lunes, 14 de marzo de 2011

Escalador extremo, Diego Ordaz conquistador español, en 1519 hizo una expedición al volcán POPOCATEPETL


Escalador extremo, Diego Ordaz  conquistador español, en 1519 hizo una expedición al volcán POPOCATEPETL

imponente volcán popocatepetl



Hernan Cortés  
Hernan Cortés salió de Fernandina el 18 de febrero de 1519, con once navíos, más de quinientos hombres entre soldados (infantería y caballería) y marineros, dieciséis caballos, doscientos isleños, cañones, falconetes, ballestas, armaduras y arcabuces.

Antón de Alaminos iba como piloto mayor, y once capitanes de flota, entre los cuales destacarían Pedro de Alvarado, Francisco Montejo y Cristóbal de Olid.
Alvarado fue el primero en arribar a Cozumel; ahí se reunió la flota, informándose de que efectivamente había españoles en Yucatán.
Cortés procedió a despachar al capitán Diego de Ordaz a Cabo Catoche, para enviar un mensaje a dichos españoles, donde fijaba un plazo para comunicarse con él. Venció el plazo sin noticias de los náufragos, y Ordaz regresó a Cozumel.
Durante varios días, no obstante, la armada aguardó a los náufragos, antes de internarse en el Golfo, pero estos no llegaron.
La flota zarpó alejándose de Yucatán, pero un navío sufrió un desperfecto, y se vieron obligados a regresar.

Y cuando estaban llegando de vuelta a Cozumel, una canoa con indígenas se dirigió a la flotilla, y un indio se acercó a los españoles, y ante el estupor de éstos, saludó en castellano diciendo: ¡Dios, y Santa María y Sevilla!

viaje de cortez
Resultó que este indio no era indio, sino uno de los náufragos españoles que Cortés había buscado; Jerónimo de Aguilar, quien vino a ser de gran utilidad en su empresa, pues hablaba la lengua maya. Aguilar fue llevado ante Cortés y relató como había naufragado su barco en 1511, salvándose sólo él y Gonzalo Guerrero.
Guerrero se había hecho completamente indio, casado con una india y entrenador de los guerreros que habían vencido a Hernández de Córdoba.
Aguilar nunca quiso unirse a su compañero, y menos por ser diácono, lo cual le imponía también el celibato.
Bernal Díaz del Castillo consigna que Gonzalo Guerrero no quiso unirse a la expedición, por estar a gusto con su vida de indio, y aparte, por temor de que se descubriera su participación en el ataque a Hernández de Córdoba.

Decidido a no volver a Cuba, y aún suponiendo los tremendos peligros y dificultades que iban a arrostrar, Cortés cortó por lo sano a los partidarios de Velázquez, y mandó desfondar los navíos de la flota frente a Cempoala, con lo cual los españoles quedaban aislados en tierra desconocida, probablemente hostil, y sin más remedio que seguir adelante.
cortez jefe de la expediciòn 


Como jefe de la expedición, Cortés ordenó la destrucción de los ídolos, entre ellos el dios principal de los totonacas, el Tajín. Para los indios era totalmente desconocido un dios que exigiera la aniquilación de los demás dioses, ya que unos y otros eran necesarios para el equilibrio global.

La renuencia a cometer tal sacrilegio estuvo a un paso de provocar un enfrentamiento que hubiera sido fatal para los castellanos, pero Doña Marina intervino haciéndoles ver a los totonacas que su alianza con Cortés era una ofensa a Huitzilopochtli, y que sólo escaparían de la venganza mexica si acataban al pie de la letra las órdenes de Quetzalcóatl.

Con gran amargura y llanto, los totonacas hubieron de aceptar, y sólo pidieron que no les tocara a ellos cometer el sacrilegio, por lo que los españoles destrozaron los pedestales de los dioses, y los templos fueron acondicionados para el culto cristiano, mandando poner Cortés una cruz y una imagen de la Virgen María

cortez se va de cempeola
El 18 de agosto de 1519, los españoles salieron de Cempoala, dejando detrás de ellos el Ayuntamiento de la Villa Rica de la Vera Cruz, regida por Juan de Escalante como gobernador. En Veracruz quedaban también los más viejos y enfermos, además de parte de los marineros, que no sabían pelear.
Cortés llevaba consigo una fuerza de 400 infantes, 15 caballos, 7 cañones y unos cuantos miles de totonacas.
Semejante masa humana tenía problemas para hallar abastecimiento, y Motecuhzoma, preso en su compleja mentalidad religiosa, era incapaz de ver algo obvio: que los invasores estaban indefensos, y que con prohibir a sus súbditos dar comida y pertrechos a los "teules", la victoria sería suya.
el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl.

Al mismo tiempo, la belleza y contrastes del paisaje iban a cautivar a los españoles, quienes dieron a esta tierra un nombre que ninguna otra colonia del Caribe ni del Centro había merecido aún: La Nueva España.

Durante su estancia en Tlaxcala, los españoles vivirían otro episodio que incrementó su prestigio divino ante los indígenas.
Desde Tlaxcala, los castellanos habían visto a los dos volcanes que dominaban el panorama. Del otro lado del llano de Cuetlaxcoapan (donde hoy está Puebla), y ocultando el Valle de México, se levantaban, nevados e imponentes, el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl.
capitán Diego de Ordaz

Este último les llamó mucho la atención, por sus constantes fumarolas; en aquella época, el Popocatépetl estaba en plena actividad.
Los españoles quedaron sorprendidos, pues ellos no habían visto nada parecido (sólo habían escuchado relatos de los volcanes Etna, en Sicilia, el Vesubio en Italia y los que había en Islandia), y por mera curiosidad, el capitán Diego de Ordaz solicitó de Cortés el permiso de ir a escalar el volcán.
Cortés concedió el permiso, y Ordaz partió con algunos indios muertos de miedo.




Popocatépetl
El subir el volcán significaba para los indios un desafío desquiciado, ya que ambos volcanes eran morada de los dos dioses más poderosos y de más alta alcurnia en el Anáhuac, en el Iztaccíhuatl dominaba Tláloc, quien mantenía su Tlalocan en las nieves eternas, y en el Popocatépetl regía Xiuhtecutli o Huehuetéotl, el Dios del Fuego.
Quetzalcóatl resultaba advenedizo e insolente al desafiar así a los dioses mayores, pero obviamente, Ordaz no lo sabía, y subió al volcán con algunos indios casi a rastras. Una coincidencia aumentó la importancia de la ascención, pues durante unos días el Popocatépetl humeó más de lo normal, echando incluso llamaradas de fuego por el cráter, lo cual en la mente indígena no significaba sino que Xiuhtecutli se enfurecía al ver violados sus dominios.
Desde Tenochtitlán también se pudo ver como llameaba el volcán.

vista de la base del volcan
Si bien para los españoles significó un suceso interesante y un tanto difícil, para los indígenas tuvo un verdadero impacto teológico, estos "teules" resultaban más poderosos de lo que nadie había imaginado, pues habían vencido a los dioses mayores, los dioses viejos y superiores del Anáhuac.

Y Ordaz trajo como relación a Cortés, que al otro lado del volcán, hacia el valle que ocultaban las montañas, "había visto un mar rodeado de grandes poblaciones y torres, y que en medio de dicho mar había una gran ciudad edificada"
Más tarde, desde Cholula, Cortés enviaría otra expedición a subir al volcán, pero no lograron llegar hasta arriba, volviendo con nieve y hielo, dejando pasmados a los españoles que no habían ido, y quienes no creían que pudiera haber nieve en el paralelo donde se situaban las tropicales Cuba y Santo Domingo

Aún desde nuestro punto de vista moderno, la escalada de Ordaz fue verdaderamente una hazaña: Hoy día nadie sube al Popocatépetl sin equipo de alta montaña y sin guías, se sube por caminos bien trazados y conocidos, donde hay refugios para los alpinistas, se cuenta con medicamentos, botiquines y equipos de rescate, y nadie sube en plena actividad volcánica

Resulta increíble pensar que unas gentes acostumbradas a respirar al nivel del mar, a vivir en clima mediterráneo en España o cálido en el Caribe, y que sin ningún equipo técnico, hayan podido subir así, como "de paseo", al Popocatépetl; tan increíble es, de hecho, que el ilustre científico alemán Alexander von Humboldt no dio crédito a los relatos españoles, tachando de Imposible, la ascención al volcán.  Como bien dice José Luis Guerrero, nos proporciona una prueba más de cuán verdaderos superhombres forjó España en su Siglo de Oro, y del increíble temple de los cofundadores de nuestra nacionalidad.

Este relato, muestra la travesía que hizo, Diego Ordaz, según algunos historiadores , hicieron esto, por que se estaban quedando sin pólvora, para disparar sus armas y en los volcanes se consigue azufre, esto es lo que fueron a buscar este aventurero,

La pólvora
La pólvora es una sustancia explosiva utilizada principalmente como propulsor de proyectiles en las armas de fuego, y como propulsor y con fines acústicos en los juegos pirotécnicos.
La primera pólvora fabricada es la denominada pólvora negra, que está compuesta de determinadas proporciones de carbón, azufre y nitrato de potasio. La más popular tiene 75% de nitrato de potasio, 15% de carbono y 10% de azufre (porcentajes en masa/masa). Actualmente se utiliza en pirotécnicos y como propelente de proyectiles en armas antiguas.
Los tres materiales , para hacer polvoran son , carbón, azufre y nitrato de potasio.


el nitrato de potasio
Antiguamente el nitrato de potasio era obtenido donde se mezclaba toda clase de desechos animales con escombros y cenizas vegetales y eran regados con agua de los estercoleros o con orina. De vez en cuando se raspaba la capa exterior y e lixiviaba el producto con agua





carbón mineral
El carbón o carbón mineral es una roca sedimentaria de color negro, muy rica en carbono, utilizada como combustible fósil. Suele localizarse bajo una capa de pizarra y sobre una capa de arena y arcilla. Se cree que la mayor parte del carbón se formó durante el período carbonífero (hace 280 a 345 millones de años).





El azufre
El azufre es un elemento muy abundante en la corteza terrestre, se encuentra en grandes cantidades combinado en forma de sulfuros (pirita, galena) y de sulfatos (aljez). En forma nativa se encuentra en las cercanías de aguas termales, zonas volcánicas y en minas de cinabrio, galena, esfalerita y estibina. En forma nativa se encuentra en las cercanías de aguas termales, zonas volcánicas, si bien su obtención anteriormente era a partir de depósitos de azufre puro impregnado en cenizas volcánicas( el volcan Popocatépetl.)

EL VOLCÁN: POPOCATEPETL.
Es un monte volcánico de México, en el estado de Puebla, que se disputa con el Pico de Orizaba la cualidad de ser él más alto del territorio mejicano. Se levanta junto al valle de Méjico, desde todos cuyos puntos es perfectamente visible, y lo cierra por el Sudeste a 88 kms. De la Ciudad de Méjico, hacia los 19º 1´ de Latitud Norte y 98º 44´de longitud Oeste del Meridiano de Greenwich, formando contraste con el pico Ixtlacihuatl, contraste que a dado lugar a poéticas y antiguas leyendas. Esta montaña es el punto de convergencia de dos sistemas de montañas: La sierra de Cuernavaca, y la sierra Nevada, que separa el primero de dichos valles del De Puebla.
Tiene dos picos denominados, respectivamente, Mayor y Espinazo del Diablo. La altura del primero es de 5,425 a 5,450 m sobre el nivel del mar y más probablemente 5,452 m ,y la del segundo unos 5,240m.El cráter presenta una forma elíptica y mide de 800 á 900m. de mayor diámetro (825 m. según las observaciones de Sonntag y Leveirriére) y 750 m. en su diámetro más reducido, por 2,500 m. de circunferencia. 


base
 En el fondo del cráter, a unos 250m. de profundidad, hay cuatro fumarolas principales y cerca de ellas abundantes depósitos de azufre; además, se notan en los bordes del cráter emanaciones de gas. El interior del mismo esta formado por capas é hiladas de rocas dispuestas en un muro muy regular de paredes verticales. En algunos puntos las referidas capas están levantadas y profundamente desplazadas; se observan allí especies de rocas de muy distinta naturaleza; al principio, en la parte inferior, capas de traquita muy compactas, ricas en cristales de feldespato estriado y en anfíbol, parcialmente descompuesto. Por encima de estas capas traquíticas más ó menos regulares, se ven dispuestas capas basálticas bien caracterizadas, en las cuales el basalto es también muy compacto. Sobre ellas se encuentran escorias sumamente porosas de un color pardo violado, que revelan la presencia de óxido de hierro en considerable proporción, estas escorias parecen provenir de rocas porfídi calcinadas. El monte es hoy de propiedad particular, y, además de la explotación del hielo que cubre eternamente sus cimas, es una fuente de riqueza por la gran cantidad de azufre que de él se saca, tarea que realizan también los indios que viven en el inmediato caserío de Tlomacas.
De las diferentes observaciones prácticas por distintos hombres de ciencia, constan los siguientes datos: altura en Amameca, 2,480m;del rancho de Tlamaca 3,897 m.; del límite de la vegetación arborescente, 3,980 m.; del límite de la vegetación herbácea, 4,180 m.; del limite inferior de las nieves ,4,300 m.;del limite de la entrada del cráter, 5,263 m.,y de la base del pico del Fraile, 5,149 m.


La primera ascensión que se hizo al POPOCATEPETL la emprendió en 1519 Diego de Ordás, compañero de Cortés, que hallándose éste en plena expedición, quiso subir al volcán para recoger azufre para fabricar la pólvora necesaria, aunque según una carta del propio Cortés, se trataba de averiguar la causa del humo que salía del cráter.
escalar este volcàn


Esta primera visita al gigante no dio otro resultado que un conocimiento somero del cráter y de sus dimensiones y la certeza de la existencia de azufre en su fondo. En 1520 ó 1522 los soldados de Cortés volvieron a subir al POPOCATEPETL y llevaron a su caudillo muestras de azufre, mas sin que a ninguno de ellos se le ocurriera calcular la altura de la montaña. En 1524 subieron Montaña y Mesa y bajaron 23 m. por el cráter, recogiendo azufre. Se interrumpieron entonces las exploraciones que no se reanudaron hasta 1772, año en que Sonnenschmidt subió al volcán en cuestión, pero sin llegar a su cumbre, ni recoger acerca de él más que escasos datos. En 1803 el célebre Humbodlt quiso calcular su altura y su posición geográfica, así como el límite de las nieves; y aunque no realizó la ascensión, dio aquellos pormenores con bastante exactitud. En Abril de 1827 Guillermo y Federico Glennie emprendieron la subida del volcán con todos los instrumentos adecuados, mas la repugnancia de los guías a acompañarles les hizo llegar a hora muy avanzada y no les fue posible ejecutar las operaciones que deseaban, si bien precisaron con exactitud muy aproximada la altura del pico Mayor en 5.450m. y su diámetro en 1,600m. En Noviembre de 1827 les imitó Berbeck, mas dejó pocas noticias de sus trabajos. En Mayo de 1833 el barón Gros y Federico Von Gerolt no más a la base del pico del Fraile, a la que calcularon una altura de 5,142m. y hubieron de bajar obligados por una tormenta. En Abril del año siguiente los mismos Gros y Gerolt, en unión de Egerton, verificaron nuevas y más fecundas observaciones, mas no pudieron fijar la altura del cráter por rotura del barómetro. En 1857 llegó al cráter una comisión científica dirigida por los citados Sonntag y Laveirriére, y desde entonces acá, especialmente en los últimos años, se han multiplicado las ascensiones, aunque más como deporte que como un objeto científico. Las erupciones de que se conserva memoria han ocurrido en 1519, 1548, 1571, 1592, 1642 y 1802. Las dos primeras fueron, según parece, las más violentas, y durante ellas gran cantidad de ceniza cubrió las vertientes de la montaña, mientras de la cumbre salían sin cesar densos vapores, y se distinguían en ellas vivas llamas. No desprendió, empero, lavas, á cuyo desarrollo hubiera sido probablemente un obstáculo las rápidas pendientes del inferior del volcán.
Los principales temblores de tierra que comúnmente ocurren los intervalos de las erupciones y que son tanto más violentos cuanto más lejana de la época de aquellas, ocurrieron en Enero de 1653, Julio de 1667, Marzo de 1682, Septiembre de 1698, Septiembre de 1754, Abril de 1845 y Diciembre de 1864.


nace el río Atlaco.
Casi todos estos temblores fueron de larga duración y de considerable intensidad; pero los más fuertes se registraron en las dos fechas últimamente citadas, en que así en Méjico como en Puebla derribaron muchos edificios. El circuito formado por la falda de la montaña mide 52kms. Sus laderas están cubiertas de campos cultivados en su parte inferior, y más arriba de agaves y cactos, encinas, coníferas y, en fin, masas negras de rocas. Al pie de la vertiente oriental, á los 2,130m. de altura, se extiende el campo de lava llamado Malpais de Atlachayacatl, donde nace el río Atlaco.
El volcán, durante el tiempo prehispánico, era una deidad azteca dedicándose un culto exclusivo a la entidad. Hoy día el culto sobrevive en forma minoritaria o simbólica; los guardianes del volcán son llamados temperos del volcán Popocatépetl, quienes se refieren a él como don Goyo o Serafín, personificándolo en un indígena.
Los temperos celebran ritos en los santuarios consagrados a Popocatépetl, aquellos que se encuentran ubicados en las cañadas y zonas boscosas de las faldas del volcán, para solicitar la bendición de la lluvia así como la protección del dios frente al granizo para sus cosechas

Diego de Ordaz nació en Castroverde de Campos (Zamora) hacia 1480. Llegó muy joven a Cuba, donde estuvo bajo el mando de Diego de Velázquez. Formó parte de las primeras exploraciones a Colombia y Panamá. Se unió a Hernán Cortés en la expedición que éste organizó para la conquista de México. Participó en la conquista de la gran Tenochtitlán y en la llamada Noche Triste, siendo herido por los guerreros aztecas. Después de la victoria española, exploró las tierras de Oaxaca y Veracruz y navegó el río Coatzacoalcos.
Fue enviado a España en 1521 para presentar a la corte española la narración de la conquista y tratar de obtener para su general el nombramiento de gobernador y capitán general de la Nueva España. Regresó a México y en 1529 se le concedió la propiedad de El Peñón de los Baños, que en ese entonces eran tierras que se ubicaban en los límites de la ciudad de México.
Sin duda, la expedición de Diego de Ordaz fue una verdadera hazaña, logrando todo un récord de altura nunca alcanzado hasta entonces por el hombre, ya que los registros existentes hablan del ascenso de los primeros peregrinos japoneses al monte Fujiyama hacia el año 633, con apenas 3,776 metros. Nadie había llegado tan alto y sería hasta 1848 —es decir, más de tres siglos después— para que se rompiera esta barrera de altura, con el primer ascenso al Citlatépetl (5,569 m).


Díaz del Castillo
Muy grande fue el reconocimiento que De Ordaz recibió por esa gesta, ya que fue un golpe maestro para el prestigio español entre los indígenas. Díaz del Castillo así lo narraría: “... y cuando lo contaba al capitán Cortés y a todos nosotros, como en aquella sazón no lo habíamos visto ni oído como ahora, que sabemos lo que es y han subido encima de la boca muchos españoles y aun frailes franciscanos, nos admiramos entonces de ello y cuando fue Diego de Ordaz a Castilla lo demandó por armas Su Majestad, y así las tiene ahora en su sobrino Ordaz, que vive en la Puebla”.
En el libro Hernán Cortés. Crónica de un imposible, de José Luis Olaizola, se relata el hecho rematándolo así: “... Esta bizarría de Diego de Ordaz no pasó entonces de una curiosidad temeraria; pero el tiempo la hizo de conseqüencia, y todo servía en esta obra: pues hallándose después el exército con falta de pólvora para la segunda entrada que se hizo por fuerza de armas en México, se acordó Cortés de los hervores de fuego líquido que se vieron en este volcán, y halló en él toda la cantidad que hubo menester de finísimo azufre para fabricar esta munición: con que se hizo recomendable y necesario el arrojamiento de Diego de Ordaz, y fue su noticia de tanto provecho en la conquista, que se la premió después el Emperador con algunas mercedes, y ennobleció la misma facción dándole por armas el volcán”.


el dorado
Efectivamente, con un decreto expedido el 22 de octubre de 1523, el emperador Carlos V le otorgó a Diego de Ordaz el derecho de poseer un escudo de armas con una vista del volcán.
Como inquieto explorador solicitó el derecho de explorar las tierras de ElDorado, considerado un lugar mítico en América, que se suponía tenía grandes reservas de oro y que los conquistadores españoles buscaron con gran empeño, atraídos por la idea de un lugar con calles pavimentadas de oro, en donde el metal era algo tan común que se despreciaba. 


río Orinoco
Muchos de ellos murieron en el intento por descubrir la ciudad, ya que las largas expediciones transcurrían a través de la selva, y a la dureza del terreno había que unir la falta de provisiones, por lo que Diego de Ordaz tuvo que abandonar la búsqueda.
Además de ser el primer explorador del río Orinoco, en Venezuela, este legendario explorador murió en 1532 justo cuando iniciaba un viaje de regreso a España. Sus restos fueron arrojados al mar.





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