jueves, 5 de mayo de 2011

"hada verde" es legalizada en Francia


"hada verde" es legalizada en Francia
"hada verde"


Es una bebida verde, increíblemente alcohólica y algunos dicen que hasta altera la mente. Éstas son las características que llevaron a prohibir el ajenjo o absenta en Francia hace casi 100 años.
Sin embargo, la situación está a punto de cambiar luego que el Senado de ese país votó a favor de permitir la venta de la bebida apodada el "hada verde".

“No voy a ser visto como un adicto a las drogas", dijo Clemente Arnoux, un entusiasta bebedor de ajenjo.
"Cambia todo, desde el punto de vista de mis amigos y mi familia", agregó.



Edouard Manet,
El licor verde, con sabor a anís, es asociado con muchos de los artistas y escritores más famosos y apreciados del país -como Edouard Manet, Edgar Degas, Henri de Toulouse Lautrec y Paul Verlaine- pero fue prohibido en Francia en 1915 debido a sus presuntos efectos nocivos.
El ajenjo es destilado con las hojas de la hierba Artemisia absinthium, que contiene el "ingrediente especial"de la bebida, tujona, que supuestamente tiene efectos vinculados a la alteración de la mente.

Más tarde, la prohibición fue relajada y se permitió que la bebida fuera vendida siempre y cuando no se le llamara ajenjo y en su lugar la etiqueta dijera "una bebida a base de extractos de la planta de ajenjo".
Ahora se espera que en cualquier momento la prohibición sea levantada por completo, después de que el Senado francés votó a favor de un cambio a mediados de abril.
Mientras que los consumidores como Clemente Arnoux se sienten aliviados de la desaparición del estigma de la ilegalidad, no todo el mundo ve el cambio de la ley como motivo de celebración.
El ajenjo tiene por lo general alrededor de entre 60% y 70% de alcohol, aunque no está diseñado para tomarse puro sino mezclado con agua.
Para algunos, parte del atractivo del ajenjo es su alto contenido de alcohol. "He tenido jóvenes en la escuela secundaria que me han dicho que están buscando ajenjo porque es un alcohol fuerte", indicó Laurent Legay, quien trabaja con personas con problemas de alcoholismo en la región de Pas de Calais, en el norte de Francia.

La absenta o ajenjo, apodada la Fée Verte ('El hada verde'), es una bebida alcohólica de ligero sabor anisado, con un fondo amargo de tintes complejos debido a la contribución de otras hierbas. Cuando se le añade agua fría, la bebida se transforma en la esencia lechosa louche. Comenzó siendo un elixir en Suiza, pero donde se hizo popular fue en Francia debido a la asociación entre los artistas y escritores románticos que tomaban esta bebida en el París de la última parte del siglo XIX hasta que se prohibió su producción en 1915. La marca más popular de absenta durante los años iniciales fue Pernod Fils y hoy continúa siéndolo mundialmente...


Las palabras francesa y española para la absenta se pueden referir indistintamente a la bebida o a la planta (existen dos especies así conocidas: la absenta grande, Artemisia absinthium, y la pequeña, Artemisia pontica). La palabra deriva del latín absinthium que a su vez proviene del griego αψινθιον (apsinthion) y que se puede traducir como 'no-bebible'. Existen raíces de la palabra enlazadas a la palabra persa spand o aspand e incluso a la variante esfand con la que se denomina así a una hierba de gusto amargo. Antiguamente esta planta se quemaba como signo de ofrenda y este ritual puede dar como pista sus orígenes protoindoeuropeos ya que en urdú la raíz *spend significa «llevar a cabo un ritual» o «hacer ofrendas». No obstante, puede decirse que no queda clara ninguna de las posibles procedencias de la palabra absenta.

Van Gogh
"El hada verde" nació en 1792 en Suiza hija de un médico llamado Pierre Ordinaire. Dicen que era una chica mala, adictiva y alucinógena que poseia propiedades similares a las de la marihuana y la cocaína. A principios de siglo pasado (1908) la expulsaron de su país natal por qué ya no podían aguantarla más. La fueron desterrando de allí donde iba, hasta que la acogieron calurosamente en países como España.
Sobre ella se han vertido calumnias no demostradas como la de ser la causante de que el genio Van Gogh se cortara una oreja. Otros artistas como Picasso y Degas crearon cuadros en su honor (o deshonor). En 1905 un campesino llamado Jean Lanfray, mató a su esposa y a sus hijos tras toparse con "el hada verde". Como es obvio también la acusaron a ella. Que triste vida.
el cantón de Neuchâtel.

Febrero de 2005 sin embargo, será recordado por la re-legalización de la absenta, la misteriosa chica de verde, en su tierra natal, Suiza. De inmediato se ha planteado la creación de de una denominación de origen de la absenta del Val-de-Travers, en el cantón de Neuchâtel.
         Los pocos pero fervorosos historiadores del ajenjo afirman, de modo coincidente, que las guerras del siglo XIX contribuyeron a la difusión de la bebida. Unos cuentan que el absinthe corría entre los soldados que pelearon la guerra franco-prusiana en 1870/71. Otros, como Jean Claude Bologne en su "Histoire morale et culturelle de nos boissons" (Historia moral y cultural de nuestras bebidas, edit. Robert Laffont), sostienen que las tropas francesas que participaron en la guerra contra Argelia (1844-1847) recibieron ajenjo como prevención contra la malaria. Dado que la bebida tenía una graduación alcohólica muy alta (entre 50° y 70°), muchos se volvieron adictos.

         A su regreso en Francia, los combatientes de una y otra guerra siguieron bebiendo ajenjo. Pronto los cafés de los grandes bulevares de París empezaron a servirlo y la burguesía, que admiraba a los soldados, decidió también probarlo.

         El apogeo del ajenjo tuvo sede en la capital francesa, entre 1880 y 1914. Las estadísticas arrojan que en 1910 se bebían en Francia unos 36 millones de litros de absinthe por año, frente a los 700 mil de 1874; que, de los miles de licores disponibles, el consumo de absinthe abarcaba el 90%, y que por entonces existían en París unos 360 mil cafés y cabarets. Hay quienes creen que el boom de los cafés se debió a la mala condición de las viviendas; la gente prefería salir y, de paso, socializar. Las cinco de la tarde pasó a ser "la hora del hada verde" o "la fée verte", tal el apodo que se le daba al ajenjo.

Pernod 
         Aunque el Pernod (que, además de artemisia, presumiblemente contenía hinojo, enebro y nuez moscada) es considerado por todos como el parámetro en materia de absinthe, de la misma forma que la Coca Cola lo es en materia de bebibas cola, pronto empezaron a salir nuevas marcas, como el Absinthe Robette o el parecido Pernot. Se calcula que hacia fines del siglo XIX había unos 200 fabricantes de ajenjo. Muchos afiches Art Nouveau de la época dan cuenta de la competencia; en el de Absinthe Parisienne, por ejemplo, una bruja le dice a una muchacha vestida de verde: "Bebe y después verás...". Sarah Bernhardt hizo publicidad para el Absinthe Terminus y un presidente de la República, Carnot, prestó su imagen y su nombre para otra marca. Hasta hubo el caso de cierto ingenioso bodeguero que lanzó el ajenjo marca "Le Même" ("El mismo"), con el propósito de aprovechar los equívocos. "Garçon, otro ajenjo", gritaba el cliente. "¿El mismo?", preguntaba el mozo y a menudo acababa sirviendo un vaso de "Le Même".

         Es posible que el rito que requería el absinthe a la hora de ser servido aumentase su popularidad. El rito era el siguiente: a) se servía en un vaso una medida; b) se colocaba sobre el vaso una cuchara perforada, una especie de colador barroco; c) se ponía un terrón de azúcar en la cuchara; d) lentamente se vertía agua helada a través del colador azucarado, en una proporción de 4 ó 5 medidas de agua por una de ajenjo. Claro que había diferentes costumbres: algunos preferían beberlo puro, otros lo mezclaban con vino helado en vez de agua o fabricaban cóctels agregando limonada, naranjada o pimienta. El famoso Toulouse-Lautrec decía haber inventado una mezcla de ajenjo y coñac llamada "Terremoto".

         Lo cierto es que el líquido, de un color verde intenso, se modificaba con el agua, volviéndose opalino, teñido a veces de reflejos amarillos. En un artículo recientemente publicado en Los Angeles Times ("Un fruto olvidado y prohibido", de Charles Perry), el método de preparación es visto como un antecedente a los rituales de los junkies y el color verde de la bebida como un antecedente a los mandalas psicodélicos en los años sesenta, ya que "ambos significaban éctasis". Lógicamente, un argot fue acuñándose en torno a esta ceremonia, casi al filo de la alquimia: "opaline" pasó a ser un alias del ajenjo, y la palabra "louche" se aplicó para describir el momento en que el licor cambiaba de aspecto. Se creía que un absinthe era mejor cuanto más pronunciado fuese el louche.
         Los bebedores empedernidos se pusieron a coleccionar cucharas de metal. No tardaron en salir modelos más y más rebuscados, por ejemplo uno con forma de Torre Eiffel. Algunos bares llegaron a tener fuentes de agua helada, entre ellos la Old Absinthe House que aún puede visitarse en la calle Bourbon, en Nueva Orleans, y que testimonia el fugaz esplendor del ajenjo en los Estados Unidos.

         Pero hay, más allá del ritual, otra explicación para el aumento del consumo de absinthe registrado en plena Belle Epoque. Alrededor de 1875, una plaga redujo enormemente la producción de los viñedos de Francia. Al ver cuánto aumentaba, en consecuencia, el precio del alcohol de vino con que fabricaban su licor, los productores de ajenjo decidieron en masa empezar a utilizar alcohol de grano o industrial. La calidad se abarató menos que el precio. Los ventas del absinthe treparon a tal punto que pusieron en jaque el sempiterno liderazgo del vino, bebida nacional por excelencia entre los franceses.
         La excéntrica conducta de los "artistas absintheurs" no bastó para empujar la prohibición. Fueron un par de hechos policiales los que determinaron la caída del licor. El primero de ellos --y el más ruidoso-- ocurrió nada menos que en Suiza, país natal de la bebida, en agosto de 1905, cuando un hombre llamado Jean Lanfray, un granjero de 31 años, fue acusado de matar a su mujer y su hijo bajo los efectos del ajenjo. La policía, que había hallado en casa de Lanfray rastros de numerosas bebidas alcohólicas, pronto supo que el asesino solía beber cinco litros de vino por día, además de dos vasos de absinthe. La prensa se ocupó de destacar más esto último, para hablar del "crimen del ajenjo".
         Ya se habían recolectado en Suiza unas 80 mil firmas exigiendo la prohibición del licor cuando un bebedor compulsivo de absinthe, de apellido Sallaz, mató a su esposa, en la ciudad de Ginebra. El hecho impulsó otro petitorio, que juntó unas 35 mil firmas más.

El ajenjo fue oficialmente prohibido en Suiza en 1907. La medida fue imitada en otros países, como Italia. Los Estados Unidos prohibieron el licor en 1912, lo mismo que Holanda y Bélgica. Pero en Francia siguió siendo legal porque (como especula Marie-Claude Delahaye en su Histoire de la Fée verte) había poderosos intereses políticos: la bebida aportaba "45 millones de francos-oro en conceptos de impuestos diversos".
         "El anticoholismo practicaba una pedagogia del miedo", afirma Didier Nourrison. "Absintismo y alcocholismo fueron deliberadamente confundidos", escribe Delahaye, "de tal forma que un alcochólico era simplemente denominado 'un bebedor de ajenjo' ". En el año1900, la Academia de Medicina condenaría todas las bebidas hechas a partir de esencias vegetales, sobre todo el absinthe. Pero la cosa no pasaba de declaraciones públicas, mientras que la derecha pedía a gritos una ley en su contra.
         Cuando estalló la Gran guerra del '14, los ideólogos de la cruzada anti-ajenjo encontraron el argumento que faltaba: el absinthe debilitaba a las tropas, "erosionando la defensa nacional"; el absinthe era "antipatriótico". Hubo quienes llegaron a decir que el licor era parte de una confabulación judía para destruir a Francia. Por las dudas, una pequeña destilería puso en su etiqueta la leyenda "Absinthe anti-judío".
         Aunque los debates comenzaron en agosto de 1914, la prohibición recién fue sancionada en marzo del año siguiente, al mismo tiempo que las tropas alemanas atacaban Argonne. Los encargados de fabricar la bebida guardaron un extraño silencio; pronto trascendería el rumor, no confirmado, de que recibieron una indemnización estimada en 35 millones de francos. Las únicas quejas provinieron de los dueños de los bares y bistrós. "¡Viva el ajenjo!", titulaba el diario marsellés La Victoire, en febrero de 1916, al anunciar la ira de los taberneros locales. En 1917, los partidarios de la moderación publicaron una solicitada en la que se decía que "la victoria sobre Alemania debe ir acompañada de la victoria contra el alcohol".
         Para 1920, la máxima graduación alocohólica tolerada en Francia era de 3O°. Fue recién en 1922 que un decreto autorizó la fabricación de aperitivos anisados con una graduación de hasta 40°. Así fueron naciendo los muchos sucedáneos del ajenjo: anís del oso, berger, tomysette, etcétera. Según Jean-Claude Bologne, la idea de crear un sustituto se remonta a 1911, cuando "en medio de las discusiones previas a la prohibición, el químico Louis Pillet le propuso al senado la fabricación de un absinthe sin ajenjo, una anisette bastante más liviano". Visión de futuro no le faltaba a Pillet. Hacia 1925 se vendían en toda Francia unos 200 mil hectolitros de bebidas anisadas.

         La tolerancia fue elevada hasta 45° a partir de 1938. Esto permitió a la firma Ricard el lanzamiento del "pastís marsellés". Pero de todos los sucedáneos del absinthe, ninguno gozó de tanta fama como el Pernod, tal vez porque su nombre está ligado íntimamente al licor que hasta el presente sigue prohibido por las leyes francesas. ¿Qué tienen en común el pastís o el Pernod con el histórico ajenjo? Poco y nada, afirman los entendidos. Apenas el color o el gusto amargo, según el caso. Dicho de otra manera, la filiación es más bien sentimental.


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