La iglesia del Temple,una
iglesia con historia,
Si en tu viaje a Londres
decides visitar la iglesia del Temple, te puede ser complicado encontrar su
ubicación. Esta iglesia se encuentra en el denominado Barrio del Temple, un
entramado de callejuelas y pequeñas plazuelas situadas entre Fleet Street y el
río Támesis.
A esta zona de Londres
puedes llegar en Metro, a la estación de Temple. O también es una opción ir a
dirigirte hasta la iglesia del Temple tras visitar el Museo Británico, pues se
encuentra al sur del mismo.
Puedes bajar por la calle
Kingsway hasta Strand. Tras cruzar High Holborn, de paso también puedes visitar
el curioso Museo de John Soane y, nada más llegar a Fleet Street, la iglesia de
St Clement Danes, para girar a la izquierda por Fleet Street
Para acceder a la iglesia
del Temple, yendo desde Srand por Fleet Street, tras dejar a la izquierda el
gran edificio de los Tribunales de Justicia, conocido como las Law Court, a la
derecha encontrarás un pequeño pasadizo. Un cartel te indica que bajando por la
callejuela puedes llegar a la pequeña plaza donde se encuentra la iglesia del
Temple.
Se trata de una pequeña
iglesia cuya fachada exterior ya te muestra su principal característica, la
gran nave circular, conocida como Round Church, construida en 1185. Junto a
ella se dispone la nave rectangular, conocida como Chancel, que se construyó un
siglo después.
La entrada a la iglesia
está en la plazuela donde se encuentra. Nada más acceder al interior, a la
izquierda tienes la nave circular, donde sin duda te sorprenderán las efigies
de marmol de los caballeros templarios yacientes.
Fíjate también en otros
sepulcros y monumentos funerarios que se disponen en los laterales de la
iglesia.
En la sección rectangular
verás también algunos monumentos y numerosas vidrieras. Pero el elemento que
adquiere mayor protagonismo es, sin duda, el gran órgano. Posiblemente cuando
visites la iglesia del Temple tendrás la oportunidad de escuchar como lo tocan,
pues esta iglesia tiene una gran tradición de música de órgano
A mediados del siglo XII,
antes de la construcción de la iglesia, los Caballeros Templarios de Londres se
reunían en un lugar en High Holborn en una estructura establecida por Hughes de
Payens (ese lugar fue históricamente la sede de un templo romano en Londinium).
Debido al rápido crecimiento de la orden, para la década de 1160 este lugar
pasó a ser muy pequeño, y la orden compró el actual sitio para establecer un
gran complejo monástico que sirviera de sede en Inglaterra. Además de la
iglesia, el conjunto originalmente contenía residencias, instalaciones de
entrenamiento militar, y terrenos de recreo para los monjes guerreros y los
novicios, a los que no se les permitía ir al centro de la ciudad sin permiso
del Maestro del Temple.
El edificio de la iglesia
agrupa dos secciones separadas. La sección original de la nave, llamada Round
Church, y una sección rectangular, construida aproximadamente medio siglo
después, llamada Chancel. Para mantener las tradiciones de la orden, la nave de
la iglesia fue construida a partir de un diseño circular basado en la Iglesia de Santo Sepulcro
de Jerusalén. La nave tiene 16.76 metros de diámetro, y está rodeada de las
primeras columnas libres de Mármol Purbeck. Es probable que las paredes y las
cabezas grotescas estuvieran originalmente pintadas con colores.
Fue consagrada el 10 de
febrero de 1185 en una ceremonia presidida por Heraclius, Patriarca de
Jerusalén. Se cree que Enrique II estuvo presente en la consagración.
La orden de los Caballeros
Templarios era muy poderosa en Inglaterra. Prueba de ello es que es Maestro del
Temple tenía asiento en el Parlamento como primus baro (primer barón del
reino). El recinto era regularmente usado como residencia por reyes y
representantes del Papa. El Temple también se usó como banco de depósito, a
veces en contra de los deseos de la
Corona de incautar los fondos de los nobles que habían
confinado su riqueza allí. La independencia y riqueza de la orden a lo largo de
toda Europa está considerada por la mayoría de los historiadores como causa
principal de la caída de la orden.
En enero de 1215 William
Marshall (que está enterrado en la nave cerca de sus hijos, bajo una de las 9
efigies de mármol de caballeros medievales) actuó de negociador durante una
reunión en el Temple, entre el Rey Juan I y los barones, que exigían que Juan
defendiera los derechos consagrados de la Carta de Coronación de su predecesor Ricardo I.
William juró en nombre del rey que las quejas de los barones se abordarían en
verano, lo que llevó a Juan a firmar la Carta Magna en junio.
Posteriormente William se
convirtió en regente durante el reinado del hijo de Juan, Enrique III. Después
Enrique expresó su deseo de ser enterrado en la iglesia y para ello, a
principios del siglo XIII, se tiró el coro de la iglesia original y se
construyó una nueva estructura, ahora llamada Chancel. Fue consagrada el día de
la Ascensión
de 1240 y agrupa un pasillo central y dos laterales de idéntica anchura. La
altura de la cúpula es de 11
metros . Uno de los hijos de Enrique, que murió muy
joven, está enterrado en el Chancel, pero Enrique al final cambió su voluntad
con instrucciones de ser enterrado en la Abadía de Westminster.
Pero quien eran estos
caballeros templarios,
Aprobada de manera oficial
por la Iglesia
católica en 1129 durante el Concilio de Troyes (celebrado en la Catedral de Troyes). La Orden del Temple creció
rápidamente en tamaño y poder. Los Caballeros Templarios empleaban como
distintivo un manto blanco con una cruz roja dibujada. Los miembros de la Orden del Temple se
encontraban entre las unidades militares mejor entrenadas que participaron en
las Cruzadas. Los miembros no combatientes de la orden gestionaron una compleja
estructura económica a lo largo del mundo cristiano, creando nuevas técnicas
financieras que constituyen una forma primitiva del moderno banco, y edificando
una serie de fortificaciones por todo el Mediterráneo y Tierra Santa.
El éxito de los templarios
se encuentra estrechamente vinculado a las Cruzadas; la pérdida de Tierra Santa
derivó en la desaparición de los apoyos de la Orden. Además , los
rumores generados en torno a la secreta ceremonia de iniciación de los templarios
creó una gran desconfianza. Felipe IV de Francia, considerablemente endeudado
con la Orden ,
comenzó a presionar al Papa Clemente V con el objeto de que éste tomara medidas
contra sus integrantes. En 1307, un gran número de templarios fueron
arrestados, inducidos a confesar bajo tortura y posteriormente quemados en la
hoguera. En 1312, Clemente V cedió a las presiones de Felipe y disolvió la Orden. La brusca
desaparición de su estructura social dio lugar a numerosas especulaciones y
leyendas, que han mantenido vivo el nombre de los Caballeros Templarios hasta
nuestros días.
Hugo de Payns (aprox. 1070
– 1136) fue el primer maestre y fundador de la Orden del Temple y uno de los primeros nueve
caballeros. Nació hacia el año 1070 en el castillo de Payns, cerca de Troyes,
Francia, y murió en Palestina en 1136.
Hijo de Gautier de
Montigny y nieto de Hugo I, Señor de Payns, su infancia y su juventud se ven
influidas por el ambiente de reforma religiosa que se desarrolla en la Champaña y que dará
figuras de la talla de San Roberto de Molesme, fundador de las abadías de
Molesme i Cîteux, o la de San Bernardo de Claraval, impulsor de la reforma del
cister y mentor eclesiástico de la misma Orden del Temple. De la ferviente
pasión religiosa de Hugo II de Payns es muestra su breve paso como monje por la
abadía de Molesme, tras la muerte de su primera esposa Emelina de Touillon, con
la que se había desposado hacia el 1090. Fruto de este matrimonio nació su hija
Odelina, futura señora de Ervy. Vasallo fiel del Conde Hugo de Champaña, Hugo
II de Payns abandona los hábitos y a partir del año 1100 se integra plenamente
como uno de los principales miembros de la Corte champañesa, uniendo en su persona el
señorío de Montigny y el de Payns. Es muy probable que Hugo II de Payns realizará
su primer viaje a Tierra Santa junto al Conde de Champaña en 1104-1107.
Tras
regresar de este, y para ayudar a consolidar las pretensiones políticas de su
señor, casó en segundas nupcias con Isabel de Chappes (entre 1107 y 1111),
perteneciente a una de las familias más importantes del sur de la Champaña. Del
matrimonio nacieron cuatro hijos: Teobaldo, futuro Abad de Santa Colombe de
Sens; Guido Bordel de Payns, heredero del señorío; Guibuin, vizconde de Payns,
y Herberto, llamado el ermitaño. Sin embargo, en 1119, la pasión religiosa que
sentía Hugo II de Payns le llevó a tomar votos de castidad y a partir
nuevamente a Tierra Santa, donde creo, un año más tarde, la que llegaría a ser la Orden Militar más
importante de la
Cristiandad : La
Orden del Temple.
Se afirma que los otros
caballeros eran Godofredo de Saint-Omer, Payen de Montdidier, Archambaudo de
Saint Agnan, Andrés de Montbard (tío por parte de madre de San Bernardo de
Claraval), Godofredo Bison, y otros dos de los que sólo se conoce su nombre,
Rolando y Gondamero. Se desconoce el nombre del noveno caballero, aunque hay
quien piensa que pudo ser Hugo, Conde de Champagne.
En 1127 Hugo II de Payns
regresa a Europa acompañado por Godofredo de Saint-Omer, Payen de Montdidier, y
dos hermanos más, de nombre Raúl y Juan, con el fin de reclutar nuevos miembros
para la Orden ,
tomar posesión de las numerosas donaciones que habían sido otorgadas a esta y
para organizar las primeras encomiendas de la Orden en Occidente (casi todas ellas en la región
de la Champaña ).
Así pues, Hugo inicia un periplo que le lleva por Roma - a fin de solicitar del
papa Honorio II un reconocimiento oficial de la Orden y la convocatoria de
un concilio que debatiera el asunto - la Champaña (otoño de 1127); Anjou y Poitou (abril y
mayo de 1128), Normandia, Inglaterra y Escocia (Verano de 1128)y Flandes (otoño
de 1128).
Hugo y sus compañeros
regresan en Enero de 1129 a
la Champaña
para tomar parte en el Concilio de Troyes, un concilio de la Iglesia Católica ,
que se convocó en la ciudad francesa el 13 de enero de 1129, con el principal
objeto de reconocer oficialmente a la
Orden del Temple.
En dicho concilio
estuvieron presentes: el cardenal Mateo de Albano (representante del Papa); el
arzobispo de Reims y el de Sens; diez obispos; ocho abades cistercienses de las
abadías de Vézelay, Cîteaux, Clairvaux (que en este caso no era otro sino San
Bernardo), Pontigny, Troisfontaines y Molesmes; y algunos laicos entre los que
destacan Teobaldo II de Champaña, el conde de Campaña, André de Baudemont, el
senescal de Champaña, el conde de Nevers y un cruzado de la campaña de 1095.
Hugo de Payns relató en
este concilio los humildes comienzos de su obra, que en ese momento sólo
contaba con nueve caballeros, y puso de manifiesto la urgente necesidad de
crear una milicia capaz de proteger a los cruzados y, sobre todo, a los
peregrinos a Tierra Santa, y solicitó que el concilio deliberara sobre la
constitución que habría que dar a dicha Orden.
Se encargó a San Bernardo,
abad de Claraval, y a un clérigo llamado Jean Michel la redacción de una regla
durante la sesión, que fue leída y aprobada por los miembros del concilio.
Tras el concilio de
Troyes, Hugo II de Payns nombró a Payen de Montdidier Maestre Provincial de las
encomiendas sitas en territorio francés y en flandes, y a Hugo de Rigaud
Maestre Provincial para los territorios del Languedoc, la Provenza y los reinos
cristianos hispánicos y tras ello, regresó a Jerusalen dirigiendo la Orden que el mismo habia
creado durante casi veinte años hasta su muerte en el año 1136 (el 24 de mayo
según el obituario del templo de Reims), haciendo de ella una influyente
institución militar y financiera internacional.
El fin de la orden
El último Gran Maestre,
fray Jacques de Molay se negó a aceptar el proyecto de fusión de las órdenes
militares bajo un único rey soltero o viudo (Proyecto Rex Bellator, impulsado
por el gran sabio Ramón Llull), a pesar de las presiones papales. El 6 de junio
de 1306 fue llamado a Poitiers por el Papa Clemente V para un último intento,
tras cuyo fracaso, el destino de la
Orden quedó sellado. Felipe IV de Francia, el Hermoso, ante
las deudas que su país había adquirido, entre otras cosas, por el préstamo que
su abuelo Luis IX solicitó para pagar su rescate tras ser capturado en la Séptima Cruzada , y
su deseo de un Estado fuerte, con el rey concentrando todo el poder (que, entre
otros obstáculos, debía superar el poder de la Iglesia y las diversas
órdenes religiosas como los templarios), convenció (o más bien, intimidó) al
Papa Clemente V, fuertemente ligado a Francia, pues era de su hechura, de que
iniciase un proceso contra los templarios acusándolos de sacrilegio a la cruz,
herejía, sodomía y adoración a ídolos paganos (se les acusó de escupir sobre la
cruz, renegar de Cristo a través de la práctica de ritos heréticos, de adorar a
Baphomet y de tener contacto homosexual, entre otras cosas).
En esta labor contó con la
inestimable ayuda de Guillermo de Nogaret, canciller del reino, famoso en la
historia por haber sido el estratega del incidente de Anagni, en el que Sciarra
Colonna había abofeteado al Papa Bonifacio VIII, con lo que el Sumo Pontífice
había muerto de humillación al cabo de un mes; del Inquisidor General de
Francia, Guillermo Imberto, más conocido como Guillermo de París; y de Eguerrand
de Marigny, quien al final se apoderará del tesoro de la Orden y lo administrará en
nombre del Rey, hasta que sea transferido a la Orden de los Hospitalarios.
Para ello se sirvieron de
las acusaciones de un tal Esquieu de Floyran, espía a las órdenes tanto de la Corona de Francia como de la Corona de Aragón.
Parece ser que Esquieu le
fue a Jaime II de Aragón con la especie de que un prisionero templario, con
quien había compartido una celda, le había confesado los pecados de la Orden. Jaime no le creyó
y lo echó "con cajas destempladas"..., así que Esquieu se fue a
Francia a contarle el cuento a Guillermo de Nogaret, que no tenía más voluntad
que la del Rey, y que, creyera o no creyera en el mismo, no perdió la
oportunidad de usarlo como pie para montar el dispositivo que, a la postre,
llevó a la disolución de la
Orden.
Felipe despachó correos a
todos los lugares de su reino con órdenes estrictas de no ser abiertos hasta un
día concreto, el anterior al viernes 13 de octubre de 1307, en lo que se podría
decir que fue una operación conjunta simultánea en toda Francia En esos pliegos
se ordenaba la detención de todos los templarios y el requisamiento de sus
bienes.
De esta manera, en
Francia, Jacques de Molay, último gran maestre de la orden, y ciento cuarenta
templarios fueron encarcelados y seguidamente sometidos a torturas, método por
el cual consiguieron que la mayoría de los acusados se declararan culpables de
los cargos, inventados o no. Cierto es que algunos efectuaron similares
confesiones sin el uso de la tortura, pero lo hicieron por miedo a ella; la
amenaza había sido suficiente. Tal era el caso del mismo gran maestre, Jacques
de Molay, quien luego admitió haber mentido para salvar la vida.
Por otra parte, esta misma
misiva también arribó a varios reinos europeos incluyendo el Reino de Hungría,
donde el recientemente coronado Carlos I Roberto de Hungría, ordenó la
detención inmediata de los caballeros templarios.
Las razones reales por las
cuales Carlos Roberto accedió a obrar contra los Templarios son desconocidas
hasta la actualidad, sin embargo pudo haber influido el hecho de que Carlos
Roberto y Felipe IV eran parientes lejanos y se criaron juntos en la infancia.
El rey húngaro, entonces, les prometió misericordia, pero los caballeros respondieron
exigiendo un documento que certificase dicho ofrecimiento. Esto produjo la ira
de Carlos Roberto y de inmediato envió sus tropas para que iniciasen el asedio
de la fortaleza de Léka, una de las sedes principales de los templarios, donde
muchos terminaron masacrados, y otros escaparon.
Llevada a cabo sin la
autorización del Papa, quien tenía a las órdenes militares bajo su jurisdicción
inmediata, esta investigación era radicalmente corrupta en cuanto a su
finalidad y a sus procedimientos, pues los templarios habían de ser juzgados
con respecto al Derecho Canónico y no por la justicia ordinaria. Esta
intervención del poder temporal en la esfera de personas que estaban aforadas y
sometidas por ello a la jurisdicción papal, no sólo produjo de Clemente V una
enérgica protesta, sino que el Pontífice anuló el juicio íntegramente y
suspendió los poderes de los obispos y sus inquisidores No obstante, la
acusación había sido admitida y permanecería como la base irrevocable de todos
los procesos subsiguientes.
Felipe el Hermoso sacó
ventaja del "desenmascaramiento", y se hizo otorgar por la Universidad de París
el título de «campeón y defensor de la fe», y, en los Estados Generales
convocados en Tours supo poner a la opinión pública en contra de los supuestos
crímenes de los templarios. Más aún, logró que se confirmaran delante del Papa
las confesiones de setenta y dos presuntos templarios acusados, quienes habían
sido expresamente elegidos y entrenados de antemano. En vista de esta
investigación realizada en Poitiers (junio de 1308), el Papa, que hasta
entonces había permanecido escéptico, finalmente se mostró interesado y abrió
una nueva comisión, cuyo proceso él mismo dirigió. Reservó la causa de la Orden a la comisión papal,
dejando el juicio de los individuos en manos de las comisiones diocesanas, a
las que devolvió sus poderes.
La comisión papal asignada
al examen de la causa de la Orden
había asumido sus deberes y reunió la documentación que habría de ser sometida
al Papa y al Concilio General convocado para decidir sobre el destino final de la Orden. La culpabilidad
de las personas aisladas, que se evaluaba según lo establecido, no entrañaba la
culpabilidad de la orden. Aunque la defensa de la Orden fue efectuada
deficientemente, no se pudo probar que ésta, como cuerpo, profesara doctrina
herética alguna o que una regla secreta, distinta de la regla oficial, fuese
practicada. En consecuencia, en el Concilio General de Vienne, en el Delfinado,
el 16 de octubre de 1311, la mayoría fue favorable al mantenimiento de la Orden , pero el Papa,
indeciso y hostigado por la corona de Francia principalmente, adoptó una
solución salomónica: decretó la disolución, no la condenación, y no por
sentencia penal, sino por un decreto apostólico (bula Vox clamantis del 22 de
marzo de 1312).
El Papa reservó para su
propio arbitrio la causa del Gran Maestre y de sus tres primeros dignatarios.
Ellos habían confesado su culpabilidad y sólo quedaba reconciliarlos con la Iglesia una vez que
hubiesen atestiguado su arrepentimiento con la solemnidad acostumbrada. Para
darle más publicidad a esta solemnidad, delante de la Catedral Notre Dame
de París fue erigida una plataforma para la lectura de la sentencia, pero en el
momento supremo, Molay recuperó su coraje y proclamó la inocencia de los templarios
y la falsedad de sus propias supuestas confesiones. En reparación por este
deplorable instante de debilidad, se declaró dispuesto al sacrificio de su vida
y fue arrestado inmediatamente como herético reincidente, junto a otro
dignatario que eligió compartir su destino, y fue quemado junto a Geoffroy de
Charnay atados a una estaca frente a las puertas de Notre Dame en l'Ille de
France el día de la
Candelaria (18 de marzo) de 1314.
En los otros países
europeos, las acusaciones no fueron tan severas, y sus miembros fueron
absueltos, pero, a raíz de la disolución de la Orden , los templarios fueron dispersados. Sus
bienes fueron repartidos entre los diversos Estados y la Orden de los Hospitalarios:
en la Península
Ibérica pasaron a la corona de Aragón en el este peninsular,
de Castilla en el centro y norte, de Portugal en el oeste y a la Orden de los Caballeros
Hospitalarios, si bien tanto en un reino como en otro surgieron diversas
órdenes militares que tomaron el relevo a la disuelta, como la Orden de los Frates de
Cáceres o de Santiago, la
Montesa (en Aragón), la Calatrava o la Álcantara, a las que se concedió
la custodia de los bienes requisados. En Portugal el rey Dionisio les restituye
en 1317 como "Militia Christi" o Caballeros de Cristo, asegurando así
las pertenencias (por ejemplo, el Castillo de Tomar) de la orden en este país.
En Polonia los Hospitalarios recibieron la totalidad de las posesiones de los
Templarios.
Actualmente se encuentra
en los archivos vaticanos el pergamino de Chinon, que contiene la absolución
del papa Clemente V a los Templarios. Aun cuando este documento tiene una gran
importancia histórica, pues demuestra la vacilación del Papa, nunca fue oficial
y aparece fechado con anterioridad a las Bulas Vox in excelso, Ad providam y Considerantes,
donde se procedió a la disolución de la Orden y la distribución de sus bienes. Así, según
el texto de Vox in excelso: "Nos suprimimos (...) la Orden de los templarios, y
su regla, hábito y nombre, mediante un decreto inviolable y perpetuo, y
prohibimos enteramente Nos que nadie, en lo sucesivo, entre en la Orden o reciba o use su
hábito o presuma de comportarse como un templario. Si alguien actuare en este
sentido, incurre automáticamente en excomunión". En concreto, el Manuscrito
de Chinon está fechado en agosto de 1308. En esas mismas fechas (agosto de
1308), el Papa emite la
Bula Facians Misericordiam, donde confirma la devolución de
la jurisdicción a los inquisidores y emite el documento de acusación a los
templarios, con 87 artículos de acusación. Asimismo, emite la bula Regnans in
coelis, por la que convoca el Concilio de Vienne. Por tanto, estas dos bulas,
que sí fueron promulgadas oficialmente, tienen validez desde el punto de vista
canónico, mientras que el documento de Chinon es un mero "borrador"
de gran importancia histórica, pero escasa importancia jurídica.
Fuentes:
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