domingo, 4 de septiembre de 2011

Los bereberes, buscan su identidad en el norte de África


Los bereberes, buscan su identidad en el norte de África



Cuando los conquistadores árabes se expandieron por el norte de África en el siglo VII, trajeron consigo su lenguaje y una nueva religión: el Islam.
Ambos fueron adoptados oficialmente en detrimento de la cultura y lenguaje amazigh.


Los bereberes (en lengua bereber amazigh [sing.] imazighen [pl.]), son las personas pertenecientes a un conjunto de etnias autóctonas del Magreb, al oeste del valle del Nilo. Se distribuyen desde el oasis de Siwa, en Egipto, al océano Atlántico y del mar Mediterráneo al río Níger. Hasta la conquista de las Islas Canarias, en el siglo XV, el ámbito de los pueblos bereberes abarcaba también las islas Canarias, ya que se cree que sus aborígenes eran de etnia bereber. El conjunto de las lenguas bereberes, denominado en el siglo XXI tamazight, es una rama de las lenguas afroasiáticas. Se estima que en el norte de África existen entre 55 y 70 millones de bereberófonos, concentrándose especialmente en Argelia y en Marruecos, y entre 2 y 3 millones en Europa. Desde el punto de vista étnico, existen pocas personas que son consideradas puramente bereberes y que se concentran al norte de Marruecos y Argelia, los bereberes del desierto y del sur son bereberes lingüísticamente ya que étnicamente son diferentes debido a la aportación de elementos subsaharianos.

Bereber es el nombre latino de este pueblo dado por los conquistadores romanos ("barbaros") pero se llaman a sí mismos imazighen (en singular amazigh), que significa "hombres libres". Esta denominación es común en Marruecos y en Argelia, y desde mediados del siglo XX se tiende a emplear el término "amazigh", la apelación original, en vez de "bereber", un término importado, para reagrupar a todas las etnias bereberes (Calibilios, Chleuh, Tuareg, etc.). En la Antigüedad, los griegos conocían a los bereberes como libios, los egipcios los nombraban mashauash, del nombre de una tribu bereber cercana a sus tierras, y los romanos los llamaban numidios o mauritanos. Los europeos medievales los incluyeron en los moros, nombre que aplicaban a todos los musulmanes del África del Norte.

Un poco de historia,
Reino de Numidia y Reino de Mauritania. Se desconoce cuál es su origen, aunque los yacimientos arqueológicos hallados en el Sáhara, como las pinturas rupestres de Tassili n'Ajjer, datan la presencia del hombre en esta parte de África desde por lo menos 6.000 años a. C.

Al carecer de un lenguaje escrito, su historia sólo se basa en los relatos de los griegos, romanos, fenicios, así como del Antiguo Egipto. Se sabe que la XXII dinastía era un clan libio que conquistó Egipto alrededor del año 935 a. C. Sheshonq I es el fundador de dicha dinastía, y de hecho el calendario amazigh comienza su historia desde ese hecho; así, el año 2960 corresponde al 2010 año cristiano.
Durante la época prerromana se establecieron varios Estados independientes antes de que el rey Masinisa fundara Numidia y unificara la región.
Cabe destacar la influencia ejercida por las civilizaciones más avanzadas en los pueblos amazigh. En la mitología amazigh hay, por ejemplo, similitud entre las deidades fenicias como Baal o Astarté, y las deidades egipcias Amón, Isis, etc.


Gracias al avance de los fenicios y griegos en la navegación y su necesidad de establecer enclaves para el comercio, los primeros fundaron uno de lo que sería el mayor imperio del Mediterráneo, Cartago, y los segundos ciudades que aún persisten, Lixus (Larache), Tingis (Tánger), Sala (Sale), Utica, Thapsos, Leptis en Túnez.
Durante la primera parte de la Segunda Guerra Púnica, al este, los masilios bajo su rey Gaia se aliaron con Cartago, mientras que el oeste de Masaesyli bajo el rey Sifax se alió con Roma. Sin embargo, en el año 206 a. C., el nuevo rey de la región oriental de masilios, Masinisa, se alió con Roma, y de la Masaesyli de Sifax cambió su lealtad hacia el lado cartaginés. Al final de la guerra, los romanos victoriosos cedieron toda la región a Masinisa de los masilios. En el momento de su muerte en 148 a. C., el territorio se extendía desde Masinisa, Mauritania, hasta la frontera con el territorio cartaginés, y también al sureste, hasta la Cirenaica, de modo que Numidia rodeaba en su totalidad Cartago (Apiano, Punica, 106), excepto hacia el mar.

El Reino de Numidia (201 a. C.- 25 a. C.), fue un estado de la antigüedad constituido tras la Segunda Guerra Púnica. El reino tenía una cultura de origen púnico, se consolidó como un gran reino durante el reinado de Masinisa. Ubicado en el norte de África, en el área de los modernos países de Marruecos, Argelia y Libia. Con capital en Cirta. Sus habitantes eran nativos de etnia  bereber  y  libios, colonos púnicos y mestizos. Estrechamente vinculados con los mauritanos.

El reino de Mauritania (siglo IV a. C. – 40 d. C.) o "país de los Mauri", fue un estado de la Antigüedad constituido como una federación de tribus, de cultura púnica, ubicadas en el norte de África, en los actuales Marruecos y Argelia. Su capital fue Iol. Sus habitantes nativos, pastores seminómadas de etnia bereber, fueron conocidos por los romanos como Mauri (del gr. máuros, "morenos"), y en ocasiones como Massaesylii. El reino de Mauritania está estrechamente vinculado con el reino de Numidia, tanto en cultura como en historia. Es importante utilizar la denominación antigua latina, Mauretania, para no inducir a su confusión con el moderno estado de Mauritania, que se ubica muy lejos y en las costas atlánticas de África.


En el siglo I, el emperador Claudio dividió el recientemente anexionado Reino de Mauritania en dos provincias: Mauritania Tingitana (con capital en Tingis, la actual Tánger) al oeste, y Mauritania Cesariense (Mauretania Caesariensis, con capital en Iol Caesarea, la antigua capital real, actualmente Cherchell, a unos 90 km al oeste de Argel) al este, fijándose la capital en el río Mulucha (Muluya), situado a unos 60 km al oeste de Orán. Mauritania Cesariense ocupaba pues el norte del actual territorio argelino, al norte de la cordillera del Atlas, limitando al este con la provincia de Numidia.


Las principales exportaciones de la provincia eran los tíntes púrpura y las maderas nobles. Los mauri eran también reputados soldados empleados en los ejércitos romanos, especialmente como caballería ligera. La provincia dio al imperio uno de los mejores generales de Trajano, Quinto Lucio Quieto, y un emperador, Macrino.

Las reformas de Diocleciano en 285 tuvieron dos efectos importantes en la provincia. El primero fue la escisión de la parte más oriental de la provincia, para formar una nueva provincia, Mauritania Sitifense (Mauretania Sitifensis), con capital en Sitifis, una ciudad interior, con un importante puerto en Saldae (en la actualidad Bejaia). El segundo efecto fue la asignación de ambas provincias a la diócesis de África, perteneciente a la prefectura de Italia y África (Mauritania Tingitana fue, en cambio, asignada a la diócesis de Hispania, dentro de la prefectura de las Galias).

Para el año 330, Iol Caesarea se había convertido en una ciudad con una importante población judía, y Sitifis uno de los centros del culto de Mitra. El cristianismo se extendió por la zona durante los siglos IV y V.
Mauritania Cesariense se convirtió en parte del reino de los vándalos con sede en Cartago, cuando en 430 cruzaron el estrecho de Gibraltar desde Hispania y conquistaron las provincias del África romana. Alrededor de 533, el reino vándalo desaparece ante el empuje de los ejércitos bizantinos liderados por Belisario. Los territorios bizantinos norteafricanos se integrarían en una nueva prefectura de África, más tarde transformada en el Exarcado de Cartago, que fue conquistado por los Omeyas a finales del siglo VII, poniendo fin a la cultura romana cristiana en esta zona

Hacia 285, Diocleciano decidió abandonar el territorio provincial al situado al sur de Lixus (junto al actual Larache), lo que incluía el abandono de Volubilis, y la provincia pasó a formar parte de la diocesis Hispaniarum (y por lo tanto de la prefectura de las Galias), constituyendo una de sus provincias, y así permaneció hasta su conquista por los vándalos en 429.

Los vándalos se habían establecido en la Bética en 422 liderados por su rey Gunderico, y desde allí parecen haber realizado incursiones sobre Mauretania Tingitana. En 427, el entonces Comes Africae (conde de la diócesis de África), Bonifacio rechazó una orden de cese del emperador Valentiniano III, y derrotó al ejército enviado contra él. Fue menos afortunado cuando una segunda fuerza fue enviada en 428 (año en el que Gunderico fue sucedido por Genserico). Bonifacio invitó a Genserico a África, proporcionándole una flota para permitir el paso de los vándalos a Tingis en 429. La intención de Bonifacio era confinar a los vándalos en Mauritania, pero una vez pasado el estrecho rechazaron cualquier control y que marcharon hacia Cartago, arrasando todo a su paso en las provincias de Mauritania. Con el hundimiento del poder romano en la zona, esta pasó a ser virtualmente independiente, en manos de jefes locales mauri.

En 533, Belisario reconquistó la diócesis de África de manos de los vándalos en nombre del emperador Justiniano. Algunas posiciones serían recuperadas por los bizantinos el 534. Después, en una fecha entre 552 y el 564, ocuparon territorios al sur de Hispania (Spania) que unieron a las posiciones del norte de África de la antigua Tingitana, dando a todo el territorio el nombre de Mauritania Secunda). Así se restableció un Dux Mauretaniae (duque de Mauretania), el cual mantenía una unidad militar en Septem (la actual Ceuta).
Los yacimientos arqueológicos romanos más importantes son Volubilis (patrimonio de la Humanidad), Lixus (próximo a al actual Larache) y Augusta Zilil (o Zilis, en Arcila).

Luego de la caida de roma,

A diferencia de las conquistas de las religiones y las culturas anteriores, la llegada del Islam, que fue difundida por los árabes y sirios, iba a tener a largo plazo efectos duraderos sobre el omnipresente Magreb.
La nueva fe, en sus diversas formas, penetraría en casi todos los segmentos de la sociedad, trayendo consigo los ejércitos, sabios, místicos y fervientes, y en gran parte infiltraria las prácticas tribales complicando y fragmentandolas por lealtades a las nuevas normas sociales y expresiones políticas. No obstante, la islamización y la arabización de la región eran complicadas y siguió un largo proceso con revueltas de cáracter social tan profundamente enraizado y radicalmente opuesto a los nuevos órdenes como las que representaba el matriarcado previo bajo la líder Kahina. Los árabes tardaron casi 30 años en conquistar la región y pasaron otros 300 años arabizando el Magreb.

Las primeras expediciones militares árabes en el Magreb, entre 642 y 669 d. C., dieron lugar a la propagación del Islam. Estas primeras incursiones desde una base en Egipto se produjeron bajo la iniciativa local. Pero, cuando la sede del califato se trasladó de Medina a Damasco, los Omeyas reconocieron la necesidad estratégica de dominar el Mediterráneo con especial esfuerzo en los países de África del Norte. En 670, un ejército árabe liderado por Uqba ibn Nafi ocupó la ciudad de Kairuán, a unos 160 km al sur de la actual Túnez, y la usó como base para otras operaciones.

Abu al-Muhajir Dinar, sucesor de Uqba, siguió hacia el oeste de Argelia y, finalmente, elaboró un modus vivendi con Kusaila, la gobernante de una amplia confederación de bereberes cristianos. Kusaila, que tenía su base en Tilimsan (Tremecén), se convirtió al islam y trasladó su sede a Takirwan, cerca de Kairuán.
Pero esta armonía no duró mucho. Las fuerzas árabes y bereberes pugnaron por dominar la región hasta 667. En 711, las fuerzas omeyas ayudadas por bereberes conversos al Islam habían conquistado todo el norte de África, pero la propagación del Islam entre los bereberes no significó su apoyo al califato dominado por los árabes, debido a su actitud discriminatoria. Los gobernadores designados por los califas omeyas gobernaron desde Kairuán, capital del vilayato (provincia) de Ifriqiya, que cubría Tripolitania (la parte occidental de la actual Libia), Túnez y el este de Argelia.

Las tensiones entre los árabes y los bereberes se fueron agravando, en parte a causa de que los primeros trataban a los segundos como musulmanes de segunda clase, y también por el hecho de que el poder estaba en manos de una minoría que, en el peor de los casos, llegaba a esclavizarlos. Las tensiones fueron en aumento hasta que estalló una revuelta, en los años 739-740, bajo el liderato de los jariyíes. Éstos habían estado luchando contra los Omeyas en Oriente y muchos se sintieron atraídos por su ideología igualitaria. Después de la revuelta, los jariyitas establecieron una serie de reinos tribales teocráticos, la mayoría de los cuales tenían historias cortas y problemas. Pero otros, como Siyilmasa y Tilimsan, que eran atravesados por las principales rutas comerciales, tuvieron una historia más próspera y larga.


En 750, los abasíes, que sucedieron a los omeyas como califas musulmanes, trasladaron la capital a Bagdad y restablecieron la autoridad califal en Ifriqiya, nombrando a Ibrahim I ibn Aglab como gobernador en Kairuán. Aunque formalmente prestaban sus servicios al califa con gusto, Al Aglab y sus sucesores, los aglabíes, gobernaron de forma independiente hasta 909, y presidían un tribunal que se convirtió en un centro para el aprendizaje y la cultura.
Varias dinastías bereberes dominaron durante la Edad Media en el Magreb, Sudán, Italia, Malí, Níger, Senegal, Egipto o España.
Según los historiadores, en la Edad Media los bereberes estaban divididos en dos ramas (Botr y Barnes), que descendían de Mazigh Cada región del Magreb estaba compuesta de varias tribus, como los Sanhaja, Houaras, Zenata, Masmuda, Kutama, Awarba o Barghawata, las cuales tenían autonomía territorial y política.

Los musulmanes que entraron en Iberia en el año 711 no fueron solamente árabes , en su gran mayoría fueron bereberes al mando de un bereber, Táriq ibn Ziyad, aunque bajo la soberanía del califa árabe Abd al-Malik y su virrey del norte de África, Musa ibn Nusair.
Los bereberes ayudaron supuestamente a Abderramán I en Al-Ándalus tras la masacre de su familia, cuya madre era bereber.
Durante la época de las taifas, algunas dinastías eran bereberes (como por ejemplo, los ziríes, reyes de Granada). El periodo de taifas terminó cuando una dinastía de los almorávides se hizo cargo de Al-Ándalus, hasta que fueron sucedidos por los almohades, otra dinastía de Marruecos. Durante esa época, Al-Ándalus alcanzó su mayor esplendor cultural.
En la jerarquía de poder, los bereberes se encontraban entre la aristocracia árabe y los muladíes. La rivalidad étnica fue uno de los factores más importantes que impulsaron la política andalusí. Los bereberes componían hasta un 20% de la población del territorio ocupado. Después de la caída del califato, los gobernantes de los reinos de taifas de Toledo, Badajoz, Málaga y Granada eran bereberes.
Buena parte de la población del norte de África es de origen bereber. Por eso del 35 al 40% de la población marroquí y entre el 20 y 25% de los argelinos7 pueden hoy día identificarse como bereberes por hablar un idioma bereber. Sin bien la cultura actual de algunos grupos étnicos bereberes, en particular en las zonas urbanas, se ha fundido con la de sus vecinos magrebíes de habla árabe, y sólo el lenguaje les diferencia, la mayoría mantiene hábitos culturales (vestimienta, fiestas, hábitat, gastronomía, música) propios de las diversas culturas berberes.

Por lo tanto, las estimaciones más altas de la población de origen bereber podrían incluir a los grupos étnicos que no hablan una lengua bereber También hay pequeñas poblaciones bereberes en Libia, Túnez y Mauritania, aunque no se dispone de estadísticas exactas, y muy pequeños grupos en Mali, Burkina Faso, Egipto y Níger. Mayor número de personas constituyen los grupos bereberes de Argelia, los cabilios, que suman cerca de 4 millones y que han mantenido, en gran medida, su lengua original y su cultura, y los chleuh del sur de Marruecos, que cuentan alrededor de 8 millones de personas. Hay unos 2,2 millones de inmigrantes bereberes en Europa, especialmente los rifeños y los cabilios, en Francia, Países Bajos, Bélgica y España. Una parte de los habitantes de las Islas Canarias se consideran descendientes de los aborígenes guanches.
Aunque estereotipados en Europa como nómadas, la mayoría de los bereberes fueron, de hecho, agricultores que vivían en las montañas relativamente cerca de la costa mediterránea o atlántica, y habitantes de los oasis. Pero los tuareg y zenaga en el Sáhara eran nómadas. Algunos grupos, como los Chaouis, practicaban la trashumancia.

En enero de 2010, los bereberes de Marruecos obtuvieron su propio canal de televisión.
Fuertes tensiones políticas surgieron entre algunos grupos bereberes (especialmente en Cabilia) y los gobiernos de los países magrebíes durante los últimos decenios, en parte por cuestiones lingüísticas y culturales. En Marruecos, por ejemplo, hasta hace muy poco estaban prohibidos los nombres bereberes
En Egipto, unos 30.000 bereberes viven en el oasis de Siwa, cerca de la frontera con libia y las regiones Beni Suef. Sienten que se les ha impuesto una identidad árabe.

Según la representante egipcia Amani al-Weshahy, quieren reemplazar la cultura árabe dominante desde la independencia del líder Gamal Abdel Nasser.

"Estamos reclamando que se reconozcan los derechos de varias culturas", indica.
Hasta el momento, ninguno de estos activistas bereberes respaldan la idea de romper lazos con el país en el que viven.

Los bereberes de Argelia están promoviendo identidades regionales las cuales, piensan, le darán al país estabilidad dentro de una federación.
La reunión en Tánger culminó con un llamado al establecimiento de una unión norafricana, que acoja todas las identidades, lenguajes, culturas y creencias de la región.
Eso significaría que el Magreb dejara de ser una región dominada por los árabes y se transformara en una confederación de estados en la que los bereberes tendría voz.
Pero sin un dialecto unificado y enfrentando situaciones muy distintas en cada país, podrían perder nuevamente su apuesta por la unidad y derechos, particularmente si grupos radicales islámicos toman el lugar de los dirigentes depuestos.


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