El verdadero
ultimo samurai,
Saigō Takamori
El Parque Ueno
(Ueno Onshi
Kōen) está situado en el barrio Taito. Es una de las áreas
más populares de Tokio,
donde japoneses y turistas se mezclan para contemplar y
disfrutar de la amplia
cantidad de atracciones que alberga. En este espacio
inaugurado en el año 1873,
se agolpan multitud de templos, monumentos, zoológicos y
zonas verdes y
estanques, entre las que destacan:
Es uno de los
monumentos
más conocidos de Japón. Fue levantada en 1898 para honrar la
memoria de
Takamori Saigo, denominado “El último Samurái”. En ella una
escena del
Samurái paseando a su perro.
Pero quien era
este personaje,.
Saigō Takamori
(23 de
enero de 1828 – 24 de septiembre de 1877) fue un samurái y
político japonés,
que vivió durante los últimos años del período Edo y
comienzos de la era Meiji.
Inicialmente fue uno de los personajes políticos que apoyó
la eliminación del shogunato
Tokugawa y respaldó la Restauración Meiji, posteriormente se
involucró dentro del gobierno
Meiji. Pero, en 1877, tras la persecución sistemática de los
samurái en el
nuevo gobierno, lideró la Rebelión Satsuma, que sería el
último conflicto encabezado
por los samurái en la historia japonesa. Takamori es
considerado como el último
samurái verdadero
Nació en la
localidad de Kagoshima,
en el feudo de Satsuma (actual prefectura de Kagoshima) y
fue un samurái de
clase baja en los primeros años de su vida. En ese momento
de su vida, el país
estaba teniendo una crisis política dentro del shogunato
Tokugawa, con la
llegada del estadounidense Matthew C. Perry a Japón en 1853.
Matthew Calbraith
Perry (1794-1858),
oficial naval de EE. UU. Nacido el 10 de abril de 1794 en
Newport (Rhode
Island) y fallecido en Nueva York el 4 de marzo de 1858.
Rompió el aislamiento
internacional de Japón y lo forzó a abrirse a los demás
países extranjeros e
impulsó el tratado de Kanagawa.
Con este suceso,
se
polarizaron dos frentes: una que apoyaba al shogunato y otra
que reclamaba la
disolución del shogunato y la expulsión de las potencias
extranjeras. Takamori
fue contrario al régimen Tokugawa en ese entonces.
Saigō Takamori
fue
reclutado en un viaje a Edo en 1854 para asistir al daimyō
de Satsuma Shimazu
Nariakira, quien apoyaba el movimiento kōbu gattai ,que
consistía la
reconciliación y la unión marital entre el shogunato
Tokugawa y la Corte Imperial de
Kioto.
No obstante, la
actividad
de Takamori en Edo tuvo un final abrupto con la Purga Ansei,
realizada
por el tairō Ii Naosuke, quien persiguió a quienes tenía
ideas contrarias al
shogunato; y sumado a ello con la muerte repentina de
Shimazu Nariakira; con
este suceso, Saigō intentó cometer el suicidio por
ahogamiento.
Takamori regresó
a
Kagoshima en 1859, para ser arrestado y exiliado a la isla
de Amami Ōshima,
debido a diferencias de ideas con el nuevo daimyō Shimazu
Hisamitsu, quien
persistía con el movimiento kōbu gattai. Nuevamente regresó
a Kagoshima en 1861,
solamente para ser comunicado que sería exiliado nuevamente.
Finalmente en 1864,
Hisamitsu lo perdonó y lo envió a Kioto como asistente del
feudo ante la Corte Imperial.
Al llegar a
Kioto, asume
el comando de las tropas de Satsuma y hace una alianza con
el samurái del feudo
de Aizu, en un intento de impedir a las fuerzas del feudo
rival de Chōshū que
tomasen el Palacio Imperial en Kioto, en el Incidente de
Hamaguri Gomon. En
agosto de 1864, fue uno de los comandantes militares que
lideró una expedición
patrocinada por el shogunato Tokugawa contra el feudo de
Chōshū, como
represalia del incidente, pero secretamente Takamori estaba
negociando con los
líderes de Chōshū y estableció la Alianza Satchō
(Satsuma-Chōshū). Cuando el
shogunato envió una segunda expedición militar contra
Chōshū, el feudo de
Satsuma permaneció neutral.
En noviembre de
1867, el shōgun
Tokugawa Yoshinobu renunció, y se inició el proceso de
restauración del poder
político al Emperador de Japón, conocido como la
Restauración Meiji.
Sin embargo, Takamori fue uno de los más críticos opositores
a la revolución
pacífica, y demandaba que los Tokugawa debían ser
expropiados de sus tierras y
de su estatus especial. Su posición inamovible fue una de
las principales
causas del inicio de la Guerra Boshin.
Durante la Guerra
Boshin,
lideró las fuerzas imperiales en la Batalla de Toba-Fushimi,
y posteriormente avanzó
las fuerzas imperiales sobre Edo, donde aceptó la rendición
pacífica del Castillo
Edo por Katsu Kaishu
akamori tuvo un
papel
importante en el nuevo gobierno Meiji, a pesar que otros
políticos como Ōkubo
Toshimichi fueron más activos e influyentes en ese período.
Asumió el cargo de sangi
(consejero); cooperó con la abolición del sistema han, que
eliminaba los feudos
y establecía las prefecturas como base administrativa del
país; también fue
responsable del establecimiento de un ejército reclutado.
En 1871 debió
asumir el
gobierno provisional del país mientras los políticos más
influyentes del
gobierno, estaban recorriendo Europa y Estados Unidos,
durante la Misión Iwakura
(1871 – 1873).
Durante este
período,
estuvo en desacuerdo con la modernización de Japón, imitando
el estilo de
gobierno de los países occidentales y estuvo en desacuerdo
con la apertura
comercial a Occidente. Se opuso a la construcción de una red
de ferrocarriles,
argumentando que se podía usar el dinero en el
fortalecimiento de las fuerzas
militares.
También fue
partidario de
declarar la guerra a Corea con el fin de anexar ese país
antes que los países
occidentales, en el debate Seikanron de 1873; teniendo como
razón que Corea se
negaba a reconocer la legitimidad del Emperador Meiji como
jefe de estado del Imperio
de Japón y habían expulsado de manera grosera a unos
enviados japoneses que
tenían como objetivo establecer relaciones diplomáticas y
comerciales entre
Corea y Japón.
Takamori estuvo
dispuesto
a ir a Corea y provocar intencionalmente un casus belli, de
manera tal que los
coreanos no tuvieran más opción que asesinarlo. No obstante,
cuando los
miembros del gobierno regresaron de la Misión Iwakura en
1873, se opusieron férreamente a la idea, en parte por falta
de presupuesto y
en otra porque se encontraban en una posición muy
desventajosa con los países
occidentales, hecho que se corroboró en el viaje. Dada la
negativa, Takamori se
sintió frustrado, renunció al gobierno en señal de protesta
y decidió regresar
a Kagoshima.
Tras su renuncia
al
gobierno decidió levantar una pequeña academia militar
privada en Kagoshima,
que tendría como alumnos a varios samurái que habían
abandonado al gobierno
tras la renuncia de Takamori. Estos samurái, comenzaron a
dominar el gobierno
de Kagoshima, y temiendo una rebelión, el gobierno Meiji
decide enviar barcos
de guerra a Kagoshima, con el fin de eliminar las armas en
la región.
Adicionalmente en 1877, se eliminaron las remuneraciones en
arroz a los samurái
y provocó un conflicto abierto entre el gobierno y los
samurái. Takamori, quien
inicialmente no deseaba que el conflicto empeorara, debió
finalmente aceptar el
liderazgo de los rebeldes contra el gobierno central,
conocido como la Rebelión Satsuma.
La rebelión fue
sofocada a
los pocos meses por el Ejército Imperial Japonés, que era
una fuerza combinada
de 300.000 samurái leales al gobierno y soldados reclutados
bajo el comando de Kawamura
Sumiyoshi. Las tropas imperiales estaban modernizadas,
usando morteros y globos
de observación. En cambio las fuerzas de Satsuma rondaban
inicialmente los
40.000 hombres, quedando reducido sólo a 400 al final de la
guerra en la Batalla de Shiroyama. A pesar que las fuerzas
de
Satsuma pretendían preservar el papel de los samurái, usaron
métodos militares
occidentales, armas de fuego y cañones; inclusive en las
descripciones de Saigō
Takamori se le veía vestido con uniforme militar occidental.
Al final de la
rebelión, cuando se agotaron las municiones y las armas
modernas, debieron
atacar con espadas, arcos y flechas.
En la batalla de
Shiroyama, Takamori quedó gravemente herido, y al no querer
ser capturado o
asesinado por el enemigo, pidió a un compañero que lo
decapitara, para
preservar su honor como samurái. Otra leyenda sugiere que
Saigō había cometido
el seppuku, una forma tradicional de suicidio; pero la
autopsia y los
documentos históricos de la época niegan este hecho. La
muerte de Takamori
derivó en el fin de la rebelión y la supresión definitiva de
la clase samurái
en Japón, que había dominado el país desde el siglo XII.
También
existieron
leyendas que negaban la muerte de Saigō Takamori, los
japoneses creían que se
había escapado a la India,
a China o a Rusia y que volvería para hacer venganza al
gobierno.
En reconocimiento
por su
labor como samurái y su ayuda con el pueblo japonés, el
gobierno Meiji lo
perdonó de manera póstuma el 22 de febrero de 1889. En 1898,
el gobierno erigió
una estatua de bronce en el parque Ueno, en Tokio; en ese
monumento está
vestido de forma tradicional, paseando a su perro. También
se le erigió otra
estatua, vestido con uniforme militar, en el Parque Chūō de
Kagoshima.
Luego de las
derrotas del castillo
Kumamoto y en la zona central de Kyūshū, los samurái
sobrevivientes leales a Saigō
Takamori escaparon hacia Satsuma, bordeando la colina de
Shiroyama cerca de
Kagoshima, el 1 de enero de 1877.
Las tropas de la
armada
imperial, bajo las órdenes del general Yamagata Aritomo, así
como los marinos
comandados por el almirante Kawamura Sumiyoshi, pronto les
alcanzaron, rodeando
a los rebeldes. Tras el combate y las pérdidas, Saigō sólo
contaba con 300 ó
400 samurái frente a los 20.000 hombres del bando opuesto
que habían sitiado a
la guarnición gubernamental en la ciudad de Kumamoto, tan
sólo seis semanas
antes de la batalla.
Contando con
30.000
efectivos, la superioridad de Yamagata era de 60 hombres por
cada guerrero de
Saigō. Habiendo participado en muchas batallas en el pasado
y con mayor
experiencia como estratega, Yamagata estaba determinado a no
dejar nada al
azar. Las tropas imperiales pasaron varios días elaborando
un sistema de
diques, paredes y obstáculos para prevenir cualquier fuga.
Los cinco buques de
guerra gubernamentales fondeados en la bahía de Kagoshima se
agregaron a la fuerza
de artillería de Yamagata y comenzaron sistemáticamente a
reducir las
posiciones rebeldes con un bombardeo de más de 7.000
cañonazos.
Saigō defendió su
posición
con un apoyo limitado de mosquetes y sin cañones. Fundió
varias estatuas budistas
tomadas de los templos, utilizando el bronce obtenido para
hacer balas.
Yamagata envió una carta a Saigō en donde le sugirió en
términos amigables que
terminara con esa masacre sin sentido y se rindiera, pero el
código de honor
del bushidō impedía a Saigō hacer tal cosa.
El plan de ataque
de
Yamagata consistía en tomar por asalto la posición de Saigō
desde todos las
posiciones al mismo tiempo. Se prohibió a las unidades
ayudarse mutuamente sin
el debido permiso; si una unidad retrocedía contra tropas
enemigas en un
enfrentamiento, las unidades vecinas debían atacar el área
inmediatamente
matando tanto a sus propios hombres como fuese necesario
para prevenir el
escape de Saigō.
Tras un bombardeo
intenso
de la artillería la noche del 24 de septiembre, las fuerzas
imperiales
irrumpieron en la montaña en las primeras horas de la
mañana. Los samurái, bajo
gran presión del gran armamento enemigo, se colocaron en
línea frente a la
armada imperial, que no estaba entrenada para el combate
cuerpo a cuerpo con
espada. Los samurái, altamente entrenados en el uso de la
espada, superaron a
la armada con movimientos básicos de entrenamiento. Por
algunos minutos, las
filas de Saigō se mantuvieron en sus puestos, pero luego
debieron retroceder
debido a la diferencia de número. A las 6 de la mañana, sólo
40 rebeldes
seguían con vida. Saigō fue herido en la arteria femoral y
el estómago, lo que
produjo una pérdida bastante importante de sangre, y pidió
un lugar digno para
morir. Uno de sus seguidores más leales, Beppu Shinsuke, lo
cargó hasta la base
de la colina en sus hombros. La leyenda cuenta que Beppu
actuó como kaishakunin
y le auxilió durante el seppuku antes de que pudiese ser
capturado. Aún así, la
evidencia contradice esta historia, basándose en que Saigō
murió de una herida
de bala y que su cabeza fue cortada por Beppu para preservar
su dignidad.
Luego de la
muerte de
Saigō, Beppu y los últimos samurái tomaron sus espadas y
corrieron cuesta abajo
enfrentándose a las fuerzas imperiales, siendo acribillados
por los cañones
Gatling. Con estas muertes, la rebelión de Satsuma llegó a
su fin.
El 22 de febrero
de 1889,
el Emperador Meiji perdonó a Saigō de manera póstuma. En el
Parque Central de
Kagoshima se encuentra una estatua erigida en su memoria.
Esta batalla
inspiró las
escenas finales de la película "El último samurai".
La historia de
Saigō
Takamori ha sido relatada en diversas obras literarias
contemporáneas
japonesas. Internacionalmente, su acción final en la
Rebelión Satsuma
fue usado en la película de 2003, El último samurai; Ken
Watanabe actuó en el
rol de Takamori, aunque en dicha película fue nombrado como
“Katsumoto”
Fuentes:
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