Baalbek, ciudad de los gigantes y sus misterios,
A pesar de estar ubicado en una zona de conflicto, Líbano, el pequeño país de la miel y la leche, de los antiquísimos cedros, heredero de los fenicios creadores del primer alfabeto, es poseedor de ciudades antiguas, vestigios del Imperio Romano, magníficos parajes y muestras de arquitectura islámica.
“Por muy larga que sea la tormenta, el sol
siempre vuelve a brillar entre las nubes”, escribió el gran poeta libanés Jalil
Gibran, algo que parece admonitorio para el Líbano del siglo XXI. Pese a haber
sufrido diversos conflictos, invasiones y guerras a lo largo de su historia –la
última finalizó en 2006, luego de treinta y tres días de intenso ataque del
vecino Israel, que causó cientos de muertos, desplazados y destrucción, el país
parece ir recuperándose paulatinamente y Beirut, su capital, estaría en vías de
recobrar el viejo esplendor que le valió ser considerada como el París de Medio
Oriente.
En el noreste libanés y a 86 kilómetros de
Beirut se encuentra Baalbek, en el valle de Bekaa, sede del culto a una tríada
divina en tiempos de los fenicios. Posee uno de los complejos de templos más
grandes del mundo. Mide unos 300
metros de largo y es sede de dos templos con pórticos,
dos patios y un recinto construido durante el período árabe. El templo de
Júpiter, terminado hacia el año 60 d.c., culmina una elevada plataforma que se
yergue sobre una impresionante escalinata; únicamente seis de sus cincuenta y
cuatro enormes columnas (22
metros) se mantienen en pie, lo que basta para hacerse
una idea de la escala del edificio original. En los alrededores, el templo de
Baco, construido hacia el año 150 d.c., se encuentra en buen estado de
conservación. Alejado del área principal se halla el pequeño templo de Venus,
una hermosísima edificación circular con columnas estriadas.
Recibió su nombre en honor del dios fenicio
Baal. Los griegos lo rebautizaron Heliopolis (Ciudad del Sol) y más adelante,
los romanos lo utilizaron como centro de adoración a Júpiter. Baalbek aparecía
entonces como la urbe más importante de la Siria romana. Actualmente sirve de escenario al
Festival de Arte al que anualmente acuden artistas de todas partes del mundo y
que se realiza en julio.
Son las mayores ruinas conocidas de templos del mundo: Baalbek o
Heliópolis de Siria.
Los orígenes de Baalbek son un misterio. Se ha supuesto que
inicialmente fue una ciudad fenicia, centro del culto al dios babilónico
Baal-Hadad, y su nombre significaría “Ciudad de Baal”; posteriormente, los
griegos asimilarían esta deidad a Helios, de ahí que pasara a llamarse
Heliópolis.
Sin embargo, no existe ninguna evidencia arqueológica de
ese supuesto asentamiento fenicio inicial, y dada la ausencia de
referencias en las fuentes históricas de un asentamiento semejante, lo más
probable es que éste haya sido o de muy escasa importancia o, mucho más
probablemente, inexistente. El nombre “Baalbek” no denota una inconmensurable
antigüedad. Ni se usó durante la época romana, ni existe evidencia de que se
haya utilizado alguna vez con anterioridad a ésta. No parece muy probable que
el sitio comenzara a llamarse “Baalbek” en honor a un Baal cualquiera en
tiempos posteriores, pues para entonces la región ya se había cristianizado,
para ser más tarde sometida por el Islam.
Baalbek, en árabe Ba'lbakk (بعلبك), es actualmente una
localidad de Líbano de 25.000 habitantes a unos 200 km al este de Beirut. La
economía se basa en el cultivo de viñas y árboles frutales. En la antigüedad
fue un santuario fenicio dedicado al dios Baal; fue ciudad griega, y a
partir de la época de los seléucidas se le llamó Heliópolis, siendo
colonia romana desde Augusto. Según algunas versiones cristianas Santa Bárbara
(mártir) vivió en esta ciudad.
Es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del cercano oriente,
declarado Patrimonio de la
Humanidad por la
Unesco en 1984. Es notable una zona de templos de entre los
siglos I-III d.C. en honor de la
Tríada heliopolitana: Júpiter, Mercurio y Venus. Las primeras
excavaciones se iniciaron hacia 1900
Los orígenes de Baalbek se remontan a dos asentamientos cananítas que las
excavaciones arqueológicas bajo el templo de Júpiter han permitido datar su
antigüedad, siendo de la edad del bronce antigua (2900-2300 a. C.) y
media (1900-1600 a. C.).
La etimología del topónimo está relacionada al sustantivo bá'al o bēl que en
varias lenguas del área semítida noroccidental (como el hebreo o el acadio)
significa "señor". El término Baalbek significaría entonces
"señor de la Bekaa"
y estaría, probablemente, relacionado con el oráculo y el santuario dedicado al
dios Baal o Bēl (a menudo identificado como Hadad, dios del sol, de la
tempestad y de la fertilidad de la tierra) y a Anat, diosa de la violencia y de
la guerra, hermana y consorte de Baal (más tarde se identificaría con Astarté),
quizá asociada a Tammuz (más adelante identificado con Adonis), dios de la
regeneración primaveral. Las prácticas religiosas de estos templos contemplaban
seguramente, como en otras culturas vecinas, la prostitución sacra, los
sacrificios animales (y quizá también humanos) y las ofrendas rituales a las
divinidades.
La ciudad, situada en una posición favorable desde el punto de vista
estratégico, cerca de las fuentes de los ríos Orontes y Litani, no tendría de
todas maneras, al menos inicialmente, un importante valor comercial y
estratégico, no siendo mencionada en las fuentes egipcias y asirias.
La identificación con la bíblica Baal-Gad (Libro de Josué 11,17; 12,7),
recogida como el límite septentrional de la conquista de Josué, es hoy
contestada, sosteniendo más bien que la localidad bíblica se debe identificar
con la ciudad de Ḥāṣbayyā, en el sureste de Líbano, o tal vez
con Bāniyās (la antigua Cesarea de Filipo), sobre los Altos del Golán.
Un poco de historia,
El historiador hebreo Flavio Josefo (siglo I) recoge el paso de Alejandro
Magno por Baalbek en su marcha hacia Damasco. En helenística, bajo el dominio de
la Dinastía
Ptolemaica, y a partir de 198 a. C. por
el Imperio Seléucida, la ciudad fue rebautizada con el nombre de Heliópolis
("ciudad del sol"). Los soberanos ptolemaicos favorecieron
probablemente la identificación del dios Baal con el dios del sol egipcio, Ra,
y el dios griego Helios, con el fin de cementar una mayor fusión cultural en el
interior de sus propios territorios.
El patio del templo fue modificado en su extremidad occidental, iniciándose
la construcción de un templo de formas griegas por el cual se construye una
gigantesca plataforma (88 por 48
metros). Para esta construcción son empleados bloques
colosales: los tres que constituyen el llamado τρίλιθον (trilithon)
pesan cerca de 750 toneladas cada uno, mientras un cuarto bloque, de
dimensiones incluso mayores (21,5 metros de longitud, con una sección cuadrada
de 4,3 metros
de lado), hoy conocido con el nombre de ﺣﺠﺮ ﺍﻠﺤﺒﻠﻰ (ḥaǧar al-ḥublā o "piedra de la gestante"),
fue abandonado en la cantera.
Tras la conquista romana de la ciudad en el 64 a. C., la
divinidad del santuario fue identificada con Júpiter, conservando todavía
alguno de las características de la antigua divinidad indígena y asumiendo la
forma y el nombre de Júpiter Heliopolitano. El dios estaba representado con
rayos en las manos y encuadrado entre dos toros, el animal que acompañaba al
dios Baal. Los otros dioses asociados fueron identificados con Venus y Baco. El
culto asume un carácter mítico y misterioso, lo que favoreció probablemente su
difusión.
En el 15 a. C.
el santuario entró a formar parte del territorio de la Colonia Iulia
Augusta Felix Beritus, actual Beirut. La edificación del templo fue
nuevamente emprendida sobre la plataforma helenística y concluye en diversas
etapas: el templo propio y verdadero (templo de Júpiter), fue terminado en el 60,
bajo Nerón.
A la vez es edificado el altar a torre que precede al templo. Bajo Trajano
(98-117) se inició la construcción del gran patio. Bajo Antonino Pío (138-161)
es erigido el templo de Baco. Los trabajos, incluso aquellos referidos al
templo de Venus, fueron completados durante la dinastía de los Severos, particularmente
durante el gobierno de Caracalla (211-217). Bajo Filipo el Árabe (244-249), emperador
romano de la vecina Damasco, fue construido el patio hexagonal del santuario.
En esta época Heliópolis, elevada por Septimio Severo (193-211) al rango de
colonia de derecho itálico con el nombre de Colonia Iulia Augusta Felix
Heliopolis”, se convierte en el centro principal de la provincia de
Siria-Fenicia, instituida en el 194 con capital en Tiro
Con la llegada del cristianismo y la promulgación del Edicto de Milán, el
santuario inició una lenta decadencia, acelerada seguramente por los desplomes
acaecidos por los terremotos. Las primeras transformaciones se dieron bajo Constantino
I (306-337). Según Eusebio de Cesarea se instituye un obispado y se decide
construir una iglesia. El emperador Teodosio I (379-395) destruye las estatuas
paganas, hace arrasar el suelo del altar-torre para erigir en el gran patio una
basílica cristiana y transformó en iglesia el templo de Venus. Algunos
estudiosos afirman que aún Baalbek continúa siendo un centro de culto pagano.
El emperador bizantino Justiniano (527-561) ordenó exportar ocho de las
columnas del templo de Júpiter a fin de reutilizarlas en la basílica de Santa
Sofía en Constantinopla
Tras la conquista árabe del 637, por parte de Abū Ubayda ibn al-Ğarrāḥ , el santuario se transforma en una
ciudadela fortificada (ﻗﻠﻌﺔ,) y es construida la gran mezquita en estilo omeya,
hoy en ruinas. La ciudad pasó, después de la etapa Omeya y Abbasí, bajo la
administración Fatimí, que la elige como capital de la provincia (vilayato) en
el 972, en la época del Imán al-Mu izz.
Ocupada por breve tiempo por los bizantinos de Juan I Tzimisces en el 974,
Baalbek se convierte en el 1025 en dominio de los Mirdasidos, guiados por el emir
de Alepo Ṣāliḥ ibn Mirdās, y finalmente por los selyúcidas de Tutuš en el 1075.
Saladino la conquista en el 1175 y permanece en dominio ayubí hasta el 1282,
cuando es conquistada por el sultán mameluco Sayf al-Dīn Qalāwūn al-Alfī,
conocido como al-Malik al-Manṣūr.
La ciudad fue saqueada por las tropas mongoles comandadas por Hulagu Khan en
el 1260 y de nuevo por el ejército de Tamerlán en el 1401.
Después del 1516, Baalbek entró a formar parte del imperio otomano, en el
interior del eyalet (provincia) de Damasco. En los siglos sucesivos,
como en otras áreas del valle de la
Beqaa, la población, prevalentemente musulmanes chiitas se
divide es clanes llamados ʿašā'īr, sujetos a la autoridad de facto de
dos familias de terratenientes, los Ḥamādah
y los Harfūš, cuyos privilegios feudales fueron decayendo, a partir del fin del
siglo XVIII, por las tentativas de modernización administrativa experimentadas
por la autoridad otoman
En el siglo XVIII los exploradores europeos descubrieron las ruinas del
santuario y reportaron detalladas descripciones y planos del lugar. En el 1751 Robert
Wood describe las ruinas como entre las obras más audaces de la arquitectura de
la antigüedad. Quedaban en pie nueve columnas del templo de Júpiter, pero tres
se derrumbaron, posiblemente como consecuencia del terremoto del 1759. Otros
viajeros fueron Volney (1871), Cassas (1875), Laborde (1837) y David Roberts (1839).
Una primera expedición científica fue realizada en el 1873 por el Fondo de
Exploraciones de Palestina, y siguió de una visita del emperador Guillermo II
de Alemania que llevó al establecimiento de una misión arqueológica alemana (1898-1905),
dirigida por Otto Puchstein, durante la cual fueron efectuadas las primeras
restauraciones. Después de la
Primera Guerra Mundial, se establecieron otras misiones
durante el Mandato francés, obra de C. Virolleaud, R. Dassaud, S. Ronzevalle,
H. Seyrig, D. Schlumberger, F. Anus, P. Coupel y P. Collard. Luego de la
independencia de Líbano, en el 1943, las operaciones de restauración y
conservación pasaron a ser jurisdicción de Servicio de la Antigüedad del Líbano.
En 1984 el yacimiento de Baalbek es inscrito en las listas de los Patrimonio de
la Humanidad
de la Unesco
En estas ruinas, hay un gran misterio, el trilithon o la famosa piedra de la mujer
embarazada,
Hajar el Gouble (Piedra del sur) o Hajar el Hibla (Piedra de la mujer
embarazada).
No llegó a ser transportada hasta la terraza del templo de Júpiter y
lleva el nombre de Hajar el Gouble (Piedra del sur) o Hajar el Hibla
(Piedra de la mujer embarazada). Se encuentra delante en la cantera
Bajo el mandato de grandes emperadores romanos como Nerón, Trajano, Antonino
Pío o Caracalla se construyó la mayor parte del Baalbek que nos ha llegado tan
mermado por el tiempo, que incluye terremotos, reutilizaciones de materiales y
expolios. ¿Por qué Roma decidió hacer ese esfuerzo en un lugar relativamente
lejano y casi fronterizo con los límites del imperio? Tenía que ser un lugar
muy sagrado para que se edificara en él un templo al rey de los dioses que es
el más grande que hicieron en todos sus siglos de dominio; ni siquiera en la
misma Roma hicieron algo así. Ya antes, en época helenística, Baalbek fue un
lugar muy considerado y se construyeron importantes templos tras la muerte de
Alejandro Magno, los cuales fueron sustituidos por los romanos.
Los griegos lo
consagraron a Helios, dios del Sol que sincretizaron con el Ra egipcio, por eso
lo bautizaron como Heliópolis, lo que recuerda y lo relaciona con la ciudad
sagrada homónima de Egipto. Antes había estado dedicado el lugar al dios Baal,
la divinidad principal de los fenicios, una deidad cananita que entre otras
cosas se relaciona al Sol y el cielo, y cuyo símbolo principal es el toro,
cuestión que se respetó en época romana con su Júpiter heliopolitano. Además el
templo de Baco fue para los griegos el de Adonis - Dioniso, el Tammuz - Utu -
Shamash de los asiáticos; y el culto a la Venus romana sería la Astarté fenicia, es decir,
perfectas correlaciones y mantenimiento en esencia de las divinidades a lo
largo del tiempo y las culturas.
Se consideran helenísticos los grandes bloques de piedra que forman una gran plataforma sobre la que se construyó el templo de Helios y luego los romanos el de Júpiter.
Se consideran helenísticos los grandes bloques de piedra que forman una gran plataforma sobre la que se construyó el templo de Helios y luego los romanos el de Júpiter.
Esos bloques de piedra son de un tamaño desconcertante.
Entre ellos destacan tres enormes bloques conocidos como el trilithon.
Cada uno de ellos tiene un peso estimado de 800 toneladas, lo que los
convierten en los megalitos más grandes en una construcción humana superando
con mucho a los de Egipto o Perú. En la fotografía de arriba se pude observar
la plataforma en su parte oeste, en donde está el trilithon.
Y estos megalitos no son los más grandes del lugar, pues en una cantera
cercana se encuentra el bloque más grande del mundo, conocido como "la
piedra del sur" o "piedra de la gestante", que tiene más de 21 metros de longitud y
un peso de unas 1.200 toneladas. Increíble si no fuera porque allí está, bien a
la vista, desafiando nuestra razón.
Uno de los recursos más efectivos e impresionantes
de los que se sirvieron los ingenieros y arquitectos romanos fue la creación de
masivas plataformas en terrazas para soportar grandes edificios o grupos de
ellos. Esta idea venía de Grecia, pero fueron los romanos quienes lograron
desarrollar todas las ventajas estructurales de construir masivas
subestructuras para explotar el potencial funcional de lugares geográficamente
accidentados. Ejemplos de estas terrazas se han encontrado en Tiddis (África del
Norte), Terracina (Italia), Praeneste (Palestina), y muchos otros sitios.
La conclusión, por extraño que parezca, es que, de acuerdo a los datos disponibles, el emplazamiento es de origen romano. Ni fenicio, ni extraterrestre. Y en cualquier caso, como pista de aterrizaje hubiera resultado francamente deficiente, pues cualquier nave espacial de regular peso hubiera hundido el pavimento.
La conclusión, por extraño que parezca, es que, de acuerdo a los datos disponibles, el emplazamiento es de origen romano. Ni fenicio, ni extraterrestre. Y en cualquier caso, como pista de aterrizaje hubiera resultado francamente deficiente, pues cualquier nave espacial de regular peso hubiera hundido el pavimento.
¿Y los bloques del famoso Trilithon? ¿Cómo es posible
que hayan sido desplazados desde la cantera hasta su posición final en la
plataforma, por los romanos o por quien fuera?
Aquí son necesarias algunas precisiones. La primera: los bloques no son tan pesados como suelen afirmar los divulgadores de la hipótesis de los “antiguos astronautas”. Ya vimos que von Daeniken les atribuye “casi 2.000 toneladas” y “20 metros de lado”; esto último hace pensar de inmediato en un monstruoso cubo, pero en realidad se trata de “aproximadamente 20 metros de largo”, ya que cada megalito tiene forma de paralelogramo. Berlitz sigue a von Daeniken en el dislate, y habla también de “2.000 toneladas”. Puestos a fantasear, no falta quien les atribuya “millones de toneladas”. Todo esto hace sospechar que existe mucha gente que habla del tema sin molestarse en hacer algunas comprobaciones elementales, para las cuales no es necesario viajar a Baalbek ni excavar en la plataforma. Todo lo que se requiere es conocer la densidad del granito, las dimensiones de los bloques y una modesta calculadora de mano.
Aquí son necesarias algunas precisiones. La primera: los bloques no son tan pesados como suelen afirmar los divulgadores de la hipótesis de los “antiguos astronautas”. Ya vimos que von Daeniken les atribuye “casi 2.000 toneladas” y “20 metros de lado”; esto último hace pensar de inmediato en un monstruoso cubo, pero en realidad se trata de “aproximadamente 20 metros de largo”, ya que cada megalito tiene forma de paralelogramo. Berlitz sigue a von Daeniken en el dislate, y habla también de “2.000 toneladas”. Puestos a fantasear, no falta quien les atribuya “millones de toneladas”. Todo esto hace sospechar que existe mucha gente que habla del tema sin molestarse en hacer algunas comprobaciones elementales, para las cuales no es necesario viajar a Baalbek ni excavar en la plataforma. Todo lo que se requiere es conocer la densidad del granito, las dimensiones de los bloques y una modesta calculadora de mano.
La densidad del granito, dependiendo de su tipo, varía
entre 2,63 y 2,75 g/cm3. Respecto a las dimensiones de los bloques, no hay dos
fuentes que den las mismas medidas; sin embargo, todas coinciden en que ninguno
llega a los 20 metros
de largo. Según parece, el mayor de los megalitos del Trilithon mide 19,80 por
4 por 3,6 metros.
Esto daría un volumen de 285,12
m3. Asumiendo que la densidad de la piedra es de 2,75
g/cm3, el peso del bloque sería de 784,08 toneladas. Por debajo de las 800
toneladas y muy lejos de las 2.000 que Daeniken y Berlitz citan tan
alegremente. Por supuesto, en este cálculo casero pueden haberse filtrado
varios errores: las piedras pueden tener unas dimensiones reales un poco
mayores (¡o menores!) que las mencionadas; la densidad del granito puede ser
menor que 2,75 g/cm3 (intencionalmente he usado el valor mayor que he
encontrado y no el menor); en la conversión de pies a metros siempre se pierden
algunos decimales. De hecho, existen estimaciones aún más moderadas y
probablemente más precisas, en torno a las 600 toneladas, y en todo caso,
siempre por debajo de las 800.
En cuanto a la piedra más pesada, la llamada “Piedra del
Sur” (otras fuentes le dan el nombre de “Piedra de la Mujer Preñada”),
esta sí pesa más de 1.000 toneladas. Mide nada menos que 21,31 metros de largo,
por 4,08 por 4,72, para un volumen de algo más de 410 m3. Diversas
estimaciones le atribuyen un peso entre 1.050 y 1.200 toneladas (mi cálculo
casero da aproximadamente 1.127 toneladas). Aunque estamos aún muy lejos de las
“2.000 toneladas”, de todas formas resulta impresionante. Salvo por un detalle,
que siempre se menciona de pasada y sin darle mayor importancia: este fenomenal
pedrusco no llegó a salir de la cantera, por lo que de ningún modo se puede
hacer un misterio de su transporte, ya que simplemente no fue transportado a
ninguna parte. ¿Por qué dejaron los ingenieros romanos este monstruo en la
cantera? A este respecto, y a falta de documentos, sólo se pueden aventurar
hipótesis: quizás cometieron un error de cálculo y se encontraron con que
habían tallado un bloque demasiado grande y que luego les fue imposible mover,
o quizás modificaron el proyecto de la obra, o… En cualquier caso, la misma
pregunta habría que hacérsela a los que le atribuyen el bloque a la tecnología
alienígena.
Sigamos con las precisiones. La cantera de donde se
extrajeron los famosos bloques no se encuentra “valle abajo” respecto a la
construcción; se encuentra entre 10 y 15 metros por encima de ella. La cantera está a
1.160 metros
de altura y el templo a unos 1.145. Indudablemente siempre resultará más fácil
transportar una gran masa cuesta abajo que cuesta arriba. Por otra parte, la
cantera se encuentra a sólo 600
metros de la plataforma, aunque al tener que sortear una
zanja, la distancia a recorrer se alarga hasta unos 1.100 metros.
Sin embargo, podría parecer que aunque algo minimizado, el misterio aún persiste. ¿Tenían los romanos la capacidad técnica para movilizar bloques de semejante peso, aunque fuera en una distancia relativamente corta?
Sin embargo, podría parecer que aunque algo minimizado, el misterio aún persiste. ¿Tenían los romanos la capacidad técnica para movilizar bloques de semejante peso, aunque fuera en una distancia relativamente corta?
Los ingenieros romanos fueron expertos en la
movilización de bloques pétreos de gran tamaño, incluso en condiciones mucho
más difíciles que las que pudieran haberse dado en Baalbek, donde la cantera se
encontraba relativamente próxima. Durante la época imperial, muchos obeliscos
egipcios fueron transportados desde sus emplazamientos de origen hasta la
península itálica; al menos una docena de éstos fueron erigidos de nuevo en
Roma misma. Entre éstos el que actualmente se encuentra en la plaza de San Juan
de Letrán, erigido inicialmente por Tutmosis III en Karnak, hacia el siglo XV
a.C. Su altura es de 32
metros, los lados de la base miden 2,70 y los de la
cúspide 1,88.
Durante el reinado de Teodosio I (379-395), otro
obelisco procedente de Karnak fue colocado en la “spina” del hipódromo de
Constantinopla. Los detalles al respecto se conocen a través de la obra del
historiador bizantino Marcelino Comes (siglo VI d.C.) y por las inscripciones
en el plinto de mármol de seis metros de alto sobre el que fue erigido. Este
obelisco mide 19,59
metros de altura. Los relieves de la cara norte del
plinto muestran escenas de la erección del monumento, bajo la vigilancia atenta
del Emperador. Estos relieves son un valioso registro de las técnicas de la
época.
El obelisco tuvo que ser trasladado una distancia de alrededor de tres kilómetros en subida desde el nivel del mar hasta su emplazamiento final en el hipódromo, mientras que en Baalbek la distancia fue bastante menor y cuesta abajo. Para realizar el trabajo, los romanos no dependían de la pura fuerza bruta de un ejército de esclavos tirando al unísono a una orden del capataz, sino que empleaban máquinas diseñadas ex profeso. Una de las novedades tecnológicas introducidas por los ingenieros romanos fue el amplio uso del movimiento rotatorio; por ejemplo, el uso de grúas potenciadas por norias. Para el traslado de bloques de gran peso, utilizaban malacates, en los que el movimiento rotatorio se transformaba en tracción.
El transporte del obelisco de Teodosio se logró al parecer con doce malacates, manejado cada uno por veinticuatro hombres.
El obelisco tuvo que ser trasladado una distancia de alrededor de tres kilómetros en subida desde el nivel del mar hasta su emplazamiento final en el hipódromo, mientras que en Baalbek la distancia fue bastante menor y cuesta abajo. Para realizar el trabajo, los romanos no dependían de la pura fuerza bruta de un ejército de esclavos tirando al unísono a una orden del capataz, sino que empleaban máquinas diseñadas ex profeso. Una de las novedades tecnológicas introducidas por los ingenieros romanos fue el amplio uso del movimiento rotatorio; por ejemplo, el uso de grúas potenciadas por norias. Para el traslado de bloques de gran peso, utilizaban malacates, en los que el movimiento rotatorio se transformaba en tracción.
El transporte del obelisco de Teodosio se logró al parecer con doce malacates, manejado cada uno por veinticuatro hombres.
Los malacates eran colocados en postes enterrados en
el suelo a los lados de la vía de transporte, en dos hileras paralelas, a ambos
lados del bloque a desplazar; cada malacate se ubicaba a cinco metros del
siguiente. Cada una de las parejas de malacates de cada lado tenía un ángulo
diferente para halar el peso. Cuando el ángulo de dos de los malacates era
impracticable, los malacates se desmontaban y se colocaban más adelante. Por
supuesto, el transporte era lento (se ha estimado en unos 30 metros diarios), por
la necesidad de desmontar y volver a montar las máquinas cada pocos metros para
aprovechar mejor la fuerza. Sin embargo, en vista de que en Baalbek se movieron
varios bloques, es posible que los malacates se hayan armado en forma de
callejón sin llegar a desmontarlos, para utilizarlos con los bloques sucesivos.
El traslado de cada bloque hubiera sido así algo más rápido.
Sin la menor duda, la construcción de Baalbek fue una
verdadera hazaña. Pero una hazaña humana, no el producto de alguna privilegiada
mente extraterrestre. Si bien no ha alcanzado aún, ni quizás alcance nunca, la
fama de la Gran Pirámide,
Baalbek sigue siendo una referencia ineludible a la hora de especular sobre viajeros
procedentes del espacio exterior. En rigor, su misterio ni siquiera debiera
haber nacido, pues ya en 1905 no era misterio. Y sin embargo, la misma historia
sigue repitiéndose una y otra vez…
Los restos arqueológicos más antiguos que se han datado, en la base del
templo principal, son de hace 5.000 años, de la Edad del Bronce antigua, es decir, de la Edad del Cobre en Europa, la
época de las construcciones megalíticas. Se podría considerar entonces que la
extraordinaria plataforma de Baalbek fue obra de aquellos hombres de hace miles
de años que se empeñaban en construir con piedras de tamaños gigantescos, a
veces casi imposibles, y que no sabemos muy bien cómo. Para otros
investigadores esto es trabajo de otra civilización anterior en miles de años,
aquella que es considerada madre de todas las demás posteriores que sí
conocemos. Sea como fuere esto parece obra de los dioses y los gigantes... como
las tradiciones y leyendas antiguas nos dicen..
Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Baalbekhttp://en.wikipedia.org/wiki/Stone_of_the_Pregnant_Woman#Second_monolith
http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Patrimonio_de_la_Humanidad_en_el_L%C3%ADbano
http://www.jornada.unam.mx/2011/07/31/sem-libano.html
http://www.ellibano.com.ar/Turismo/baalbeck02.htm
http://www.lamentiraestaahifuera.com/2010/06/22/2491/
http://www.bloganavazquez.com/2010/07/02/baalbek-y-el-misterio-de-sus-grandes-piedras/
El obelisco pesa menos de 300 toneladas y se encontró en 1587 partido en tres piezas en el suelo. Posiblemente cuando estuvo en el circo máximo, ja estaba partido, precisamente para facilitar el traslado.
ResponderEliminarAsí que las cosas no son tan evidentes como se pretende demostrar. A partir de cierta masa la resistencia de los materiales que conocían en la época son insuficientes.
Además, la erosión y el tipo de construcción de la base y el templo son diferentes.
Comparto que es muy fácil hablar de alíenijenas y quedarse tan ancho, pero tampoco se debe pasar por tonto y creerse cualquier justificación para demostrar que la historia es como se ha dicho siempre. A la comunidad científica le molesta mucho que le rompan esquemas.