martes, 7 de junio de 2011

Hong Kong, fue entregado a al Reino Unido por el opio,


Hong Kong, fue entregado a al Reino Unido por el opio,





El opio es una droga analgésica narcótica que se extrae de las cabezas verdes de la adormidera (Papaver somniferum). La adormidera (parecida a una amapola común), es una planta que puede llegar a crecer un metro y medio y con flores blancas, violetas o fucsias. Es una planta anual, que puede comenzar su ciclo en otoño aunque lo habitual, en el hemisferio norte, es a partir de enero, florece siempre a finales de mayo y es cuando se puede proceder a la recolecta del opio.

El opio se extrae realizando incisiones superficiales en las cabezas, todavía verdes, de la adormidera unos días después de caerse los pétalos de las flores. Los cortes exudan un látex blanco y lechoso, que al secarse se convierte en una resina pegajosa marrón. Esta resina se raspa de las cabezas obteniéndose así el opio en bruto, al dejar secar este durante más tiempo se convierte en una piedra más oscura y cristalina a la vez que pierde agua y se concentran los alcaloides.

El término «opio» deriva del griego ópion que significa ‘jugo’, refiriéndose al látex que exuda la adormidera al cortarla.
Otros nombres del opio son o-fu-jung (‘veneno negro’ en chino), ahiphema en hindi o schemeteriak en persa. En inglés también se conoce con el acrónimo GOM (God’s Own Medicine: ‘la propia medicina de Dios’).
Los primeros efectos se dejan notar como cansancio y somnolencia, a medida que crece el efecto se sienten hormigueo y picores en todo el cuerpo, se deja de sentir dolor, si se padecía, y se aumenta la sensación táctil, a medida que se cae en los efectos narcóticos se empieza a soñar en duermevela, junto con alucinaciones, náuseas y vómitos

En tablillas sumerias del tercer milenio a. de C se lo menciona mediante una palabra que también significa ‘disfrutar’. En los cilindros babilónicos más antiguos se encuentran representaciones de cabezas de adormidera. En el palacio de Ashurnasirpal II en Nimrud (Asiria, actual Irak) existía un bajorrelieve de una diosa rodeada de adormideras, creado en el año 879 a. C. (actualmente se encuentra en el Museo Metropolitano de Nueva York, en la galería de arte asirio). En algunas imágenes de la cultura cretense-micénica se muestran los efectos de la adormidera en imágenes.



Su empleo médico se remonta quizá al Antiguo Egipto, donde muchos jeroglíficos mencionan el jugo que se extraía de estas cabezas (el opio) y lo recomiendan como analgésico y calmante, tanto en pomadas como por vía oral y rectal. Uno de sus empleos reconocidos, según el papiro Ebers, es «evitar que los bebés griten fuerte». El opio tebaico aparece mencionado ya por Homero (en la Odisea) como algo que «hace olvidar cualquier pena», y simbolizaba la máxima calidad en toda la cuenca mediterránea.
En tiempos del poeta épico griego Hesíodo (s. VII a. C.), la ciudad que luego se llamaría Sición se llamaba Mekone (‘adormidera’). Esta planta fue siempre símbolo de Deméter, diosa de la fecundidad. Las mujeres casadas sin hijos portaban broches y alfileres con la forma de su fruto, y los enamorados restregaban pétalos secos para averiguar por los chasquidos el futuro de su relación. Los griegos la cultivaban y utilizaban con fines lúdicos y medicinales (como analgésico, en forma de infusiones o con el opio en bruto para el dolor de muelas, como antidiarreico, fiebres y para hacer dormir a los niños).

El historiador Heródoto (m. 425 a. C.) hace la primera mención explícita del uso medicinal de esta droga. En los primeros templos de Esculapio (que eran instituciones parecidas a los hospitales actuales), nada más llegar los pacientes eran sometidos a una incubatio o ‘ensueño sanador’.
Hipócrates es el que le da su nombre actual a la droga, que traduce opós mekonos: ‘jugo de adormidera. Él lo recomienda como tratamiento para la histeria, que considera como una «sofocación uterina».
En el siglo III adC, el filósofo y científico griego Teofrasto (372-287 a. C.) estudia el opio en sus tratados botánicos
Historia de las plantas, en nueve libros (originalmente diez).
Sobre las causas de las plantas, en seis libros (originalmente ocho).

alejandro magno
Heráclides de Tarento, médico de Filipo (padre de Alejandro Magno) contribuyó a fomentar su difusión, preconizándolo para «calmar cualquier dolor».
Los médicos griegos se volvieron expertos en crear antídotos para el envenenamiento, que —tomados cotidianamente— inmunizaban al usuario. Estas zeriaka o triacas contenían venenos (como la cicuta y el acónito), pero en pequeñas dosis. Con el tiempo llegaron a haber más de mil recetas de triacas, y todas contenían distintas cantidades de opio.

marco aurelio
Cuando Galeno confeccionó su Antídoto Magno, en el siglo II, ya la proporción de jugo de adormidera en las triacas había crecido hasta ser un 40% del total. Siguiendo sus recomendaciones, el emperador Marco Aurelio abría las mañanas con una porción de opio «grande como un haba de Egipto y desleída en vino tibio». Prácticamente todos los emperadores romanos usaban a diario triacas. Nerva, Trajano, Adriano, Septimio Severo y Caracalla emplearon opio puro en terapia agónica y como eutanásico. El mismo tipo de suicidio utilizaban incontables ciudadanos romanos, patricios y plebeyos, pues eso se consideraba una prueba de grandeza moral. Como comenta Plinio el Viejo, «de los bienes que la naturaleza concedió al hombre ninguno hay mejor que una muerte a tiempo, y lo óptimo es que cada cual pueda dársela a sí mismo» (Historia Natural, 18.2.9).
Los romanos acuñaron monedas con la figura de la adormidera. En su libro Materia médica, que es el tratado farmacológico más influyente de la Antigüedad, Dioscórides describe el opio como algo que «quita totalmente el dolor, mitiga la tos, refrena los flujos estomacales y se aplica a quienes dormir no pueden». Por él —y por muchos otros escritores romanos— se sabe que la demanda de opio excedía la oferta, siendo frecuente su adulteración.

moneda Diocleciano
Durante el Imperio el opio, como la harina, fue un bien de precio controlado, con el cual no se permitía especular. En el año 301, un edicto de Diocleciano sobre precios fijaba el del modius castrense (una vasija con capacidad para 17,5 litros) en 150 denarios (unos 10 denarios por kilo). En cambio el kilo de hachís (un bien de precio libre) costaba entonces 80 denarios el kilo. Poco después, en el año 312, un censo reveló que hubo 793 tiendas dedicadas a vender el producto en la ciudad de Roma, y que su volumen de negocio representó el 15% de toda la recaudación fiscal.
Sin embargo, este formidable consumo no genera problemas de orden público o privado. Aunque se cuentan por millones, los usuarios regulares de opio no se consideran enfermos ni marginados sociales. La costumbre de tomar esta droga no se distingue de cualquier otra costumbre —como madrugar o trasnochar, hacer mucho o poco ejercicio, pasar la mayor parte del tiempo fuera o dentro de casa—. De ahí que no haya en latín una expresión equivalente a «opiómano», si bien ya había al menos una docena de equivalentes a «dipsómano» (alcohólico).

Falta en la Antigüedad quien considere el opio como panacea, y también como cosa despreciable. Desde tiempos de Heródoto hasta los autores de triacas no hay una sola noticia de alguien envilecido por el uso del opio.
Esta planta llegó desde la cuenca mediterránea portada por Alejandro Magno hasta Asia.

En Persia, en el siglo XI, el mítico médico Ibn Sinna (o Avicena) —padre de la medicina árabe— lo utilizaba como eutanásico. Y su gran discípulo Al-Razi o Rhazes otorga a esa sustancia un lugar dominante en la farmacopea, como anestésico y analgésico
En el califato de Córdoba (España), que durante el siglo X era el lugar más culto y liberal de Europa, vuelve a prepararse la triaca magna o galéncia para la corte de Abderramán; también aparecen allí varios libros sobre botánica medicinal y farmacia, inconcebibles en cualquier reino cristiano de la época.

arabes
Tomando como núcleo productor las plantaciones turcas e iraníes, la rápida expansión del Islam diseminó el opio desde Gibraltar hasta Malasia, en pastillas que a veces llevaban el sello mash Allah (‘regalo de Dios’). Hacia el siglo IX sus usuarios solían comerlo, aunque los persas ya acostumbraban fumarlo; también era frecuente consumirlo en jarabes de uva, mezclado con hachís.
La cultura árabe se servía del opio como euforizante general, recomendable para el tránsito de la segunda a la tercera edad, y para sobrellevar los sinsabores de ésta última. Se consumía tanto en privado como en públicos diván (equivalente a los occidentales casinos).
Según Hans Sachs, un famoso autor de calendarios, a mediados del x. XVI escribe:
Al recorrer el campo de batalla, vieron con sorpresa que los sarracenos seguían teniendo el falo duro y erecto. El médico de campaña —sin dar muestras de extrañeza— les explicó que aquello no tenía nada de extraordinario, pues de todos era bien sabido que los turcos acostumbraban tomar opio, y que el opio procura excitación sexual aún después de la muerte.
Hans Sachs
Muchas medicinas del siglo XIX se basaban en una preparación a base de opio, el láudano

El mercadeo de opio por parte de Inglaterra, Francia y Estados Unidos a China generó un conflicto de grandes proporciones. Los chinos consideraban que Occidente no tenía nada de valor con lo que comerciar. Pero los comerciantes ingleses y estadounidenses, fuertemente respaldados por la Corona inglesa, vieron en el opio la posibilidad de tener intercambio.
El opio y sus derivados (morfina, heroína, etc.) constituyen unas de las drogas más adictivas. Un obrero chino que se volvía adicto, gastaba 2/3 de su sueldo en opio y dejaba a su familia en la miseria. Para 1839 el opio ya estaba al alcance de los obreros y campesinos.
Se generó con esto una epidemia de adictos en China por lo que el emperador debió tomar cartas en el asunto, nombrando a Lin Hse Tsu para que frenara el tráfico de opio, éste les quemó los cajones y se arriesgó una guerra (1839). Cuando Hong Kong fue devuelta a China en 1997, lo primero que hicieron fue poner una estatua de Lin, considerado como un héroe nacional.

Lin Hse Tsu mandó una carta a la Reina Victoria I del Reino Unido pidiéndole que no traficara más con opio. Sin embargo, la reina Victoria no accedió a las peticiones chinas, estallando poco después la Primera Guerra del Opio, que generó un estímulo para que más mercaderes fueran a China desde Estados Unidos e Inglaterra. Muchas de las grandes fortunas de Estados Unidos fueron basadas en este narcotráfico, que era encubierto, pues decían que se comerciaba con té o tabaco. Se le llamaba China Trade o Far East Trade
Las Guerras del: Yāpiàn Zhànzhēng), también conocidas como las Guerras Anglo-Chinas, fueron dos guerras que duraron de 1839 a 1842 y de 1856 a 1860 respectivamente, el punto culminante de los conflictos comerciales entre China y el Reino Unido. El contrabando británico de opio de la India Británica hacia la China y los esfuerzos del gobierno chino para imponer sus leyes contra las drogas. Las drogas llevaron al conflicto. Francia luchó al lado de Gran Bretaña en la segunda guerra.

La derrota de China en las dos guerras forzó al gobierno a tolerar el comercio del opio. El Reino Unido coaccionó al gobierno a firmar Tratados Desiguales, abriendo varios puertos al comercio exterior y entregándole Hong Kong a Gran Bretaña. Portugal siguió a Gran Bretaña y forzaron términos de intercambio desiguales para China (Tratado de Nankín, cesión de Hong Kong a Gran Bretaña y ampliación de Macao para Portugal). Esta humillación por obra de potencias exteriores contribuyó a la Rebelión Taiping (1850–1864), la Rebelión Boxer (1899–1901), y la caída de la Dinastía Qing en 1911

Qing
El comercio marítimo directo entre Europa y China comenzó en el siglo XVI, después de que los portugueses establecieron la colonia de Goa en la India, y poco después la de Macao en el sur de China. Después de la adquisición española de las Filipinas, el ritmo del intercambio entre la China y el Occidente se aceleró dramáticamente. Los galeones de Manila trajeron más plata a China que la Ruta de la seda. El gobierno Qing intentó limitar el contacto con el mundo exterior a un mínimo. Los Qing sólo permitieron el comercio por el puerto de Cantón. Rigurosos trámites y monopolios autorizados fueron establecidos para restringir el flujo del comercio, teniendo como resultado altos precios de venta para los artículos importados y demanda limitada. España empezó a vender opio a los chinos, junto con productos del Nuevo Mundo tales como el tabaco y el maíz, para prevenir un déficit comercial. Con la implantación de las Compañías Británicas y Holandesa de Indias Orientales, el comercio con China se multiplicó.
A causa de la alta demanda de té, seda, y porcelana en Gran Bretaña y la baja demanda de mercancías británicas en China, Gran Bretaña tenía un gran déficit comercial con China y debía pagar estos artículos con plata. Gran Bretaña comenzó a exportar ilegalmente opio a la China desde la India Británica en el siglo XVIII para contrarrestar su déficit. El comercio del opio creció rápidamente, y el flujo de plata comenzó a reducirse. El Emperador Yongzheng prohibió la venta y la costumbre de fumar opio en 1829 a causa del gran número de adictos.

La disputa se desató debido al comercio del opio, el cual se veía desde ambos lados de maneras muy distintas. El emperador censuró el opio en China debido al efecto negativo de éste en la población, los británicos en cambio, veían al opio como el mercado ideal que los ayudaría a compensar el gran comercio con China. Estas guerras y los subsiguientes tratados firmados entre las potencias resultaron en que varios puertos de China se abrieran para el comercio con Occidente que condujeron en parte a la caída de la economía china. Estas guerras se consideran como la primera guerra de drogas

La Dinastía Qing de China, era cada vez más asediada por potencias extranjeras que demandaban un comercio bilateral con la China, tras una gran caída a principios del siglo XIX. Los europeos compraban porcelana, seda, condimentos y té chinos, pero eran incapaces de vender algún bien de interés para la China, en lugar de eso, se veían obligados a pagar con plata, esto significaba un gran esfuerzo para las ya apretadas finanzas europeas provocadas por las guerras napoleónicas.
El opio era producido en China desde el siglo XV, era mezclado con tabaco en un proceso inventado por los españoles, que luego fue dominado por los holandeses en el siglo XVII y generalizado de forma masiva por los británicos en el XVIII. Al observar los problemas de salud y sociales vinculados con el consumo de opio, el gobierno imperial chino lo prohibió en 1829.

Akbar
Los británicos comenzaron la producción de opio a mediados del siglo XVIII en la India en cantidades significativas, aprendieron el arte del estado mogol, quienes comerciaron con opio al menos desde el reino de Akbar (1556–1605), e iniciaron el comercio de opio por plata en el sur de China. Los británicos observaron las grandes ganancias que potencialmente traería el mercado del opio (previamente dominado por Yakarta controlada por Holanda) al invadir Bengala en 1764. Las ganancias se acercaban al 400 por ciento y la amapola crecía casi en todas partes.
Las exportaciones de opio de los británicos crecieron vertiginosamente, de aproximadamente 15 toneladas en 1730 a 75 toneladas en 1773, embarcadas en más de dos mil cajas con 70 Kg de opio cada una.
Los productos triangulaban de la siguiente manera:
Se transportaba el opio cultivado en Turquía y la India a China.

Se pagaba con opio las porcelanas, sedas y té.
Se llevaban a la Costa Este y a Inglaterra, en donde se pagaban y se iba a Turquía y la India para comprar más opio.

En la primavera de 1830, ante el alarmante y desenfrenado abuso del comercio del opio en China, el Emperador Daoguang ordenó a Lin Hse Tsu que combatiera rápidamente esta plaga, y éste respondió atajando la corrupción del funcionariado imperial y ordenando la destrucción de más de 20.000 cajas de opio.
Debido a que el comercio con China era complicado, pues las naciones occidentales no poseian nada de valor para intercambiar, se empezó a buscar distintos métodos, entre ellos la venta de drogas y adictivos a la población. Para 1839, el opio surtido por Estados Unidos Reino Unido y Francia había alcanzado a los campesinos aislados y los obreros gastaban 2/3 de sus ganancias en mantener su adicción. Ante esto, el emperador chino prohibio el opio y expulsó a los comerciantes britanicos, al llegar a Londres se quejaron ante el gobierno británico, el cual decidió atacar a China con su poderosa flota para obligarla a comprar el opio cultivado en la India británica.

Las tropas chinas no pudieron hacer frente a los británicos, se rindieron ante ellos, y China tuvo que aceptar la rendición con la firma del Tratado de Nankín.
El tratado se firmó el año de 1842 y estipulaba el fin de la Primera guerra del Opio. Con él, China cedía la isla de Hong Kong a Gran Bretaña y aceptaba la apertura de sus puertos al comercio internacional. El 1 de julio de 1997 Hong Kong fue devuelto a China (155 años después de la firma del tratado).






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