portuguesa recibe información de la llegada a Vigo de los buques españoles de América, capturando así la Flota de Nueva España de Manuel de Velasco, que se había refugiado en Vigo. En Rota y Santa María los ingleses saquearon casas y haciendas, quemando varios de los mercantes listos para zarpar con la Flota de Galeones de José Fernández de Santillán.

 

Tras la pérdida de Gibraltar hubo un intento del recuperarla a cargo del barón de Pointis que disponía de 13 navíos. Zarparon de Cádiz con los galeones del conde de Casa Alegre, pero la escuadra de Pointis, que ya había comenzado el bloqueo de Gibraltar, rehusó enfrentarse el 21 de marzo de 1705 con la inglesa del vicealmirante John Leake, que había llegado para abastecer la plaza, pero son perseguidos y capturados cerca de Punta Cabrita los navíos franceses Ardent, Marquis y Arrogant, siendo quemados para evitar su captura el Magnanime y el Lyx.


Por fin, después de una espera de siete años, la Flota de Galeones de Tierra Firme zarpa de Cádiz el 10 de marzo de 1706. Estaba compuesta por 10 mercantes con la escolta del San José (capitana), insignia del general José Fernández de Santillán conde de Casa Alegre, el San Joaquín (almiranta), que estaba a cargo del almirante Miguel Agustín de Villanueva, el patache Santa Cruz (gobierno), navío mercante armado con 44 cañones, tripulado por 300 hombres y puesto al mando de Nicolás de la Rosa, conde de Vega Florida (vicealmirante lo nombra alguna fuente inglesa). La travesía del Atlántico se hizo en unión de la Flota de Nueva España de 13 mercantes y tres de guerra a cargo de Diego Fernández de Santillán, sobrino del conde de Casa Alegre, que izaba su insignia en la capitana, navío Nuestra Señora de Guadalupe, de la Armada de Barlovento.

Llegaron sin contratiempos a Cartagena de Indias el 27 de abril (según Pérez-Mallaina llegaron el 19 de abril y tardaron 41 días). Poco después llega a Cartagena la escuadra del francés Jean Duchase que escolta a la Flota de Diego Fernández hasta Veracruz. Con la flota llegó el nuevo virrey del Perú D. Manuel de Oms de Santa Pau y Semanat, marqués de Castell dos Rius.

 

Mientras tanto, la flota de Casa Alegre permanece en Cartagena de Indias esperando que el virrey de Perú organizara la Feria de Portobelo, como siempre se hacía a la llegada de la flota de Tierra Firme. A causa del contrabando, sobre todo francés, los comerciantes del virreinato no estaban entusiasmados con la llegada de unos géneros mucho más caros. Todavía no había comenzado a llegar el Navío de permiso inglés que agravaría la situación a partir de 1713. Era muy necesaria la venta de las mercancías para la Corona, sobre todo para propiciar el regreso de la flota con los caudales que tanto necesitaba, aparte los gastos que ocasionaba el mantenimiento de los buques y tripulaciones.

Por las presiones del Rey se logra que zarpe de El Callao el 19 de diciembre de 1707 los comerciantes limeños para desembarcar en Panamá, mientras la flota de Casa Alegre zarpa de Cartagena de Indias el 2 de febrero de 1708 y llega a Portobelo el día 10 para organizar la feria, que no termina de arrancar por una serie de contratiempos y desavenencias entre los comerciantes y el general. Entraba en juego la picaresca para defraudar a la Hacienda Real, algo tan común que era norma.

 

La feria concluye en abril-mayo de 1708 y Casa Alegre se dispone a zarpar de Portobelo a Cartagena, donde debía reparar las naves antes de dirigirse a La Habana. Llevaban embarcados 22 millones de monedas de a ocho escudos; el San José se cree que iba cargado con entre 7 a 11 millones de monedas de ocho escudos en oro y plata, valorados en 105 millones de reales de la época, entre 2.000 y 5.000 millones de dólares actuales. Aparte de esta carga llevaban otras mercancías y unos 600 pasajeros y tripulantes, que los hacían poco aptos para el combate naval si debían enfrentarse a navíos ingleses, como así sucedió más adelante.

La escuadra inglesa de Wager

Con base en Jamaica se encontraba la escuadra del comodoro Charles Wager que conocía la presencia de la flota de Casa Alegre. Desde el 6 de abril de 1708 estaba patrullando esta escuadra entre las islas del Rosario y los bajos de Salmedina para asaltar a los buques españoles y hacerse con el tesoro. Esta escuadra estaba compuesta por las siguientes unidades:

Navío    Expedition 74 cañones, llevaba al Comodoro Charles Wager,  y el Capitan Henry Long  navío  Kingston 60 cañones , Capitán Simon (Timothy) Bridge, navío Pórtland 50 cañones  Capitán Edward Windsor, navío  Brulote Vulture  cañones  8 Capitán B. Crooke
En abril de 1708 la escuadra fondea en la isla de Pequeña Barú, hoy isla El Rosario. Impunemente mandan a tierra botes para reponer agua y alimentos, conociendo la situación José de Zúñiga, gobernador de Cartagena, que incluso manda embarcaciones a Portobelo para informar al general de la flota española sobre la situación y movimientos de la escuadra inglesa
Varios factores hicieron zarpar a José Fernández de Santillán de Portobelo el 28 de mayo de 1708 con rumbo a Cartagena, conociendo las intenciones inglesas. Se acercaba el tiempo de los huracanes en el Caribe y debía precipitar su salida hacia Cartagena y después La Habana para regresar a España. Desde La Habana estaba previsto que la escuadra francesa de Ducasse les daría escolta y era posible que si se retrasara esta escuadra partiría sin él. 

La Flota española estaba compuesta por once mercantes, algunos artillados, y una escolta reforzada por dos fragatas francesas llegadas a Portobelo desde Cartagena, contando con las siguientes unidades:
Galeón  San José 64 cañones ,General José Fernández Santillán, galeón San Joaquín 64 cañones , Alm. Miguel Agustín Villanueva, Navío Santa Cruz (mercante) 44 cañones Capitán Nicolás de la Rosa, Urca  Ntra. Sra. de la Concepción 40 cañones Capitán José Francis, Patache Ntra. Sra. del carmen 24 cañones Capitán Araoz, Fragata Le Mieta (francesa) 34 cañones, fragata Saint Sprit (francesa) 32 cañones
Con estas fuerzas, además del aviso vizcaíno San José y Ntra. Sra. de las Mercedes, estaba confiado en derrotar a los ingleses, a pesar de contar los buques españoles con cañones de menor calibre y alcance y estar abarrotados de mercancías y pasajeros.
Un plan que hubiera sido factible para los españoles era invernar bajo la protección de Portobelo, estando los ingleses obligados a hacer lo mismo en aguas infestadas de mosquitos, mientras las enfermedades, fiebre amarilla, paludismo, diezmarían sus tripulaciones, haciendo entonces posible un ataque exitoso de los españoles. Otra opción hubiera sido navegar directamente hasta La Habana, aunque el San José necesitaba reparaciones urgentes pues hacía bastante agua, y entraba en lo posible su naufragio antes de llegar al puerto cubano.
El desenlace,
Casa Alegre optó por zarpar con rumbo a Cartagena de Indias. El 7 de junio avistaron las islas de San Bernardo y navegaban con viento favorable. A pesar de haber luna llena el general ordenó anclar la flota ante el peligro de encallar en los bajos de la isla del Rosario. Al amanecer del día siguiente reanuda la travesía, estando al mediodía a la altura de la isla del Rosario, a la vista de la bahía de Cartagena, a unas veinte leguas.
La escuadra enemiga estaba ya a la vista y Wager, que estaba continuamente informado de los movimientos de la escuadra española, comienza a moverse hacia el enemigo. Había una ligera lluvia y un viento suave, que de pronto desaparece, haciendo casi imposible navegar. Como en tantas otras ocasiones, la suerte favorece al inglés.

A las tres de la tarde comenzó una suave brisa que coloca a cada buque en su puesto de combate. El San José estaba en el centro de la formación, con la fragata francesa Saint Sprit y la urca Concepción a su proa. A popa del galeón de Casa Alegre estaban situados el patache Carmen, el aviso vizcaíno y la otra fragata francesa, cerrando la formación a retaguardia el galeón San Joaquín. Los mercantes se colocaron a sotavento de la escuadra, mientras el Santa Cruz de Nicolás de la Rosa, conde de Vega Florida se sitúa en vanguardia.

 

Equivocadamente, como se verá más adelante, el comodoro inglés supone que el tesoro va embarcado en los tres buques más grandes y hacia ellos dirige el ataque con sus tres navíos. El primero en abrir fuego fue el Kingston contra el San Joaquín alrededor de las cinco de la tarde, rompiendo la verga del palo mayor, y así se fueron abriendo camino los ingleses, mientras el San Joaquín fue perdiendo velocidad, pero pudo salir airoso con la estimable ayuda de la urca Concepción.
El navío Expedition fue directo en busca del San José, abriéndose paso a cañonazos hasta encontrarse a unos trescientos metros de distancia que le lanza la primera andanada, a los que responde el San José por su costado de estribor. Con intenciones claras de abordaje el inglés dispara al velamen y timón mientras se acerca. Casa Alegre ordena virar para zafarse del castigo pero no lo consigue. Con muy poca puntería por parte del San José, los dos navíos se acercan hasta los 60 metros y el Expedition se prepara para el abordaje, cuando a las siete y media de la tarde, ya de noche, el San José estalla en mil pedazos, dañando también al Expedition y a su asombrada tripulación, que veían cómo se esfumada un lujoso botín. Su hundimiento fue muy rápido, salvándose sólo once marineros y pasajeros de las 600 personas embarcadas, cinco señala Fernández Duro, que son recogidos por un bote inglés. Justo Zaragoza da la cifra de 578 personas ahogadas.

Perdido el tesoro de la capitana, Wager fue en busca de otra presa. A las dos de la madrugada se enfrentó a otro buque que creía que era el San Joaquín, pero se trataba del Santa Cruz, que pidió cuartel  a las cuatro, cuando llegaron al combate los otros dos navíos ingleses una hora antes y entre los tres buques lo dejaron a punto de hundirse. El capitán Long y algunos marineros se hicieron cargo de la presa en el que no encontraron ningún fabuloso tesoro, si acaso el dinero de los 300 particulares y tripulantes que viajaban a bordo. En la captura del buque español los ingleses manifestaron haber perdido 14 hombres y 90 el Santa Cruz.

 

Después de primer encuentro del galeón San Joaquín, se retiró a reparar los daños sufridos en jarcia y velas. A las tres de la madrugada navegó en dirección al combate anterior, hallándose sólo al amanecer del 9 de junio. Lo localizan los navíos Kingston y Portland. El Expedition no puede iniciar su persecución al encontrarse muy dañado en la arboladura, ordenando Wager a los dos navíos capturar al San Joaquín, algo que no lograron, a pesar de conseguir cañonearle sobre las dos de la tarde del día 10 de junio a la entrada de Cartagena, en los bajos de de Salmedina. Villanueva responde a la amenaza desarbolando parcialmente a uno de los navíos y consigue ponerse a salvo a la altura del fuerte de Bocachica, donde los ingleses no se atreven a seguirle.

Los mercantes se salvaron de la destrucción, entrando en Cartagena ante la indiferencia de los ingleses. El resto de los buques fueron entrando en Cartagena. La fragata francesa Saint Sprit, que se encontrada a estribor por la proa del San José, descargó sus baterías contra el Expedition al principio del combate, asistida por la urca Concepción. Sabiendo que poco puede hacer contra los navíos enemigos se retira a Cartagena, seguida por la fragata Le Mieta y algunos mercantes.

 

Después de la explosión de la capitana, la urca Concepción y el patache Carmen navegaron al suroeste y después al este parea refugiarse en aguas poco profundas. Al día siguiente, 9 de junio, el patache del capitán Araoz navega hacia Cartagena por el canal de Barú, lo que no puede hacer la urca por su mayor calado, que lo intenta al día siguiente por la isla El Rosario sin mucho éxito por la falta de viento, obligando al capitán José Francis a refugiarse en las costas de Barú. La tripulación encalla la nave ante la presencia de los navíos ingleses que acudieron por el aviso dado por un mercante sueco. A la vista de los ingleses la tripulación incendia la urca.

El 19 de junio Charles Wager se retira a Jamaica con la presa, dejando a los dos navíos y al brulote Vulture en las inmediaciones de Cartagena para evitar que los españoles escaparan.

Para los ingleses fue un fracaso, ya que su verdadero objetivo no se había cumplido. Los capitanes Bridge y Windson fueron expulsados de la Marina inglesa por su pobre comportamiento en la persecución del San Joaquín. En contrapartida, Charles Wager es ascendido a contralmirante el 2 de diciembre de 1708.
En el bando español, el almirante Villanueva arremetió contra varios capitanes de la Flota, que le obligó a refugiarse en un convento ante el temor de ser asesinado. Los consejeros franceses del rey aprovecharon para convencerle que sólo en los buques franceses se podía confiar para traer los caudales salvados por Villanueva, teniendo que esperar hasta tres años hasta que llegaron los buques de guerra del jefe de escuadra Jean Ducasse a finales de mayo de 1711.



Cuentan los historiadores que no había suficiente viento para mover la embarcación “más cargada de tesoros provenientes de las colonias españolas”, y entre fogonazos de los cañones, exactamente cuando la noche le pedía permiso a la tarde para asomarse, es decir a las 7 P.M., el barco explota misteriosamente y se pierde en las profundidades del océano, con su fortuna a bordo.
Desde aquel momento nació la leyenda por recuperar un tesoro estimado hoy entre los 5.000 y 10.000 millones de dólares (algo así como 20 veces el presupuesto de Cartagena en un año), escondido en las profundidades del mar, exactamente donde las sirenas duermen su siesta.


Pero aquí no acabo la lucha por el galeón san José,
El multimillonario tesoro del galeón San José se encuentra a 210 metros bajo las aguas del mar Caribe en Cartagena, Colombia.
El histórico galeón San José, uno de los mayores navíos del siglo XVIII, transportó el mayor tesoro conocido de la historia, proveniente de las antiguas colonias españolas y avaluada, según cálculos conservadores, entre 3.500 y 5.000 millones de dólares estadounidenses.
De acuerdo con estudios basados en el Archivo de Indias en Sevilla (España), entre los siglos XVI y XVIII una flota de unos mil barcos cargados de oro, joyas y piedras preciosas naufragaron por los “vientos del diablo” que azotan al Caribe entre diciembre y marzo, y por el ataque de los piratas ingleses y franceses que acechaban la ruta de los acaudalados barcos.

El San José era considerado tan importante y estratégico en su tiempo, que sus constructores hicieron una réplica para usarla como señuelo y como escolta del auténtico. El galeón zarparía en la fecha de los huracanes para ahuyentar a los piratas y estaba a la espera de una flota francesa escolta que nunca llegó.
El San José zarpó al fin de Cartagena de Indias el 8 de junio de 1708, cargado de riquezas con rumbo a La Habana y luego a Cádiz en España. Una hora después, el San José fue atacado por una flota inglesa enemiga, cuya misión era acaparar todo el oro que había en el navío; sin embargo, un disparo mal dirigido provocó una explosión que abrió un boquete y el enorme barco se fue a pique con su tesoro en las entrañas.
La empresa Sea Search Armada anunció al mundo en 1982 el descubrimiento del San José a más de 200 metros de profundidad y a pocos kilómetros de la costa de Cartagena de Indias (Colombia). En 1989, la Compañía interpuso una demanda contra el Estado colombiano para que se le reconociera la totalidad de los tesoros del galeón.
Colombia hizo caso omiso a las peticiones de la Compañía y envió a un grupo de buzos de la Armada Nacional para que se entrenaran en los Estados Unidos en el rescate de tesoros submarinos, pero advirtieron que era una tarea difícil y requería de una tecnología que no poseía el país.

En 2007, la Corte Suprema de Justicia sentenció que el tesoro del San José es patrimonio cultural e histórico de la Nación colombiana, y su rescate sería dividido en partes iguales, salvo los objetos que no sean considerados como patrimonio.
Colombia conformó la Comisión de Especies Náufragas y abrió de nuevo la licitación para el rescate del tesoro, y entre las empresas participa la Sea Search Armada. El propósito del Estado colombiano no sólo se limita al rescate del San José sino a otros cuatro galeones que están en sus aguas, entre Cartagena y la isla de San Andrés. Tres de estos navíos son Los Córdobas y el otro es el Santa Teresa, cuyas riquezas pueden superar los 5.000 mil millones de dólares.
El caso emblemático del San José es muy parecido al de Las Mercedes: galeón de bandera española que salió de Perú cargado de esmeraldas, oro y plata con destino a la Corona española, pero terminó hundido por los ingleses en inmediaciones de las Islas del Rosario. ¿Los miles de millones de dólares en que se tasan aquí sus cofres —entre 4.000 y 10.000— son peruanos, colombianos o españoles? La Corte Suprema de Justicia decidió en 2007: lo que se considere bien cultural sumergido es de Colombia, pero lo que se denomine tesoro debe ser repartido por mitades entre el Estado y la empresa norteamericana Sea Search Armada, declarada descubridora del lugar donde reposa el galeón.
Claudio Bonifacio, admirado y contratado por gobiernos como los de Cuba y Honduras pero controvertido por otros e investigado por las autoridades españolas, parece cauto frente a los dueños y al valor del tesoro pero seguro de que el tema hay que resolverlo pronto, en Colombia o ante tribunales de los Estados Unidos, antes de que sea demasiado tarde, antes de que se confirme lo que se teme desde que se habló por primera vez de coordenadas y barridos de sonar del San José en inmediaciones de las Islas del Rosario en 1982: que si el Gobierno no reacciona con diligencia, el mayor tesoro colonial y sus similares terminarán en manos ajenas
Desde el 2007, el tribunal concedió a la firma estadounidense Sea Search Armada (SSA) derechos sobre el 50% del tesoro del galeón San José, hundido por los ingleses en 1708 en cercanías de las Islas del Rosario y considerado el más valioso de la Colonia.
Según la demanda de 41 páginas, conocida por el diario El Espectador, el abogado de SSA en Estados Unidos, James S. DelSordo, solicitó a la justicia norteamericana una indemnización de US$17 mil millones “por concepto de daños, costos para promover esta demanda, honorarios de abogados y cualquier otro tipo de desagravio que juzgue apropiado el Tribunal”.

SSA se presentó ante la Corte Federal como “una corporación de Delaware que se dedica al negocio de salvamento oceánico por todo el mundo” en litigio “con un estado extranjero sin inmunidad”.
El abogado de la firma en Colombia, Danilo Devis, le dijo a este diario que la acción judicial es consecuencia de tres años de negativas del gobierno de Álvaro Uribe Vélez a realizar conjuntamente el rescate del famoso galeón, a pesar de que la Corte Suprema, en fallo de julio de 2007, decidió que aunque el naufragio puede ser patrimonio cultural de Colombia, los bienes que sean considerados como tesoro deben ser repartidos por partes iguales entre el gobierno y SSA.
También se apoya en lo establecido por la Convención de Ginebra de 1958 sobre Plataforma Continental, zona en la que estaría la nave a mil pies de profundidad.
Desde hace dos años, la norteamericana es una de las multinacionales cazatesoros (junto a Plioenician Exploration Limited y Odyssey Marine Explorations) interesadas en cerca de 1.100 naufragios coloniales ocurridos en el mar Caribe colombiano, y desde finales de los años años 80 es reconocida por los tribunales colombianos como la descubridora de la localización del San José.
Entonces, durante los primeros debates sobre el tema en el Congreso, se aseguró: “el valor del tesoro es de US$10.000 millones, tal la conclusión de los investigadores: el más grande tesoro en la historia de la humanidad”. 

SSA basa sus aspiraciones en estos cálculos, en los manifiestos de carga, en los costos de exploraciones y demandas a lo largo de 20 años y en el posible saqueo del tesoro.
Alega que debido a que Colombia reveló las coordenadas del hundimiento, sus pérdidas se han incrementado.
La demanda dice: “El gobierno de Colombia reveló imprudente y públicamente la ubicación de las propiedades de SSA, que se le habían divulgado confidencialmente, exponiendo así la propiedad al saqueo…. Se calcula que más de 100 entidades de todo el mundo tienen tanto el motivo como los medios de saquear el sitio utilizando submarinos de gran profundidad, equipo de búsqueda, etc., con la tecnología más moderna que se encuentra disponible siempre que cuenten con la ubicación aproximada”.

Uno de los investigadores de naufragios más reconocidos del mundo, el italiano Claudio Bonifacio, y el ex congresista Jairo Clopatofsky denunciaron a El Espectador que la versión del saqueo es posible porque se trata de una riqueza codiciada por demasiadas manos desde hace décadas.
Bonifacio cree que “el San José transportaba unas 215-240 toneladas de metales preciosos, destacando la plata”.
El historiador náutico Daniel de Narváez ratifica que es “el hundimiento más rico del hemisferio occidental, porque llevaba la acumulación de seis años de oro y plata, en los años pico de producción de las minas de Potosí y, adicionalmente, de los tres galeones que lo acompañaron entre Panamá y Cartagena uno comenzó a hacer agua, le sacaron su tesoro y se lo pasaron al San José”.

Por todo esto sigue el misterio sobre uno de los galeones más importantes de su época, 



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