Hong Kong, fue
entregado a
al Reino Unido por el opio,
El opio es una
droga analgésica
narcótica que se extrae de las cabezas verdes de la
adormidera (Papaver
somniferum). La adormidera (parecida a una amapola común),
es una planta que
puede llegar a crecer un metro y medio y con flores blancas,
violetas o
fucsias. Es una planta anual, que puede comenzar su ciclo en
otoño aunque lo
habitual, en el hemisferio norte, es a partir de enero,
florece siempre a
finales de mayo y es cuando se puede proceder a la recolecta
del opio.
El opio se extrae
realizando incisiones superficiales en las cabezas, todavía
verdes, de la
adormidera unos días después de caerse los pétalos de las
flores. Los cortes
exudan un látex blanco y lechoso, que al secarse se
convierte en una resina
pegajosa marrón. Esta resina se raspa de las cabezas
obteniéndose así el opio
en bruto, al dejar secar este durante más tiempo se
convierte en una piedra más
oscura y cristalina a la vez que pierde agua y se concentran
los alcaloides.
El término «opio»
deriva
del griego ópion que significa ‘jugo’, refiriéndose al látex
que exuda la
adormidera al cortarla.
Otros nombres del
opio son
o-fu-jung (‘veneno negro’ en chino), ahiphema en hindi o
schemeteriak en persa.
En inglés también se conoce con el acrónimo GOM (God’s Own
Medicine: ‘la propia
medicina de Dios’).
Los primeros
efectos se
dejan notar como cansancio y somnolencia, a medida que crece
el efecto se
sienten hormigueo y picores en todo el cuerpo, se deja de
sentir dolor, si se
padecía, y se aumenta la sensación táctil, a medida que se
cae en los efectos
narcóticos se empieza a soñar en duermevela, junto con
alucinaciones, náuseas y
vómitos
En tablillas
sumerias del tercer
milenio a. de C se lo menciona mediante una palabra que
también significa
‘disfrutar’. En los cilindros babilónicos más antiguos se
encuentran
representaciones de cabezas de adormidera. En el palacio de
Ashurnasirpal II en
Nimrud (Asiria, actual Irak) existía un bajorrelieve de una
diosa rodeada de
adormideras, creado en el año 879 a. C. (actualmente se
encuentra
en el Museo Metropolitano de Nueva York, en la galería de
arte asirio). En
algunas imágenes de la cultura cretense-micénica se muestran
los efectos de la
adormidera en imágenes.
Su empleo médico
se
remonta quizá al Antiguo Egipto, donde muchos jeroglíficos
mencionan el jugo
que se extraía de estas cabezas (el opio) y lo recomiendan
como analgésico y
calmante, tanto en pomadas como por vía oral y rectal. Uno
de sus empleos
reconocidos, según el papiro Ebers, es «evitar que los bebés
griten fuerte». El
opio tebaico aparece mencionado ya por Homero (en la Odisea)
como algo que «hace
olvidar cualquier pena», y simbolizaba la máxima calidad en
toda la cuenca
mediterránea.
En tiempos del
poeta épico
griego Hesíodo (s. VII a. C.), la ciudad que luego se
llamaría Sición
se llamaba Mekone (‘adormidera’). Esta planta fue siempre
símbolo de Deméter,
diosa de la fecundidad. Las mujeres casadas sin hijos
portaban broches y
alfileres con la forma de su fruto, y los enamorados
restregaban pétalos secos
para averiguar por los chasquidos el futuro de su relación.
Los griegos la
cultivaban y utilizaban con fines lúdicos y medicinales
(como analgésico, en
forma de infusiones o con el opio en bruto para el dolor de
muelas, como
antidiarreico, fiebres y para hacer dormir a los niños).
El historiador
Heródoto
(m. 425 a. C.)
hace la primera mención explícita del uso medicinal de esta
droga. En los
primeros templos de Esculapio (que eran instituciones
parecidas a los
hospitales actuales), nada más llegar los pacientes eran
sometidos a una incubatio
o ‘ensueño sanador’.
Hipócrates es el
que le da
su nombre actual a la droga, que traduce opós mekonos: ‘jugo
de adormidera. Él
lo recomienda como tratamiento para la histeria, que
considera como una «sofocación
uterina».
En el siglo
III adC,
el filósofo y científico griego Teofrasto (372-287 a. C.)
estudia el opio en sus tratados botánicos
Historia de las
plantas,
en nueve libros (originalmente diez).
Sobre las causas
de las
plantas, en seis libros (originalmente ocho).
alejandro magno |
Heráclides de
Tarento,
médico de Filipo (padre de Alejandro Magno) contribuyó a
fomentar su difusión,
preconizándolo para «calmar cualquier dolor».
Los médicos
griegos se
volvieron expertos en crear antídotos para el
envenenamiento, que —tomados
cotidianamente— inmunizaban al usuario. Estas zeriaka o
triacas contenían
venenos (como la cicuta y el acónito), pero en pequeñas
dosis. Con el tiempo
llegaron a haber más de mil recetas de triacas, y todas
contenían distintas
cantidades de opio.
marco aurelio |
Cuando Galeno
confeccionó
su Antídoto Magno, en el siglo II, ya la proporción de jugo
de adormidera en
las triacas había crecido hasta ser un 40% del total.
Siguiendo sus
recomendaciones, el emperador Marco Aurelio abría las
mañanas con una porción
de opio «grande como un haba de Egipto y desleída en vino
tibio». Prácticamente
todos los emperadores romanos usaban a diario triacas.
Nerva, Trajano, Adriano,
Septimio Severo y Caracalla emplearon opio puro en terapia
agónica y como eutanásico.
El mismo tipo de suicidio utilizaban incontables ciudadanos
romanos, patricios
y plebeyos, pues eso se consideraba una prueba de grandeza
moral. Como comenta Plinio
el Viejo, «de los bienes que la naturaleza concedió al
hombre ninguno hay mejor
que una muerte a tiempo, y lo óptimo es que cada cual pueda
dársela a sí mismo»
(Historia Natural, 18.2.9).
Los romanos
acuñaron
monedas con la figura de la adormidera. En su libro Materia
médica, que es el
tratado farmacológico más influyente de la Antigüedad,
Dioscórides
describe el opio como algo que «quita totalmente el dolor,
mitiga la tos,
refrena los flujos estomacales y se aplica a quienes dormir
no pueden». Por él
—y por muchos otros escritores romanos— se sabe que la
demanda de opio excedía
la oferta, siendo frecuente su adulteración.
moneda Diocleciano |
Durante el
Imperio el
opio, como la harina, fue un bien de precio controlado, con
el cual no se
permitía especular. En el año 301, un edicto de Diocleciano
sobre precios
fijaba el del modius castrense (una vasija con capacidad
para 17,5 litros) en 150
denarios (unos 10 denarios por kilo). En cambio el kilo de
hachís (un bien de
precio libre) costaba entonces 80 denarios el kilo. Poco
después, en el año
312, un censo reveló que hubo 793 tiendas dedicadas a vender
el producto en la
ciudad de Roma, y que su volumen de negocio representó el
15% de toda la
recaudación fiscal.
Sin embargo, este
formidable consumo no genera problemas de orden público o
privado. Aunque se cuentan
por millones, los usuarios regulares de opio no se
consideran enfermos ni
marginados sociales. La costumbre de tomar esta droga no se
distingue de
cualquier otra costumbre —como madrugar o trasnochar, hacer
mucho o poco
ejercicio, pasar la mayor parte del tiempo fuera o dentro de
casa—. De ahí que
no haya en latín una expresión equivalente a «opiómano», si
bien ya había al
menos una docena de equivalentes a «dipsómano» (alcohólico).
Falta en la
Antigüedad quien
considere el opio como panacea, y también como cosa
despreciable. Desde tiempos
de Heródoto hasta los autores de triacas no hay una sola
noticia de alguien
envilecido por el uso del opio.
Esta planta llegó
desde la
cuenca mediterránea portada por Alejandro Magno hasta Asia.
En Persia, en el
siglo XI,
el mítico médico Ibn Sinna (o Avicena) —padre de la medicina
árabe— lo
utilizaba como eutanásico. Y su gran discípulo Al-Razi o
Rhazes otorga a esa
sustancia un lugar dominante en la farmacopea, como
anestésico y analgésico
En el califato de
Córdoba
(España), que durante el siglo X era el lugar más culto y
liberal de Europa,
vuelve a prepararse la triaca magna o galéncia para la corte
de Abderramán;
también aparecen allí varios libros sobre botánica medicinal
y farmacia,
inconcebibles en cualquier reino cristiano de la época.
arabes |
Tomando como
núcleo
productor las plantaciones turcas e iraníes, la rápida
expansión del Islam
diseminó el opio desde Gibraltar hasta Malasia, en pastillas
que a veces llevaban
el sello mash Allah (‘regalo de Dios’). Hacia el siglo IX
sus usuarios solían
comerlo, aunque los persas ya acostumbraban fumarlo; también
era frecuente
consumirlo en jarabes de uva, mezclado con hachís.
La cultura árabe
se servía
del opio como euforizante general, recomendable para el
tránsito de la segunda
a la tercera edad, y para sobrellevar los sinsabores de ésta
última. Se
consumía tanto en privado como en públicos diván
(equivalente a los occidentales
casinos).
Según Hans Sachs,
un
famoso autor de calendarios, a mediados del x. XVI escribe:
Al recorrer el
campo de
batalla, vieron con sorpresa que los sarracenos seguían
teniendo el falo duro y
erecto. El médico de campaña —sin dar muestras de extrañeza—
les explicó que
aquello no tenía nada de extraordinario, pues de todos era
bien sabido que los
turcos acostumbraban tomar opio, y que el opio procura
excitación sexual aún
después de la muerte.
Hans Sachs
Muchas medicinas
del siglo
XIX se basaban en una preparación a base de opio, el láudano
El mercadeo de
opio por
parte de Inglaterra, Francia y Estados Unidos a China generó
un conflicto de
grandes proporciones. Los chinos consideraban que Occidente
no tenía nada de
valor con lo que comerciar. Pero los comerciantes ingleses y
estadounidenses,
fuertemente respaldados por la Corona inglesa, vieron en el
opio la posibilidad de tener
intercambio.
El opio y sus
derivados (morfina,
heroína, etc.) constituyen unas de las drogas más adictivas.
Un obrero chino
que se volvía adicto, gastaba 2/3 de su sueldo en opio y
dejaba a su familia en
la miseria. Para 1839 el opio ya estaba al alcance de los
obreros y campesinos.
Se generó con
esto una
epidemia de adictos en China por lo que el emperador debió
tomar cartas en el
asunto, nombrando a Lin Hse Tsu para que frenara el tráfico
de opio, éste les
quemó los cajones y se arriesgó una guerra (1839). Cuando
Hong Kong fue
devuelta a China en 1997, lo primero que hicieron fue poner
una estatua de Lin,
considerado como un héroe nacional.
Lin Hse Tsu mandó
una
carta a la Reina Victoria
I del Reino Unido pidiéndole que no traficara más con opio.
Sin embargo, la
reina Victoria no accedió a las peticiones chinas,
estallando poco después la Primera Guerra del
Opio, que generó un estímulo para que más mercaderes fueran
a China desde
Estados Unidos e Inglaterra. Muchas de las grandes fortunas
de Estados Unidos
fueron basadas en este narcotráfico, que era encubierto,
pues decían que se
comerciaba con té o tabaco. Se le llamaba China Trade o Far
East Trade
Las Guerras del:
Yāpiàn
Zhànzhēng), también conocidas como las Guerras Anglo-Chinas,
fueron dos guerras
que duraron de 1839 a
1842 y de 1856 a
1860 respectivamente, el punto culminante de los conflictos
comerciales entre China
y el Reino Unido. El contrabando británico de opio de la
India Británica
hacia la China
y los esfuerzos del gobierno chino para imponer sus leyes
contra las drogas.
Las drogas llevaron al conflicto. Francia luchó al lado de
Gran Bretaña en la
segunda guerra.
La derrota de
China en las
dos guerras forzó al gobierno a tolerar el comercio del
opio. El Reino Unido
coaccionó al gobierno a firmar Tratados Desiguales, abriendo
varios puertos al
comercio exterior y entregándole Hong Kong a Gran Bretaña.
Portugal siguió a
Gran Bretaña y forzaron términos de intercambio desiguales
para China (Tratado
de Nankín, cesión de Hong Kong a Gran Bretaña y ampliación
de Macao para Portugal).
Esta humillación por obra de potencias exteriores contribuyó
a la Rebelión Taiping
(1850–1864), la Rebelión Boxer (1899–1901), y la caída de la
Dinastía Qing en 1911
Qing |
El comercio
marítimo
directo entre Europa y China comenzó en el siglo XVI,
después de que los
portugueses establecieron la colonia de Goa en la India, y
poco después la de Macao
en el sur de China. Después de la adquisición española de
las Filipinas, el
ritmo del intercambio entre la China y el Occidente se
aceleró dramáticamente. Los galeones
de Manila trajeron más plata a China que la Ruta de la seda.
El gobierno Qing intentó limitar
el contacto con el mundo exterior a un mínimo. Los Qing sólo
permitieron el
comercio por el puerto de Cantón. Rigurosos trámites y
monopolios autorizados
fueron establecidos para restringir el flujo del comercio,
teniendo como
resultado altos precios de venta para los artículos
importados y demanda
limitada. España empezó a vender opio a los chinos, junto
con productos del
Nuevo Mundo tales como el tabaco y el maíz, para prevenir un
déficit comercial.
Con la implantación de las Compañías Británicas y Holandesa
de Indias
Orientales, el comercio con China se multiplicó.
A causa de la
alta demanda
de té, seda, y porcelana en Gran Bretaña y la baja demanda
de mercancías
británicas en China, Gran Bretaña tenía un gran déficit
comercial con China y
debía pagar estos artículos con plata. Gran Bretaña comenzó
a exportar
ilegalmente opio a la China
desde la India Británica en el siglo XVIII para
contrarrestar su déficit. El
comercio del opio creció rápidamente, y el flujo de plata
comenzó a reducirse.
El Emperador Yongzheng prohibió la venta y la costumbre de
fumar opio en 1829 a causa del gran número
de adictos.
La disputa se
desató
debido al comercio del opio, el cual se veía desde ambos
lados de maneras muy
distintas. El emperador censuró el opio en China debido al
efecto negativo de
éste en la población, los británicos en cambio, veían al
opio como el mercado
ideal que los ayudaría a compensar el gran comercio con
China. Estas guerras y
los subsiguientes tratados firmados entre las potencias
resultaron en que
varios puertos de China se abrieran para el comercio con
Occidente que
condujeron en parte a la caída de la economía china. Estas
guerras se
consideran como la primera guerra de drogas
La Dinastía Qing de China, era cada vez más asediada por
potencias extranjeras que demandaban un comercio bilateral
con la China, tras una gran caída a
principios del siglo XIX. Los europeos compraban porcelana,
seda, condimentos y
té chinos, pero eran incapaces de vender algún bien de
interés para la China, en lugar de eso, se
veían obligados a pagar con plata, esto significaba un gran
esfuerzo para las ya
apretadas finanzas europeas provocadas por las guerras
napoleónicas.
El opio era
producido en
China desde el siglo XV, era mezclado con tabaco en un
proceso inventado por
los españoles, que luego fue dominado por los holandeses en
el siglo XVII y
generalizado de forma masiva por los británicos en el XVIII.
Al observar los
problemas de salud y sociales vinculados con el consumo de
opio, el gobierno
imperial chino lo prohibió en 1829.
Akbar |
Los británicos
comenzaron
la producción de opio a mediados del siglo XVIII en la India
en cantidades
significativas, aprendieron el arte del estado mogol,
quienes comerciaron con
opio al menos desde el reino de Akbar (1556–1605), e
iniciaron el comercio de
opio por plata en el sur de China. Los británicos observaron
las grandes
ganancias que potencialmente traería el mercado del opio
(previamente dominado
por Yakarta controlada por Holanda) al invadir Bengala en
1764. Las ganancias
se acercaban al 400 por ciento y la amapola crecía casi en
todas partes.
Las exportaciones
de opio
de los británicos crecieron vertiginosamente, de
aproximadamente 15 toneladas
en 1730 a
75 toneladas en 1773, embarcadas en más de dos mil cajas con
70 Kg de opio cada una.
Los productos
triangulaban
de la siguiente manera:
Se transportaba
el opio
cultivado en Turquía y la India
a China.
Se pagaba con
opio las porcelanas,
sedas y té.
Se llevaban a la
Costa Este y a Inglaterra,
en donde se pagaban y se iba a Turquía y la India para
comprar más opio.
En la primavera
de 1830,
ante el alarmante y desenfrenado abuso del comercio del opio
en China, el
Emperador Daoguang ordenó a Lin Hse Tsu que combatiera
rápidamente esta plaga,
y éste respondió atajando la corrupción del funcionariado
imperial y ordenando
la destrucción de más de 20.000 cajas de opio.
Debido a que el
comercio
con China era complicado, pues las naciones occidentales no
poseian nada de
valor para intercambiar, se empezó a buscar distintos
métodos, entre ellos la
venta de drogas y adictivos a la población. Para 1839, el
opio surtido por Estados
Unidos Reino Unido y Francia había alcanzado a los
campesinos aislados y los
obreros gastaban 2/3 de sus ganancias en mantener su
adicción. Ante esto, el
emperador chino prohibio el opio y expulsó a los
comerciantes britanicos, al
llegar a Londres se quejaron ante el gobierno británico, el
cual decidió atacar
a China con su poderosa flota para obligarla a comprar el
opio cultivado en la India británica.
Las tropas chinas
no
pudieron hacer frente a los británicos, se rindieron ante
ellos, y China tuvo
que aceptar la rendición con la firma del Tratado de Nankín.
El tratado se
firmó el año
de 1842 y estipulaba el fin de la Primera guerra del Opio.
Con él, China cedía la isla de Hong
Kong a Gran Bretaña y aceptaba la apertura de sus puertos al
comercio
internacional. El 1 de julio de 1997 Hong Kong fue devuelto
a China (155 años
después de la firma del tratado).
Fuentes:
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