España podría afrontar una crisis como la que afectó a Argentina en 2001, dice Joseph Stiglitz
Joseph Stiglitz |
España podría
afrontar una
crisis como la que afectó a Argentina en 2001 por su
incapacidad para crear
empleo y para reducir con eficacia su déficit público, según
el economista
Joseph Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial (BM) y
premio Nobel de Economía.
En su opinión, esto convierte al país en presa fácil para
los especuladores del
mercado.
Stiglitz plasma
esta
reflexión en una revisión de su libro “Freefall” (Caída
libre), de la que
publica hoy un extracto el rotativo británico “The Sunday
Telegraph”.
“España podría
estar
entrando en el mismo tipo de espiral mortal que afectó a
Argentina hace sólo
una década”, escribe Stiglitz, que considera que España es
víctima de “las
reglas del juego”, que le obligan a recortar su gasto, lo
que “casi con total
seguridad conducirá a un incremento aún mayor del
desempleo”.
En este contexto
“la
economía española se ralentizará, pero la mejora de su
posición fiscal será
mínima”, predice el economista estadounidense, que explica
que “con menor
crecimiento, los ingresos por vía impositiva caerán, el
gasto social -como el
subsidio de paro- se incrementará y los déficit seguirán
siendo altos”.
Al igual que en
el caso de
Grecia, Stiglitz cree que los especuladores todavía no han
abandonado la presa,
convencidos de que la debilidad de la economía española
-cuya solvencia fue
rebajada esta semana por Moody’s de “AAA” a “Aa1″- juega en
su favor.
Stiglitz
considera que la
raíz del problema para países como España o Grecia es que no
pueden utilizar su
divisa como un elemento de reajuste de sus economías, ya que
el euro tiene un
cambio fijo.
“Si a Grecia y
España se
les hubiera permitido devaluar su divisa, sus economías se
habrían reforzado
gracias a las exportaciones”, afirma el economista, que
vuelve a recordar el
caso argentino: “sólo cuando Argentina rompió la paridad de
su moneda con el dólar
fue cuando pudo comenzar a crecer y a reducir su déficit”.
Sobre el futuro
de la
moneda única europea, Stiglitz prevé un panorama “sombrío” y
advierte de que el
euro podría no sobrevivir si vuelve a haber una tormenta
financiera como la de
2008.
Además, se
muestra crítico
con los Gobiernos europeos, por considerar que están
aplicando reducciones del
gasto público muy drásticos y muy precipitados en el tiempo,
lo que, en su
opinión, puede resultar en que las economías vuelvan a caer
en la recesión.
“A consecuencia
de que
tantos países recorten el gasto de manera prematura, la
demanda agregada global
se reducirá y el crecimiento se ralentizará, incluso quizás
derivando en una
recaída en la recesión”, escribe Stiglitz.
“EEUU puede haber
causado
la recesión global, pero Europa es ahora la responsable”,
argumenta el
economista.
Stiglitz propone
finalmente una solución: la salida de Alemania de la
eurozona o la división de
la eurozona en dos sub-regiones, la de las economías sólidas
y la de las
economía frágiles.
“El euro ha sido
un
experimento interesante, pero como el casi olvidado Sistema
Monetario Europeo
(SEM) que lo precedió, y que se derrumbó cuando los
especuladores atacaron la
libra esterlina en 1992, carece del apoyo institucional
necesario para que funcione”.
Crisis argentina
2001,
La crisis de
diciembre de
2001 en Argentina fue una crisis financiera generada por la
restricción a la
extracción de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas
corrientes y cajas de
ahorro denominada Corralito, que causaron la renuncia a la
presidencia de Fernando
de la Rúa el 20
de diciembre de 2001, y llevaron a una situación de acefalía
presidencial. La
mayor parte de los participantes de dichas protestas fueron
autoconvocados, que
no respondían a partidos políticos o movimientos sociales
concretos. Su lema
popular fue: "¡Que se vayan todos!". En los hechos murieron
39
personas por las fuerzas policiales y de seguridad,
incluyendo 9 menores de 18
años.
El gobierno de
Fernando de
la Rúa había
asumido en 1999 en medio de una época de recesión, en parte
favorecida por la Ley de Convertibilidad, vigente desde
1991, que
fijaba la paridad del peso de Argentina y el dólar
estadounidense.
Si bien
dicha política económica había resultado efectiva durante
los primeros años del
gobierno de Carlos Menem, a partir de 1997 comenzó a
demostrar sus falencias.
Para mantenerla saludable, se necesitaba el ingreso de
divisas. En un
principio, éste estaba dado por los ingresos a partir de las
privatizaciones de
empresas estatales. No obstante, cuando ya no ingresó el
dinero suficiente al
país, éste empezó a endeudarse para mantener la ley.
De la Rúa había
decidido mantener la
ley, lo que provocó que el endeudamiento fuera cada vez más
grande, aplicándose
medidas como El blindaje o El Megacanje, que consistían en
endeudamiento
exterior.
La inestabilidad
económica
se percibía por los constantes cambios en el Ministerio de
Economía, pasando
por él José Luis Machinea (1999 - marzo de 2001), Ricardo
López Murphy (marzo -
abril de 2001) y por último Domingo Cavalho, que ya había
sido Ministro de
Economía entre 1991 y 1996 y que había impulsado la Ley de
Convertibilidad. En aquel entonces Cavallo
era visto como una gran alternativa, ya que había sacado a
Argentina de la
hiperinflación de 1989 - 1991.
La crisis llegó a
un punto
insostenible el 29 de noviembre de 2001, cuando los grandes
inversionistas
comenzaron a retirar sus depósitos monetarios de los bancos
y, en consecuencia,
el sistema bancario colapsó por la fuga de capitales.
Para
contrarrestar la fuga
de capitales, el 2 de diciembre se emitió un mensaje en
Cadena Nacional donde
Cavallo anunciaba la nueva política económica, que introdujo
restricciones al
retiro de depósitos bancarios, denominada popularmente como
Corralito. En un
principio la medida dictaba que el ahorrista sólo podía
retirar 1000 pesos cada
semana, y que la medida duraría 90 días, sin embargo se
podían hacer pagos con
cheques.
La reacción
popular fue
muy negativa, especialmente la de la clase media, por lo que
la crisis
económica también desembocó en una crisis política.
Durante
todo diciembre hubo
protestas, aunque la protesta masiva más importante
estallaría los días 19 y 20
de diciembre.
La posición de De
la Rúa se tornó inestable. Un
intento de mediación entre la oposición y el gobierno a
mediados de diciembre
por parte de la Iglesia Católica fracasó.
Entre el 16 y el
19 de
diciembre se produjeron saqueos a supermercados.
El
19 de diciembre de 2001 hubo importantes
saqueos a supermercados y otra clase de tiendas en distintos
puntos del
conurbano de la ciudad de Buenos Aires. Esa noche el
presidente De la Rúa decretó el estado de
sitio, y posteriormente en la ciudad de Buenos Aires
salieron miles de personas
a la calle a protestar contra la política económica del
Gobierno que había
establecido un límite a la extracción en efectivo del sueldo
con el objeto de
bancarizar la economía y mantener recursos dentro del
sistema financiero (que
había padecido una importante corrida en las últimas
semanas).
Muchas protestas
se llevaban a cabo golpeando cacerolas, por lo que se las
denominó Cacerolazos,
una modalidad de protesta que imperaría durante los próximos
meses.
Se sucedieron
también
protestas durante la madrugada del 20 de diciembre, frente a
la casa del
Ministro de Economía Domingo Cavallo y en la Plaza de Mayo,
que fueron reprimidas. A pesar del
estado de sitio decretado por De la Rúa, las calles de
Buenos Aires y de otras ciudades del país
se llenaron de protestas. En la madrugada renunció el
ministro de Economía Domingo
Cavallo.
En la mañana del
20 de
diciembre quedaban unos pocos manifestantes entre los que
principalmente se
encontraban oficinistas, empleados, amas de casa, niños, y
comenzaron a arribar
miembros de organizaciones políticas. Entre los integrantes
de estas organizaciones
políticas que marcharon a la Plaza de Mayo se encontraban,
entre otros, grupos de
piqueteros pertenecientes a la agrupación Quebracho.
La Casa Rosada, sede del Gobierno, en ese momento no
estaba cercada por vallas; cerca del mediodía se ordenó que
se colocara una
valla de contención en la mitad de la Plaza, por lo que la
policía montada reprimió duramente a los
manifestantes que quedaban.
Esta represión,
que se
transmitió por todos los canales de televisión y radio, e
incluso por emisoras
internacionales, en directo durante todo el día, generó que
más grupos
políticos y manifestantes ocasionales se acercasen a la
Plaza. Con el correr de
las horas los incidentes fueron creciendo en intensidad y se
produjeron cuatro
muertes de manifestantes presumiblemente a manos de la
policía, si bien las
investigaciones judiciales aún no han finalizado.
A las 16 horas,
el
presidente De la Rúa,
mediante un discurso transmitido por Cadena Nacional,
anunciaba que no
renunciaría a la presidencia e instaba a la oposición y
otros sectores a
dialogar abiertamente. El pedido fracasó.
Alrededor de las
19 horas,
el presidente De la Rúa
renunció luego de que fracasaran sus intentos políticos de
salvar al Gobierno,
saliendo de la Casa Rosada
mediante un helicóptero. En esa jornada también murieron
muchas personas en
ciudades del interior del país, totalizando 39 muertos como
consecuencia de la
represión en los dos días, entre ellos nueve menores de 18
años.
Crisis española
2011
En menos de 18
meses, el
sector inmobiliario ha pasado de la negación de la evidencia
a la más profunda
de las depresiones psicológicas. Del "aterrizaje suave" se
ha pasado
a previsiones apocalípticas sobre el sector residencial.
Este conjunto de
opiniones configura un panorama desolador que retroalimenta
el pesimismo de los
promotores y las entidades financieras, inmersos en procesos
de refinanciación.
Tres son los
factores
sobre los que se fundamentan las decisiones de compra de
viviendas: precio,
confianza y financiación. En el momento en que confluyan
precios bajos,
confianza en el futuro y financiación razonable, comenzarán
las ventas de
viviendas y volverá la liquidez al mercado del suelo
residencial.
Precio: la
decisión de
bajada de precios está actualmente asumida por los
promotores inmobiliarios y
sobre porcentajes muy significativos del 15%-30%, pero son
imposibles de
aplicar hasta que sus promociones no se terminen.
Confianza: la
confianza es
un componente intangible que cuesta años construir y que se
destruye muy
rápidamente. La contracción de nuestra economía desde
crecimientos superiores
al 3% hacia un escenario de recesión provoca que el ajuste
que estamos
experimentando sea brutal, con un crecimiento muy
significativo del paro y una
fuerte disminución del consumo.
Afortunadamente,
parece
que la inflación y el coste del dinero pueden evolucionar a
corto plazo
positivamente, permitiendo al menos incrementar la capacidad
de ahorro de
quienes no sufran el impacto del paro. Dicha capacidad de
ahorro permitirá
remansar capital para compras futuras de quienes demanden
una vivienda en los
próximos años.
Financiación: De
los
310.000 millones que el sector financiero tiene prestados a
los promotores
inmobiliarios existe un muy alto porcentaje cuya
recuperación depende de los
acuerdos de refinanciación a los que se llegue caso por
caso.
En nuestra
opinión, no es
previsible que dicho volumen disminuya en el medio plazo. La
mayor parte de los
promotores inmobiliarios se clasificarán bien en los que
consiguen refinanciar
su deuda a tres años o los que acaban en concurso de
acreedores en los próximos
meses. En ambos casos, el volumen de deuda pendiente de
amortizar a las
entidades financieras no debería sufrir una variación
significativa: o se
demora su devolución o no se puede amortizar.
Dado que dicha
financiación va a permanecer "congelada" en el próximo
trienio, las
únicas vías de reducción vendrán por su traspaso a los
compradores de viviendas
o la cancelación de deuda por compra de activos por parte de
los propios
acreedores financieros. Dichas vías de reducción trasladan
el saldo vivo de la
deuda de una parte a otra del mercado, pero no disminuyen la
exposición de las
entidades financieras al riesgo inmobiliario. La única
válvula de escape para
reducir dicho riesgo debería venir por la amortización
individual de los
particulares de sus préstamos hipotecarios y la máxima
reducción en la concesión
de nuevos préstamos al sector y a los particulares.
Por tanto,
consideramos
improbable que una parte significativa de la liquidez
otorgada por el Estado a
las entidades financieras redunde en una mayor liquidez para
el sector
inmobiliario en el medio plazo.
No obstante lo
anterior,
cabe la posibilidad de que algunas entidades financieras
aprovechen sus mayores
niveles de solvencia para crecer en términos de cuota de
mercado en el momento
en el que el esfuerzo familiar de compra disminuya de forma
significativa por
los menores precios y la fuerte bajada del Euríbor,
anticipando una cierta
recuperación de la concesión de hipotecas a particulares
solventes.
Conclusiones: Por
todo lo
expuesto, creemos que 2009 nos traerá un panorama económico
preocupante, pero
con indicios de que elementos esenciales de la recuperación
del sector
residencial evolucionan rápida y positivamente: ahorro,
menores costes
financieros y fuerte disminución de precios de venta.
Estamos
convencidos de que
las principales entidades financieras aprovecharán la
disminución del esfuerzo
familiar de compra para prestar de nuevo, con más cautela y
menor
apalancamiento, más pronto que tarde. Sin embargo, la
recuperación de la
confianza de los consumidores en el futuro -en la
estabilidad del empleo
fundamentalmente- estimamos que se demorará más allá del
2009, probablemente al
año 2010.
No estamos
pensando, por
tanto, en la " historia interminable" en la crisis del
sector
residencial, sino que creemos en su recuperación en el
propio año 2010. Lenta,
paulatina, pero esperanzadora recuperación de un mercado que
será más prudente,
más pequeño y mucho menos endeudado en el largo plazo.
Mientras tanto,
las
promotoras inmobiliarias que luchen por su supervivencia
tendrán que reducir
significativamente su tamaño, su actividad y necesariamente
su deuda
financiera. El sector en su conjunto traspasará activos
inmobiliarios a las
entidades financieras acreedoras, que actualmente están
gestando las bases de
las principales inmobiliarias del próximo ciclo. Pero como se ve esto no ha sucedido,
burbuja |
Como se acabo la
burbuja
inmobiliaria española, la economía española vuelve a repetir
lo que ha sucedido
en Argentina en el 2001,
El
fenómeno se expandió rápidamente por
diversos países europeos, y algunos sufrieron graves
efectos. Dinamarca entró
en recesión (seis meses consecutivos de crecimiento
económico negativo) en el
primer trimestre de 2008. En el segundo trimestre de 2008,
el conjunto de la
economía de la eurozona se contrajo en un -0,2%, encabezada
por los retrocesos
en Francia (-0,3%) y Alemania (-0,5%). Otras economías
importantes, como la española,
evitaron la contracción (+0,1%) pero sólo crecieron muy
débilmente en el mismo
periodo, con fuertes incrementos en el desempleo.
El día 7 de
octubre de
2008, la reunión del ECOFIN, organismo del Consejo Europeo
compuesto por los
Ministros de Economía y Hacienda de los Estados miembros,
así como por los
Ministros de Presupuesto si se debaten cuestiones
presupuestarias, decidió que
todos los Estados miembros proporcionarán, por un periodo
inicial de al menos
un año, una protección garantizada a los depósitos
personales para los
particulares por una cantidad de al menos 50.000 euros.
En la misma
jornada, el
Ejecutivo español anunció que elevaba la garantía mínima de
los depósitos en
bancos y cajas de ahorro españolas desde los 20.000 euros
actuales por titular
y entidad a 100.000. También anunció la creación de un fondo
con cargo al
Tesoro de 30.000 millones de euros, ampliables a 50.000,
para adquirir activos
de máxima calidad a las entidades financieras españolas para
garantizar la
financiación de empresas y ciudadanos.
El Banco Central
Europeo
redujo su tasa de interés de referencia de 4,25% a 1,25% en
octubre aunque es
mayor que la de EE. UU. Según FMI, la economía de la UE se
contraerá 4% este año, y
0,3% en el 2010. Esto se debe a la tardía reacción de las
autoridades debido a
que Europa tenía problemas menos graves, el temor a la
inflación y a un aumento
de la deuda pública. Dado que Europa representa el 30% del
comercio mundial,
retrasará la recuperación de la economía mundial
El modelo
económico
español ha naufragado. Está recibiendo una sucesión de
golpes su esquema basado
en boom de la construcción, turismo, consumo exacerbado por
el crédito a tasas
bajas y especulación financiera. Muy fuerte ha sido el
porrazo, como el de la
derrota ante Suiza de su selección de fútbol, eterna
candidata a ganar un
mundial y fracasar por ahora en el intento. Durante años la
corriente de
pensamiento conservador ha exhibido a España como el faro
para alcanzar el
status de “país serio”. Se lo presentaba como un país “casi
feliz” con su
modelo económico, en niveles muy similares a los de
Alemania, Irlanda, Francia,
Bélgica y Austria. Esa fue la conclusión del estudio “La
variedad feliz del
capitalismo” elaborado por el banco Deutsche Bank.
La crisis
económica ha
descolocado ese presuntuoso lugar de guía para países
periféricos, populistas y
atrasados. No sólo está siendo castigada la economía
española, sino que junto a
esa debacle también ha empezado a menguar esa soberbia de
nuevo rico europeo.
Ese país que se
lanzó a la
segunda conquista de América en la década pasada con
aspiración de nueva
potencia mundial, hoy está siendo humillado por la
tecnocracia del Fondo
Monetario Internacional. En el informe conocido como
Artículo IV, auditoría que
Argentina resiste, el FMI descubre hoy que ese famoso modelo
exitoso era un
fiasco.
La misión del organismo encargada de evaluar la
economía española
afirmó que las perspectivas son de un crecimiento “frágil”
en los próximos
meses. Más importante que ese pronóstico, que es relativo
ante la sucesión de
fallidos en el pasado, se encuentran las características que
describe para una
economía que fue presentada durante años como arrolladora.
En ese documento se
sentenció que España tiene “un mercado laboral disfuncional,
una burbuja
inmobiliaria venida a menos, un gran déficit fiscal, un
enorme nivel de
endeudamiento externo y del sector privado, un anémico
crecimiento de la
productividad, una competitividad débil y un sector
financiero con bolsas de
debilidad”. ¿Estas características surgen de la nada o son
el desenlace de una
estructura económica frágil? Lo último es más difícil de
admitir por el
establishment, puesto que se ha cansado de elogiar el modelo
español. No es
sencillo aceptar que se ha engañado a muchos durante muchos
años. La
administración Zapatero tuvo que desmentir en más de una
ocasión la semana
pasada que el FMI y la Unión Europea ya tienen dispuesto un
paquete de rescate por
250 mil millones de euros de auxilio. La experiencia
argentina enseña que puede
ser que España finalmente no lo necesite, pero eso no
significa que ya no esté
preparado ante la emergencia de una profundización de la
crisis.
En un recorrido
que se
parece bastante al transitado por Argentina en la década
pasada, anteayer José
Luis Rodríguez Zapatero brindó explicaciones al director
gerente del FMI,
Dominique StraussKahn, sobre la reforma laboral aprobada por
decreto. Tampoco
el tan ponderado pacto social español ha funcionado en esta
oportunidad. Se
definió que el Estado asumirá el pago de 8 días de
indemnización en los casos
de despidos a trabajadores con contratos indefinidos para
los que se fija una
media de 33 días por año trabajado, frente a los 45
actuales.
Además, para
recurrir a un despido las empresas sólo tendrán que
argumentar que tienen
pérdidas económicas sin un período mínimo específico. Para
esa situación la
indemnización será de 20 días por año trabajado. Frente a
ese avance sobre
derechos laborales, los sindicatos mayoritarios (Unión
General de Trabajadores
y Comisiones Obreras) convocaron a una huelga general para
el 29 de septiembre.
Los dirigentes sindicales rechazan la reforma laboral porque
consideran que
perjudica a los trabajadores y no fomentará la creación de
empleo, al tiempo
que facilitará el despido, mientras que las organizaciones
empresariales
previsiblemente la observaron “tibia” y consideraron que el
Ejecutivo se ha
quedado corto.
La estrategia
para
agudizar la recesión española es similar a la aplicada por
otras economías de
la eurozona. Están instrumentando la receta del fracaso, con
pruebas cercanas
en América latina, sobresaliendo el caso argentino. Además
de ese aspecto que
permite comprender la aún persistente hegemonía de las
finanzas globales, una
cuestión relevante para Argentina es que España es uno de
los principales
inversores extranjeros en el país. Empresas de ese origen
detentan posiciones
dominantes en sectores sensibles de la economía doméstica.
De acuerdo al
relevamiento realizado por la Cámara Española de Comercio de
la República Argentina,
existen 307 compañías locales bajo control español. Se
destacan Cemento
Avellaneda, Autopista del Sol, YPF, Metrogas, Banco
Santander, Banco BBVA
Francés, EdesurEndesa, Dycasa, Telefónica, entre otras.
El sector privado
sufre
cuando un país ingresa en un círculo vicioso de retroceso
con políticas de
ajuste, que son presentadas como la llave para salir de la
crisis pero que, en
realidad, clausuran las vías de escape de la recesión. Si
este caso sólo
afectara a su propia economía sería un problema exclusivo de
los españoles. Sin
embargo, debido a que esas compañías se expandieron en los
años de las
privatizaciones y desregulación, han pasado a ocupar un
lugar importante en la
economía argentina. Por lo tanto, existe el riesgo de que la
crisis ibérica
pueda tener repercusiones en las actividades que desarrollan
en el exterior.
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