domingo, 3 de julio de 2011

El amazonas esta siendo arrasado,


El amazonas esta siendo  arrasado,


El Estado amazónico de Pará, en el norte brasileño, vive desde hace algo más de un mes una fuerte convulsión social por las batallas medioambientales que se libran en varias áreas de la región. A orillas del río Xingú, el inicio de las obras para construir la polémica hidroeléctrica de Belo Monte ha puesto en pie de guerra a las organizaciones ecologistas. En el sureste, en las inmediaciones de la localidad de Marabá, la reciente oleada de muertes de activistas medioambientales a manos de pistoleros a sueldo ha dado paso a un recrudecimiento del siempre latente conflicto agrario, que enfrenta a pequeños agricultores y activistas con los todopoderosos ganaderos y madereros, e incluso con el propio Estado brasileño. Como telón de fondo está la incesante deforestación de la selva amazónica y la anhelada reforma agraria, la promesa nunca cumplida del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva de entregar tierras a los que menos tienen.

En el asentamiento rural de Praialta Piranheira, en el sureste de Pará, donde hace algo más de un mes fueron asesinados a sangre fría los activistas medioambientales José Claudio Ribeiro da Silva y su mujer, Maria do Espírito Santo, los agricultores viven amedrentados. "Aquí la ley del silencio habla más alto", afirma en un habitáculo de su precaria cabaña una de las dos personas sobre las que recaen casi todas las sospechas de haber orquestado el asesinato de la pareja de ecologistas. El individuo, que se dedica a la ganadería, responde a la inicial G. y, junto al maderero Z. R., se encuentra en el punto de mira de la Policía Federal, que durante estos días investiga sin resultados aparentes el truculento asesinato. "José Claudio mantenía muchas diferencias con madereros y ganaderos de la zona. Pero claro, no se puede acusar a nadie hasta que no existan pruebas sólidas", esgrime quien a todas luces se siente amparado por la ley del silencio que, efectivamente, reina en la zona.

Solo en los últimos 40 días han muerto cinco activistas en las diferentes áreas del Amazonas. Según la Comisión Pastoral de la Tierra, la organización brasileña ligada a la Iglesia católica que defiende la causa medioambiental y los derechos de los campesinos y los indígenas, 231 personas han perdido la vida en enfrentamientos agrarios y 809 han sido amenazadas de muerte en los últimos 15 años. "Todo es producto del abandono en el que viven los asentamientos. El Gobierno debería ocuparse de mejorar las condiciones de vida en estos lugares y acometer la reforma agraria. Sin embargo, ahora que la situación se ha agravado, se limita a anunciar una serie de medidas puntuales e insignificantes con el único objetivo de satisfacer la presión de la prensa", denuncia José Batista, responsable de la Pastoral de la Tierra de Marabá.

El Gobierno de Dilma Rousseff anunció recientemente un paquete de ayudas económicas para los colonos y el envío a la zona de un contingente de 30 miembros de la Fuerza Nacional para proteger a los amenazados de muerte.

El mayor pulmón vegetal del mundo vuelve a estar en el ojo del huracán. Lamentablemente, no es por su riqueza ni por los tesoros que alberga. La creciente deforestación del Amazonas brasileño y una sucesión de violentos asesinatos de activistas ambientales han desatado las alarmas. Según la Comisión Pastoral de la Tierra, organización encargada de supervisar la violencia rural, en los últimos 20 años más de 1.000 activistas rurales han sido asesinados en Brasil.


Chico Mendes
José Cláudio Ribeiro da Silva y su esposa Maria Do Espírito Santo da Silva son algunas de las víctimas más recientes de los madereros. Eran dirigentes del Consejo Nacional de Poblaciones Extractivistas del Estado de Pará, organización no gubernamental fundada por el sindicalista Chico Mendes , un recolector de caucho más conocido por ser uno de los líderes del ecologismo en la década de los 80. En diciembre de 1988, tras recibir incontables amenazas fue asesinado por unos rancheros ('fazendeiros'). Chico logró lo que quería: su muerte tuvo tal repercusión que captó la atención de medio mundo, dando a conocer los problemas a los que se enfrentaban los recolectores de caucho.
El asesinato de la pareja pasa a engrosar una amplia lista de crímenes. La contradicción es tal que, a última hora del día de su muerte, el Congreso brasileño aprobó por 410 votos a favor y 63 en contra, la reforma del Código Forestal que no sólo otorga amnistía a los crímenes cometidos contra la vegetación hasta 2008 sino que además flexibiliza las normas ambientales.
No cabe duda de que el comercio ilegal de madera, concretamente de caoba, es un negocio de lo más lucrativo. A falta de que el Senado apruebe la controvertida ley, y en última instancia, la presidenta Dilma Rousseff, las estadísticas son estremecedoras. Desde la muerte de Chico, toda una leyenda a la que el mismísimo Paul McCartney dedicó una canción, los crímenes no han hecho más que aumentar. La gran mayoría han quedado impunes. Según la Comisión, tan sólo 80 de los asesinos han sido encarcelados. Menos de 100 casos han llegado a la Corte y tan sólo 15 de las personas que contrataron a sicarios han sido acusadas


La muerte de Chico y José Cláudio casi parece una cruel casualidad diseñada por un destino injusto. Dorothy Stang, una misionera estadounidense fue asesinada en Pará en 2005 por defender a los campesinos sin tierra. Adelino Ramos, 'Dinho' logró sobrevivir a la matanza de Corumbiará en la que fallecieron 12 campesinos, presuntamente a manos de paramilitares. El pasado 27 de mayo falleció tras recibir diversas amenazas por denunciar la tala ilegal.

No obstante, los madereros no son los únicos enemigos del Amazonas. El problema es que el estado de Pará tiene yacimientos de hierro que se utilizan para la producción de acero. Además, los bosques también se talan para producir carbón vegetal, muy codiciado por la industria siderúrgica. Algunos expertos advierten de que la región se está convirtiendo en un 'Salvaje Oeste' en el que impera la ley del más fuerte.




En 1997, el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA) inauguró el asentamiento de Praialta-Piranheira, una reserva de 22.000 hectáreas en el Estado de Pará, posiblemente el más afectado por la deforestación ilegal. A día de hoy, tras el paso de los madereros y los carboneros, menos del 30% es reserva. Erenilto Pereira dos Santos, tuvo la mala suerte de presenciar el asesinato de da Silva. Cuatro días más tarde fue asesinado en la reserva.
El miedo se ha colado en el cuerpo de los que habitan la zona. Muchas de las familias cuya supervivencia depende de la recolección de frutos como la nuez de Brasil ('Bertholletia excelsa'), un símbolo del Amazonas, han decidido abandonar la zona. Otras han optado por dedicarse a la agricultura, una actividad menos 'arriesgada'.


La corrupción de las autoridades judiciales y policiales y el poder de los madereros han permitido que lo que al principio parecía una serie de crímenes aislados, se haya convertido en algo que prácticamente está a la orden del día. El Gobierno brasileño parece decidido a tomar cartas en el asunto. Para ello, ha puesto en marcha un sistema de protección a los campesinos y activistas que busca frenar en seco la impunidad de la que gozan los tiranos de la madera.


"El Foro de la Amazonia Oriental (Faor) exige públicamente que las autoridades competentes investiguen este homicidio con seriedad y detengan a los autores (intelectuales y materiales) para que no sea otro crimen por engrosar la inmensa lista de impunidad en el estado (de Pará)", señala un comunicado divulgado por este foro que agrupa a varias ONG de la región.

En noviembre pasado, en un seminario que reunió a líderes campesinos de la Amazonia, Ribeiro da Silva relató las amenazas que había recibido y dijo que corría el riesgo de seguir el camino de Chico Mendes y de Dorothy Stang, una misionera estadounidense asesinada en 2005 en Pará por defender a campesinos sin tierra.








Áreas Extrativistas do Conselho Nacional de Estado do Pará(Consejo Nacional de Poblaciones Extractivistas del Estado de Pará,)


El Consejo Nacional de las poblaciones de extracción (el antiguo Consejo Nacional de Recolectores de Caucho - CNS) es una organización nacional que representa a los trabajadores organizados agroextractivist en asociaciones, cooperativas y sindicatos. Concejo Deliberante está compuesto por 27 líderes de los diferentes segmentos agroextractivist de todos los estados Amazonas.

Son los caucheros, recolectores de nueces, açaí, cupuaçu, la palma de coco, balateiros, piaçabeiros, los miembros de los proyectos agroforestales, extracción de petróleo y plantas medicinales.



Lo que los une es la lucha por mejorar la calidad de vida, el uso sostenible de los recursos naturales en la selva amazónica y el derecho a la tierra. El objetivo es la organización de los pobladores de los bosques, ya sea mediante la retirada de los efectos negativos del desarrollo sobre el medio ambiente, la influencia en las políticas públicas regionales y nacionales
El CNS, nació en octubre de 1985 durante la 1 ª Reunión Nacional de Recolectores de Caucho, realizado en la Universidad de Brasilia. El resultado de la incansable labor de Chico Mendes en frente de los sorteos para reducir el Acre y la suma de las iniciativas y los esfuerzos para defender el bosque y la reforma agraria que se llevaba a cabo en diferentes rincones de la Amazonía. Crecido de expresar y representar a todos los trabajadores agro extractivista, reclamando sus derechos como legítimos defensores del bosque, porque saben que su valor y significado.

Con mucha lucha y perseverancia se han creado 50 reservas y un total de más de 700 áreas protegidas en la Amazonia y más están en proceso de legalización. En 2005 se reunieron más de 400 líderes en Manaus, para conmemorar el 20 aniversario del Consejo Nacional de Recolectores de Caucho y desarrollar estrategias para hacer frente a los desafíos

Los fazendeiros (grandes terratenientes) adquirieron 6 millones de hectáreas de tierra en Acre con unos títulos ilegales de posesión, sin importar que fuesen territorios indígenas o estuviesen habitados durante décadas por familias de seringueiros.  Impusieron el terror para intimidar a los verdaderos propietarios, las tribus indígenas y las más de mil familias de seringueiros que allí vivían: sus casas fueron incendiadas, su ganado matado, sus mujeres violadas e iniciaron la destrucción de los bosques amazónicos. La construcción de una carretera Transamazónica, la BR 364 Porto Velho-Rio Branco, supuso el golpe de gracia para la región amazónica y sus pobladores. La colonización y las carreteras también impactaron directamente sobre 96 tribus autóctonas; por ejemplo, la tribu de los nambiqwara se redujo de 20.000 a 650 personas. La mortalidad infantil llegó a niveles superiores al ochenta por ciento.
 La deforestación masiva y los incendios intencionados alentados por los fazendeiros y los garimpeiros (buscadores de oro) destruían rápidamente el bosque. Hacia 1975 habían desaparecido 180.000 seringueiras —árboles de caucho— y 80.000 castanheiras —castaños— a causa del madereo y del fuego, realizados con el fin de liberar tierras para la agricultura comercial y la ganadería. En el paroxismo de la destrucción, los aeropuertos de la zona deben cerrar debido a las grandes humaredas que impiden la visibilidad para el tráfico aéreo y la aportación de más de 500 toneladas de carbono a la atmósfera equivalió al 10% del aporte mundial de gases que producen el efecto invernadero en todo el planeta. Para la quema de los bosques los terratenientes no dudaron en incluso en utilizar napalm. Una vez quemada la selva, el suelo se erosionaba y aparecían nubes de mosquitos que transmitían letales enfermedades como la malaria. Los bosques milenarios eran reemplazados por haciendas y fincas de dudosa rentabilidad y duración. En el bosque amazónico la expansión agrícola es insustentable y la fragilidad del suelo desprotegido por los árboles talados o incendiados provoca la erosión con las primeras lluvias. Así, en pocos años, las fincas eran abandonadas rápidamente al agotar sus campos y convertirse en semidesiertos. Mientras, los indios y los seringueiros se veían empujados por la desertización a guettos y chabolas dónde viven hacinados y sin trabajo.

Francisco Alves Mendes Filho, más conocido como Chico Mendes, (Xapuri, 15 de diciembre de 1944 - Xapuri, 22 de diciembre de 1988) fue un recolector de caucho, sindicalista y activista ambiental brasileño. Luchó de manera pacífica contra la extracción de madera y la expansión de los pastizales sobre el Amazonas. Fundó un sindicato de recolectores de caucho en un intento por preservar sus trabajos y la selva tropical al mismo tiempo. Teniendo un papel importante en la fundación del Consejo Nacional de los Recolectores de Caucho y la creación de la propuesta de Reservas Extractivas para los recolectores.
Fue el primer presidente de la Central Única dos Trabalhadores - ACRE (CUT de ACRE), fundada en 1984.
Consiguió el apoyo internacional, y recibió el premio Global 500 por la ONU en 1987, ese mismo año ganó también la Medalla por el medio ambiente de la organización Better World Society.


Chico Mendes fue asesinado frente a su casa el 22 de diciembre de 1988. Después de su asesinato más de treinta entidades sindicales, religiosas, políticas, de derechos humanos y ambientalistas se juntaron para formar el Comité Chico Mendes, las cuales exigían nacional e internacionalmente que el crimen no quedase impune.
En 1990 los fazendeiros (rancheros) Darly y Darcy Alves da Silva fueron considerados culpables del asesinato y condenados a 19 años de prisión. En 1993 escaparon de prisión y fueron nuevamente capturados en 1996. El caso Chico Mendes despertó por primera vez la atención internacional sobre los problemas que atravesaban los recolectores del caucho.




El 12 de febrero de 2005, la Hermana Dorothy Stang, una monja estadounidense activista de setenta y tres años (de Dayton, Ohio) fue asesinada por un disparo en el estado de Pará en el bosque tropical amazónico del oriente del Brasil. La Hermana Dorothy se dirigía a una reunión con agricultores cuyos hogares fueron incendiados por rancheros y empresas madereras con el propósito de expulsarlos de sus propiedades cuando dos individuos se le aproximaron con sus armas desenfundadas. La Hermana Dorothy introdujo su mano en su bolsa de tela, sacó su Biblia y comenzó a leer. Después de algunos momentos de vacilación, los asesinos le dispararon seis balazos a quemarropa. Ella falleció en el camino enfangado.


Las sospechas sobre la identidad de los asesinos de la Hermana Dorothy inmediatamente se centraron en los poderosos hacendados locales y los intereses madereros. El estado de Para pronto acusó a los dos presuntos pistoleros, así como a tres otros, lo que incluía a dos acaudalados terratenientes quienes fueron acusados de planear y pagar por la ejecución de Dorothy. Indudablemente la conspiración del asesinato es mucho más profunda.


La familia de la Hermana Dorothy y otros tienen serias dudas de que se logre justicia en el sistema judicial del estado de Pará. Los grupos de derechos humanos denuncian que virtualmente ninguna de las personas responsables de los aproximadamente ochocientos asesinatos de este tipo ocurridos en los pasados treinta años ha sido enjuiciada.


José Claudio Ribeiro da Silva, que el pasado 24 de mayo perdió la vida tras recibir varios disparos. A las ocho de la mañana de aquel martes salió de su casa, en el asentamiento de Praialta-Piranheira, rumbo a la localidad de Marabá, en la frontera este del Estado de Pará. En el sillín trasero de la moto que pilotaba le acompañaba su mujer, Maria do Espírito Santo da Silva. Cuando la pareja atravesaba el puente de Nova Ipixuna, a ocho kilómetros de su casa, dos hombres descargaron sobre ellos varios cartuchos de escopeta. Ambos murieron al instante. No satisfechos con la carnicería, los sicarios se tomaron tiempo para obtener la prueba material de la ejecución: a José Claudio le cortaron una oreja y se la llevaron como trofeo de caza. Sin embargo, los asesinos seguramente no contaban con la inesperada presencia de dos testigos que presenciaron la sobrecogedora escena de principio a fin.


Uno de ellos, Erenilto Pereira dos Santos, vecino de la misma comunidad rural que José Claudio y su esposa, apareció muerto cuatro días después con las marcas inequívocas de haber recibido dos tiros en la cabeza.
27 de mayo. Muere en Vista Alegre do Abunã, en el Estado de Rondônia, el dirigente rural Adelino Ramos. El activista, que recibió varios disparos, había sido amenazado de muerte tras denunciar reiteradamente talas ilegales. Poco antes de fallecer admitió en privado temer por su vida.


Esta es la historia de los activista que intenta salvar al amazonas ,



Fuentes:


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